El té de especialidad, también conocido como gourmet o artesanal, es aún un camino incipiente para algunos establecimientos tealeros de Misiones. Combinado con el turismo rural, esta actividad abre un nuevo horizonte. La posibilidad de ser anfitriones en sus chacras transforma una visita en una experiencia única, tanto para los apasionados del mundo de las infusiones como para quienes se acercan motivados por la curiosidad en torno a esta producción regional.
Desde Leandro N. Alem, un municipio de la zona centro misionera, Akasha Tea logró consolidarse como un referente en la producción de té de especialidad argentino y en el desarrollo del turismo rural asociado a esta infusión. Su creadora, Adriana Yañez, dialogó con Bichos de Campo sobre el origen del proyecto, el delicado proceso de elaboración de sus tés, el auge de los blends, los desafíos de cada nueva zafra y el posicionamiento que comienza a ganar el té argentino en este segmento.

En una provincia históricamente ligada a la producción tealera, donde durante décadas predominó un modelo industrial orientado principalmente a la exportación a granel, el crecimiento del té gourmet abrió una nueva oportunidad para los pequeños productores. En ese camino, Yañez fue precursora con Akasha Tea, un emprendimiento nacido en 2009 y que hoy es sinónimo de calidad e innovación en el universo del té argentino.
-¿Cómo comenzó el proyecto Akasha Tea y por qué decidiste especializarte en el té gourmet?
-Akasha Tea es un proyecto que comenzó en el año 2009. Fuimos creciendo siempre con la idea de darle valor agregado al té, algo que yo veía como una gran dificultad en el sector tealero. Los pequeños productores enfrentan muchos problemas a la hora de cobrar el producto y de recibir un precio razonable. Entonces, yo pensaba que teníamos que llegar al mercado con un producto terminado, con alto valor agregado. Siempre vimos mucho potencial al té argentino y eso nos condujo a seguir adelante en este camino.

-¿Cuántas hectáreas tienen actualmente en producción? ¿Todas están destinadas al té de especialidad?
-Hoy tenemos en producción más de 30 hectáreas, de las cuales cinco o seis las destinamos exclusivamente al té gourmet. El resto lo entregamos como hoja verde a la industria, como hace la mayoría de los productores. En esas hectáreas de té gourmet tenemos lotes seleccionados para cada tipo de té: blanco, verde, negro u oolong (significa “dragón negro” en chino), según el varietal que mejor se adapte. A veces cambiamos los cuadros porque hay años en los que, por cuestiones climáticas, un lote no responde como esperamos y elegimos otro que esté produciendo mejor. Pero en general ya están bastante bien establecidos y mantenidos para poder obtener un té de alta calidad.
-¿Cómo definirías al té de especialidad? ¿Es una alternativa frente al té industrial o se complementan?
-El té de especialidad es todo aquel que se produce bajo estándares mucho más artesanales, con una dedicación y presencia humana constante, que es lo que finalmente nos permite obtener un producto diferente del industrial. Yo creo que son actividades que se complementan muy bien. Hay situaciones y lugares donde uno funciona mejor que el otro, pero la idea es poder llegar a todos los paladares con la oferta de té argentino. Además, como infusión es un producto muy noble, con muchísimas propiedades y un sabor muy característico. Si bien en la Argentina el té de especialidad no estaba desarrollado hasta hace unos pocos años, hoy es una alternativa concreta para los pequeños productores, sobre todo por todo lo que está relacionado con el turismo tealero.

-Fuiste pionera en incorporar el saquito piramidal para hebras de té, ¿por qué la elección de ese formato poco habitual?
-El saquito piramidal es fundamental porque de otra manera no se pueden ofrecer hebras enteras. Si no tenemos un envase con volumen, la hebra no puede expandirse dentro del saquito y desplegar todo su aroma y sabor. En los saquitos convencionales sólo se puede colocar té de un grado muy fino porque no hay volumen sobrante. En cambio, la pirámide permite que la hebra se abra completamente. Es un formato que la industria internacional usa con muy buen criterio y que le da al consumidor la posibilidad de tomar un té de mucha calidad de una forma práctica.
-¿Cómo es el proceso de elaboración del té blanco y por qué se destaca tanto entre las distintas variedades?
-El té blanco es una de las seis variedades de té que existen en el mundo. Se caracteriza por tener una intervención mínima y se trabaja con brotes muy tiernos, que prácticamente no se someten a ningún proceso. En nuestro caso, que hacemos agujas de plata, lo único que hacemos es dejar que ese brote se vaya marchitando y secando lentamente. Eso permite que se desarrollen los aromas y sabores tan característicos del té blanco, como el dulzor y las notas florales. Además, al tener tan poca manipulación, conserva muy bien todas las propiedades de la Camellia sinensis.

-¿Qué variedades de té elaboran en Akasha Tea?
-Producimos cuatro variedades de té puro: negro, verde, oolong y blanco. A partir de los tres primeros elaboramos alrededor de diez blends diferentes. Son combinaciones con frutas, flores y especias, que nos permiten resaltar el sabor original del té.
-Para alguien que quiere empezar a consumir té gourmet, ¿qué opciones recomendarías y cómo se preparan?
-Los blends son una excelente puerta de entrada porque ofrecen sabores más suaves y accesibles para paladares que todavía no están acostumbrados al té. Por ejemplo, yo recomiendo mucho nuestro té verde con mango y jengibre para quienes nunca tomaron té verde. También el oolong con durazno, ananá y flores de caléndula es una muy buena opción. En cuanto a la preparación, siempre es importante respetar la temperatura del agua: no usar agua hirviendo para el té verde o el blanco, porque eso quema la hoja y arruina el sabor. Lo ideal es entre 70 y 80 grados para el verde y un poco más para el negro.

-Ya está en marcha una nueva zafra tealera, ¿cómo viene desarrollándose esta campaña?
-La zafra comenzó a finales de octubre. Se viene realizando más o menos bien, aunque tuvimos algunas noches muy frías que favorecieron el desarrollo de ácaros. Como la mayoría de los productores no usamos los acaricidas, lo que hacemos es esperar que suba la temperatura, que llueva y que salga el sol para que los ácaros desaparezcan de manera natural. Eso genera algunos retrasos en la cosecha. Igual todavía es temprano para hacer un pronóstico completo, porque los mayores problemas suelen aparecer en enero y febrero con las lluvias.
-¿Qué expectativas tienen para el té de especialidad en el escenario actual?
-Este año todos sentimos de alguna manera una caída en el consumo interno, eso es una realidad. Pero también hubo algo positivo: aumentó la cantidad de consumidores de té argentino en comparación con los importados. Eso es una fortaleza para los productores de té de especialidad. En este camino que venimos recorriendo, siempre aparece alguna señal que nos indica que vamos por el camino correcto.

-Después de más de quince años de trabajo, ¿cómo ves hoy al té gourmet dentro del sector tealero misionero?
-Lo veo como una alternativa muy valiosa. No reemplaza al té industrial, pero lo complementa y le da una oportunidad al pequeño productor de diferenciarse, de ofrecer un producto con identidad, con historia y con mucho trabajo detrás. El valor agregado es, sin dudas, una de las claves para que el productor pueda sostenerse en el tiempo.




