China viene atravesando un proceso de transformación social enorme. Desde hace años su economía crece a tasas altas, hay una fuerte migración del campo a las ciudades, y se registran mejoras en la calidad de vida de gran parte de su población, lo que implica modificaciones en su dieta. Por eso aumenta su demanda de carne vacuna lo que lo convirtió en el mayor comprador mundial.
Aunque inició una investigación en la OMC por un presunto daño a sus productores de esa importación, este año no será la excepción. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) prevé que compraría 3,9 millones de toneladas, lo que significa un incremento de 30% respecto de 2020.
El analista uruguayo Rafael Tardáguila indicó además que “los stocks de carne importada está en niveles bajos. Sobre un índice 100 alcanzado en mayor actualmente están en 75. Hay que ver cómo quedan parados luego de los festejos por el año nuevo lunar para los que se están abasteciendo de los países de Oceanía, principalmente de Australia”.
Eso tiene que ver con su cercanía a China. Por eso mismo se enfriaron los despachos desde Sudamérica y por lo tanto los precios bajaron 10% con relación a los que hubo entre fines de noviembre e inicios de diciembre. Lo que se pueda enviar desde el Cono Sur no llega para el año nuevo.
Peor hay un dato inesperado. La creciente demanda de China deberá competir este año con las mayores necesidades de importación de los Estados Unidos cuya producción está cayendo por haber entrado en un proceso de retención de hacienda.
“Estados Unidos tiene una creciente brecha entre importaciones y exportaciones, es la diferencia más abultada desde el episodio de la vaca loca a inicios de siglo. Su avidez por importar carne será más alto que en 2024”, avisó uno de los principales observadores del negocio global, Ignacio Iriarte.
El consultor agregó que “la brecha entre importaciones y exportaciones sería de 800 mil toneladas, la más alta desde inicios del siglo”.
La proyección del propio USDA indica que Estados Unidos importará por más de 2 millones de toneladas y exportará por 1,2 millón de toneladas de carne vacuna. El incremento de sus compras será de 30% respecto del volumen alcanzado en 2022.
Brasil es quien tendrá mayores chances de aprovechar este contexto comercial, no sólo por su alto volumen de producción sino también por sus mejores condiciones de competitividad.
El real se devaluó en los últimos meses y eso le da una ventaja más a los frigoríficos radicados en el vecino país, que tiene un costo de la materia prima muy inferior al que tiene la industria local. En Brasil el precio del novillo es de 3,25 dólares por kilo en gancho, contra los 4,20 dólares que les cuesta un kilo de novillo en Argentina.
Las mejores condiciones exportadoras de Brasil se reflejan en el cumplimiento de la cuota de 65.000 toneladas llamada “Otros Países”, que comparte con exportadores de menor volumen y que los exime del pago de aranceles.
El analista Ignacio Iriarte publicó una estadística en la que da cuenta que al 13 de enero ya se había cumplido el 88% de ese cupo y señaló luego que en la semana próxima las empresas brasileñas terminarían de completarlo.
El consultor agregó que del total exportado por ese país en 2024 el 50% tuvo como destino a China y que Estados Unidos se convirtió en su segundo mercado en importancia con una participación del 7,5% y embarques por 190.000 toneladas.
¿Y los frigoríficos argentinos? Por ahora esperan que la buena relación entre Trump, que asumirá el lunes en la Casa Blanca, habilite la posibilidad de discutir al menos una ampliación de la cuota de 20.000 toneladas a ese país.