La sequía y las distorsiones promovidas por el gobierno nacional a través del régimen cambiario denominado “dólar soja” están provocando un retraso importante en la comercialización de soja de la campaña 2022/23.
Al 18 de enero pasado, según datos oficiales actualizados este martes por la Secretaría de Agricultura, las ventas de soja 2022/23 sumaban apenas 3,01 millones de toneladas.
Esa cifra, considerando una cosecha argentina probable de 37,0 millones de toneladas –estimación preliminar de la Bolsa de Comercio de Rosario– representaría una proporción del orden del 8.0% versus un 13.8%, 14.3% y 26.9% en la misma fecha de uno, dos y tres años atrás.
El dato es que de las 3,01 millones de toneladas de soja 2022/23 vendidas a la fecha, la mayor parte (2,21 millones) son operaciones “a fijar” que tienen, por lo tanto, precio abierto.
La contrapartida de ese fenómeno es una política extremadamente cauta de registración de Declaraciones Juradas de Ventas Externas (DJVE) de poroto y harina de soja por parte de exportadores e industria aceitera.
Para la próxima campaña apenas se registraron embarques de harina de soja argentina 2022/23 por 2,92 millones de toneladas, de los cuales 1,58 millones se exportarán en abril y otro millón más en mayo.
Esa “sequía comercial” es uno de los principales factores que viene sosteniendo a los precios internacionales de la harina de soja, dado que la Argentina, en condiciones normales, es un gran exportador del producto, el cual está siendo mayormente originado en los últimos meses en Brasil y EE.UU.