Aunque la producción regenerativa se asocia principalmente con la ganadería y la agricultura, también puede desarrollarse en otras actividades como la fruticultura. Al otro lado del Río de La Plata, en Uruguay, el productor Martín Guarini se animó a probar esta hipótesis en su campo, más precisamente entre sus limoneros.
“Hace unos cinco años nos volvamos a la producción orgánica y se nos complicó el control de malezas. Probamos soluciones mecánicas, herbicidas orgánicos a base de vinagra, cosas muy costosas y que implicaban mucho tiempo. Finalmente probé con implementar el ovino en los montes frutales”, contó Guarini a Bichos de Campo.
Si bien durante los primeros días el experimento marchó sobre ruedas, la cosa se complicó cuando los animales comenzaron a alimentarse de las ramas más bajas de los frutales jóvenes, causando daños estructurales considerables. Aún así, el productor no estaba listo para rendirse y comenzó a buscar alternativas.
“Al ovino lo vi como una solución porque era barata, y podía conseguir un segundo ingreso con su producción. Por eso le metimos cabeza con mi socio Diego Fraga, que es diseñador industrial, y desarrollamos un bozal que se coloca en el hocico del animal, y que le impide alimentarse del cultivo. Ya van más de dos años que comercializamos el producto en más de diez países con éxito”, celebró el uruguayo.
El bozal, que se comercializa bajo la firma KI Soluciones Sostenibles, es móvil y permite que el animal se alimente con normalidad de cualquier pastura o arbusto que esté por debajo de la línea de su cabeza. La altura depende de la raza ovina, pero los desarrolladores la estimaron entre los 80 centímetros y el metro veinte de altura.
“Siempre nos hablan de ganadería y de agricultura regenerativa, pero poco se habla de la fruticultura y es algo que se puede hacer. Lleva más tiempo, porque son procesos más largos, pero le pueden servir mucho al ganadero”, aseguró Guarini.
Y con el objetivo de ofrecer un producto lo más sustentable posible, los socios entablaron relaciones con una fábrica que les provee plástico reciclado, lo que les permite trabajar bajo la lógica de la economía circular. Además, para diseñar la parte del arnés optaron por trabajar con talleres de costura de mujeres, con lo cual aseguran también tener un impacto social positivo.
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-¿Por qué sentís que la plata más floja del movimiento de la regeneración está en la fruticultura?- le preguntamos a Guarini.
-Lo que yo veo es que ganadería y agricultura son un montón de hectáreas. Ahora hay muchas empresas internacionales apostando a producir fruta, pero igual son áreas chicas. Entonces tenés poca llegada o poco impacto, en un mercado en el que de repente vos te pones a vender algo para ganadería y un montón de gente te va a comprar. En fruticultura no. Para mí la gente tiene miedo de incorporar la ganadería en la fruticultura.
-Pero no sería tan loco pensar en que si hacemos ganadería silvopastoril, podemos hacer esto.
-Exactamente. Nosotros en Uruguay formamos parte de la Sociedad Uruguaya de Silvopastoreo, porque lo que nosotros hacemos es silvopastoreo en montes frutales, que es algo que no se lleva adelante. Al tener animales en los montes frutales les estamos dando sombra en el verano; agua de calidad con el riego, y fertilizamos con sus deposiciones.
-Acá entra el miedo a probar algo nuevo, y también asociado está el miedo a la cuestión de la renta. En este caso, para ustedes el negocio cierra por todos lados.
-Claro, porque vos le estás agregando un piso de producción a lo que es la fruticultura. A mí me gusta decir que en mi caso yo tengo tres pisos productivos: abajo produzco carne con los ovinos, en el medio produzco limones, y arriba tengo abejas que me polinizan y producen miel. Entonces en el mismo espacio de tierra tengo ingresos sin tener que aguantarme en área.