La creciente preocupación por la sustentabilidad en el mundo ha llevado a que muchos países replanteen los acuerdos comerciales que sostienen. En el caso de varios integrantes de la Unión Europea, analizan elevar las exigencias ambientales a la importación agrícola, así como exigir un etiquetado que asegure condiciones de bienestar animal para las carnes que importen.
Será cada vez más difícil exportarle a Europa. De aprobarse este tipo de normas, Argentina -al igual que otros tantos países extracomunitarios- deberá ponerse a tono de los nuevos requisitos.
El interés por elevar las exigencias de sostenibilidad surge de una preocupación del sector comercial español, que considera que hay falta de reciprocidad y desigualdad entre sus competidores. En ese marco, representantes de la Comisión Europea (CE) y del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo (Mincotur) se reunieron para analizar los acuerdos comerciales con terceros países.
El director de Relaciones Internacionales de la Dirección General de Agricultura de la CE, John Clarke, sostuvo que en el futuro “todos los acuerdos comerciales deberán tener capítulos de sostenibilidad, no los renegociaremos. La UE tiene poder para elevar los estándares ambientales”.
Por su parte Juan Francisco Martínez, director general de Política Comercial del Miinisterio de Comercio español, expuso el apoyo del gobierno de ese país por una “ecologización de la política comercial” y respaldó introducir en los acuerdos bilaterales “un requisito de producción sostenible en el sector agrario”.
Un ejemplo señalado fue el de Bélgica, que cuenta con el programa “De la granja a la mesa”, que elevó las exigencias para agricultores de la UE sobre los restos de pesticidas en la importación.
Aún así ambos funcionarios advirtieron que restricciones muy duras podrían tener efectos negativos en países como España que requiere “suministros” de otras naciones. Afirmaron que es peligrosa la tendencia de fomentar “solo la producción local”, puesto que un comercio competitivo agroalimentario debe combinar “lo local, lo internacional y lo regional”.
Martínez agregó que la sostenibilidad no debe implicar “el cierre de fronteras o situaciones no deseables como una espiral proteccionista”.
El otro eje del debate, relacionado a la implementación de un etiquetado sobre bienestar animal, viene de la mano del creciente interés por darle mayor competitividad a los productos europeos, frente a los de terceros países, además de mantener informados a los consumidores.
Una de las principales preocupaciones gira en torno a el transporte de ganado vivo, que muchas veces implica largos viajes para los animales. Este tema se instaló fuertemente en agenda luego de que el año pasado se hundiera el Gulf Livestock con 6.000 cabezas de ganado y 41 tripulantes a bordo.
Ese hecho impulsó incluso el anuncio de Nueza Zelanda en el cual informaron el cese de exportaciones de animales en pie para 2023, para conservar la reputación de “nación que da un trato ético a los animales”.
Entre los países adherentes a la iniciativa del etiquetado está España, quien lo respaldó en caso de ser voluntario; Francia, que consideró que “es un factor de futuro” que permitirá a los europeos “crear valor, diferenciándose de otras forma de cría que se aplican fuera de la UE”; e Italia que opinó que el bienestar animal “tiene que ser una prioridad en la agenda” y abogó por “penalizar los comportamientos que no respeten los principios fundamentales de trato”.