En el sector agropecuario hay aires de cambio de mentalidad. Quizá no por gusto, sino por necesidad. Hacer lo mismo durante mucho tiempo puede entenderse como trayectoria, o experiencia, pero en la agricultura no es tan así. Muchos años de repetir de forma casi constante los mismos preceptos productivos, hicieron que se puedan detectar consecuencias negativas en los ambientes donde se produce.
Al menos así lo entiende Lucas Andreoni, un ingeniero agrónomo que asesora junto a su equipo miles de hectáreas en zona núcleo y no tiene problemas en ser presentado como el “fanático de los cultivos de servicio”. Lucas es un bicho raro, porque está constantemente buscando correr ese límite autoimpuesto, y buscando formas de salir de la caja. Para Lucas, no existe el lugar confortable. O si, existe, pero es el concepto de estar permanentemente buscando salidas a una producción que según asegura, debe necesariamente enlazar rentabilidad con sustentabilidad.
En concreto, Lucas cree que buscar nuevas alternativas indefectiblemente trae aparejado un incremento en la rentabilidad, bajando costos y aumentando márgenes. Es por eso que se fanatizó por los cultivos de servicio, y es pionero en incorporar algunos de los que no se había escuchado hablar. Estos cultivos de servicio son los que sembrados en invierno, aportan beneficios ecosistémicos para los siguientes de renta, es decir, los que se cosechan para generar ganancias económicas. Habitualmente, si uno recorre campos en invierno, además del trigo o la cebada, se puede encontrar vicia, centeno, y algunas opciones para mantener el suelo verde.
Lucas llevó esto al extremo, y cuenta a Bichos de Campo que orgullosamente es un fanático de estas herramientas extrañas, que lo llevan a buscar permanentemente nuevas opciones de siembra, en pos de encontrar respuestas desde la agronomía a problemas de años.
Desde un campo que dirige, explica a este medio que de las 1.800 hectáreas donde está parado, solamente 300 de ellas transcurrieron el invierno con cultivos de renta. El resto, fueron cubiertas con cultivos de servicio, sin generar una ganancia económica rápida. A su vez, cuenta orgulloso que hace cinco años que ese campo se mantiene “siempre verde”, es decir, con cultivos sembrados de forma permanente.
Es de esta forma que el abanico productivo de Lucas se abre ante el lente de Bichos de Campo, que dedicó la última edición del programa de televisión a conocer detalles. Allí puede verse a Andreoni explicando cómo llegó a sembrar lupinos que trajo de afuera, coriandro que volvió a sembrarse en ese campo luego de 20 años, o carinata o camelina, que entrega a las empresas para la elaboración de combustibles para aviones.
A su vez, está investigando una serie de ensayos dignos de cualquier experimental de avanzada. También muestra orgulloso su corredor biológico, que diseño como paisaje de 12 hectáreas de reservorio de especies.
Mirá la entrevista completa con Lucas Andreoni:
Desde hace más de 17 años, Lucas Andreoni se dedica a implementar una agricultura regenerativa en su campo, lo que lo ha convertido en un referente de prácticas innovadoras en la región. Según el agrónomo, uno de los pilares fundamentales de este enfoque es la utilización de los cultivos de servicio. “Soy fanático de los cultivos de servicio”, confiesa Lucas, y agrega: “pero siempre digo que los cultivos de servicio son solo una herramienta dentro de un sistema integral de manejo que estamos llevando a cabo”. Este sistema tiene como objetivo regenerar los suelos, mejorar su estructura y, al mismo tiempo, aumentar la rentabilidad de los campos.
“Lo que estamos haciendo hoy es mantener el campo verde todo el año, ya sea con cultivos de renta o con cultivos de servicio. En este campo tenemos ocupadas unas 300 hectáreas con cultivos de renta, y el resto son cultivos de servicio”. Esto permite, entre otras cosas, una mayor cobertura del suelo, lo que reduce la erosión y mejora la captación de agua.
La agricultura convencional, tal como se practica en muchas partes del mundo, ha generado una serie de problemas que afectan a los suelos y a la productividad a largo plazo. Andreoni señala: “Nuestros suelos hoy han perdido gran parte de su materia orgánica, por el manejo que hemos tenido”. Este empobrecimiento del suelo es una consecuencia directa de las prácticas agrícolas de las últimas décadas, que, aunque efectivas en términos de producción a corto plazo, no han sido sostenibles en el tiempo.
La siembra directa, que ha sido una de las prácticas más destacadas en la agricultura argentina, ha permitido mejorar la estructura del suelo y reducir la erosión, pero, como indica Andreoni, no es suficiente por sí sola.
“El problema de los barbechos largos es que no generan la estructura adecuada en el suelo, lo que lleva a una pérdida de materia orgánica y a una mayor ineficiencia en la captura de agua de lluvia”, explica. Además, la falta de actividad biológica en los suelos, debido a la escasa rotación de cultivos, ha afectado la capacidad de los campos para aprovechar los nutrientes y los recursos naturales de manera óptima.
Lo que distingue el enfoque de Andreoni es su énfasis en la sostenibilidad sin comprometer la rentabilidad. A lo largo de los años, el campo en General Levalle ha demostrado que es posible regenerar el suelo y mejorar la productividad al mismo tiempo.
“Cuando uno regenera la estructura del suelo, como estamos haciendo aquí, los resultados son claros”, afirma Andreoni con entusiasmo. Según él, este enfoque no solo mejora la salud del suelo, sino que también aumenta la capacidad de los cultivos para aprovechar los recursos disponibles, lo que lleva a un aumento en los rendimientos y una mayor rentabilidad.
Un aspecto clave de la agricultura regenerativa es la infiltración de agua. Andreoni destaca que, en su campo, la infiltración de agua es del 80%. Esto significa que de los 100 milímetros de lluvia que caen, aproximadamente el 80% es aprovechado por el suelo y las plantas, mientras que en otros campos tradicionales, solo se aprovecha un 30%. Esta mayor capacidad de retención de agua permite un mejor desarrollo de las raíces, lo que a su vez favorece el crecimiento de los cultivos y la microbiología del suelo, lo que resulta en un ciclo más saludable y productivo.
El éxito de este enfoque regenerativo se debe en parte a la constante innovación y experimentación en el campo. Andreoni no se conforma con lo establecido, sino que siempre está buscando nuevas especies y soluciones para mejorar el sistema. “Estamos utilizando una mezcla de cinco especies de cultivos de servicio, como centeno, vicia, coriandro, lupino y facelia”, señala. Estas especies no solo mejoran la cobertura del suelo y previenen la erosión, sino que también tienen beneficios adicionales, como la fijación de nitrógeno en el suelo y la mejora de su estructura.
Además de trabajar con especies convencionales, como el centeno, Andreoni se mantiene en la búsqueda de alternativas que puedan ofrecer aún más beneficios. “Aprovechamos mis viajes al exterior para ver qué están haciendo en otros países”, cuenta. Por ejemplo, ha descubierto el potencial del coriandro y el lupino como cultivos de servicio, lo que le ha permitido diversificar aún más sus sistemas de cultivo.
Las chances de este modelo no solo dependen de la visión de Andreoni, sino también de un equipo comprometido con la innovación y la investigación constante. “En BioRed, somos siete personas, y cada uno tiene su área de especialización”, explica. Este equipo multidisciplinario está compuesto por ingenieros agrónomos, biólogos, especialistas en sistemas de información geográfica (GIS) y otros expertos que trabajan juntos para diseñar y gestionar estos sistemas agrícolas complejos.
El trabajo de equipo no se limita solo a la investigación y el diseño de sistemas agrícolas. También implica la capacitación y el acompañamiento de otros profesionales y productores. “Estamos trabajando con muchas empresas grandes y ayudándolas a generar sistemas más sostenibles”, dice Andreoni. Además, BioRed ofrece un curso de capacitación anual para ingenieros agrónomos, con el objetivo de ampliar el conocimiento sobre prácticas agrícolas regenerativas y crear una red de profesionales que apoyen este modelo.
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A su vez, Lucas está al mando de Agrodesign, una consultora que mediante análisis geométricos, se dedica a elaborar planes de paisajes productivos: “El resultado del diseño de Agrodesign es un establecimiento que resulta innovador, ya que los lotes productivos y las superficies de biodiversidad son un reflejo de los ambientes naturales del campo, a menudo presentando formas curvilíneas, en contraste con superficies de manejo diseñadas mediante métodos convencionales basados en la división ortogonal del terreno”, según explican en su web.
El principal mensaje de Lucas Andreoni es que la sostenibilidad y la rentabilidad no son incompatibles. De hecho, afirma que la agricultura regenerativa es una solución que beneficia tanto al medio ambiente como a la economía. “Este enfoque no es un capricho, sino una necesidad. Cuando uno aplica estas prácticas, está viendo resultados económicos y ambientales claros”, concluye con optimismo.