En esta campaña 2021/22 la cosecha de maíz volverá a superar a la de la soja. Se trata de un llamado de atención para el gobierno, que castiga el ingreso de los productores con derechos de exportación altísimos y desdoblamiento cambiario. Las señales que envía son en estos momentos claramente negativas para la oleaginosa. Volvería a caer su siembra en beneficio de otras opciones menos penalizadas.
De acuerdo con estimaciones privadas, la cosecha de maíz podría llegar esta nueva campaña a 51 millones de toneladas, mientras que la oleaginosa aportaría 48 millones de toneladas.
De acuerdo con la estadística oficial, la producción de soja creció de forma continua hasta alcanzar la cosecha más alta en 2014/15 cuando se recolectaron 61 millones de toneladas. Desde entonces viene en baja.
Para el maíz la suba también fue continua, pero más marcada en los últimos cinco años. En 2015/16 se produjeron 39 millones de toneladas del cereal contra las 50 millones del ciclo pasado lo que indica un salto de 28%.
Según un informe de la Red Gea de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estas tendencias tienen que ver, además de con el diferente tratamiento impositivo para cada cultivo (la soja tributa 33% de retenciones, mientras que el maíz permanece en el 12%), con la notable diferencia en los rindes de ambos cultivos lo que obedece a diferentes cuestiones.
Una de ella, quizás la más importante, es que los rendimientos promedio en maíz vienen creciendo, mientras que los de la soja no lo hacen tanto.
“Al tomar la rindes promedio de la región y tratar de moderar el efecto del clima en la serie, los resultados muestran que los rindes maiceros crecieron casi el doble que los de soja. El maíz creció en 10 años casi un 35%; la soja, poco más del 18%. De ahí que se pueda concluir, que los rindes del maíz crecieron casi el doble (1,9) que los de la oleaginosa en el periodo analizado”, indica el informe.
Los técnicos de la Red Gea comentaron los motivos de esos cambios: “La formación del rendimiento depende de múltiples variables, pero es notorio la mejora genética y la respuesta a la inversión tecnológica que muestra el cereal”. Hay que linkear aquí de inmediato con la noticia de las últimas horas: Bayer (que compró Monsanto en 2018) anunció que dejaba el negocio de la semilla de soja Intacta en el país.
Los analistas de la BCR también se preguntaron “¿cuál es el punto más débil de la soja?”. La respuesta es multicausal: “Menores márgenes netos frente al maíz”, que a su vez “reflejan todas las demás problemáticas: malezas, menor progreso genético y retenciones”.
El informe de la Bolsa recoge varias opiniones de productores de diferentes zonas:
En Bigand dijeron: “los maíces logran con facilidad 100 quintales/hectárea. Con fertilización balanceada logran 120 qq/ha, cuando en soja estamos estancados en techos de 45 a 52 qq/ha. Se suman los problemas de malezas difíciles, tratamiento con fungicidas, para EFC (enfermedades de fin de ciclo) y casi 2 aplicaciones contra insectos… Todo esto aumenta costos de producción”.
En Pergamino lo explicaron así: “La soja está muy agredida por la alta presión de malezas. Especialmente, yuyo colorado y en menor medida Rama Negra. En la campaña 2020/21, la sequía la afectó muchísimo. Que haya posibilidades de tener otra Niña renueva esta amenaza”.
En Cañada Rosquín apuntaron contra la carga fiscal: “El principal punto son las retenciones: la de soja casi triplica a la de maíz. Sumados a los impuestos posteriores, posicionan al sistema agrícola en una actividad de alto riesgo, en especial para el pequeño productor”.
Las encuestas de esta semana siguen afirmando una caída para la próxima siembra de soja de entre un 5 y un 10% de área para la región.
Indudablemente la política oficial es autodestructiva, ya que castiga al complejo productivo que más exporta el país, la soja y sus derivados con derechos de exportación muy altos y desdoblamiento cambiario. El combo provoca que el productor perciba tan sólo en 30% del valor que debería o que perciben los de países vecinos donde no operan estas limitantes.