Las empresas alimentarias argentinas cuentan con un plazo de dos años para asegurar el cumplimiento de un nuevo límite máximo de toxinas perjudiciales para la salud.
Por medio de la resolución 9/2021 de la Secretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional se determinó que los alimentos a base de cereales para lactantes y niños pequeños deben contener un máximo de 0,1 microgramo por kilogramo (μg/kg) de Aflatoxina B1, 20 μg/kg de Zearalenona y 200 μg/kg de Fumonisinas.
En lo que respecta a leches maternizadas, el nuevo límite máximo de Aflatoxinas M1 es de 0,025 μg/kg, mientras que para los cereales para desayuno la normativa establece un límite de 500 μg/kg de Deoxinivalenol (DON) y de hasta 50 μg/kg de Zearalenona.
En los fundamentos de la resolución 9/2021 se indica que las micotoxicosis pueden manifestarse, en forma aguda o crónica, para generar “una muerte rápida hasta la formación de tumores”, además de considerar que “más enfermedades pueden producirse cuando las micotoxinas interfieren con los procesos del sistema inmune, afectando a la población más susceptible a las enfermedades infecciosas”.
En julio de 2019, por medio de la resolución 22/2019, se había determinado un plazo de adecuación de dos años –que vence a mediados de este año– para establecer un máximo de 200 μg/kg de DON en alimentos a base de cereales para lactantes y niños pequeños, mientras que para la harina y sémola de maíz y la harina, sémola, hojuelas y copos de trigo el mismo fue fijado en hasta 1000 μg/kg.
DON es una micotoxina que presenta síntomas de toxicidad aguda y subaguda, principalmente vómitos, rechazo a la comida, pérdida de peso y diarrea.
Las Aflatoxinas son metabolitos secundarios tóxicos, principalmente de los hongos Aspergillus flavus y A. parasiticus, que constituyen potentes agentes mutágenos y cancerígenos.
En cuanto a la Zearalenona, esta toxina se relaciona con alteraciones endometriales en las mujeres y crecimiento de carcinomas mamarios. Por último, las Fumonisinas, producidas por el hongo Fusarium, pueden contribuir a producir problemas de salud graves como cáncer o defectos congénitos.