La hecatombe provocada por la chicharrita durante la última campaña maicera, que condujo a la pérdida de unas 10 millones de toneladas de ese grano, ciertamente mantendrá las alarmas encendidas de cara la siembra venidera. Sin embargo, aquellos que se dedican a su estudio desde hace ya varios años, ven con ojos positivos la batería de nueva información que se generó, así como las nuevas relaciones entre los distintos actores de la cadena del maíz.
“Lo que vimos es que era una cuestión que estaba latente, en el sentido de que su presencia no es que apareció de pronto. Ella venía incrementando su población, y llegó a la campaña pasada con los planetas alineados: comenzó a tener condiciones ambientales favorables, humedad, temperatura, y comenzó a tener maíz porque tuvimos un escalonamiento en las fechas de siembra. A eso le tenemos que sumar que puede movilizarse en distancias muy importantes”, señaló a Bichos de Campo Augusto Casmuz, un investigador de la Estación Experimental Agropecuaria Obispo Colombres que viene estudiando a la plaga desde hace años.
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Ahora bien, aún con esos planetas alineados, el especialista en entomología afirmó que no había forma de prever que esto sucedería con la fuerza en que ocurrió.
“Yo hoy te digo esto con el diario del lunes. Pero si vos me decías si en 2023 sabíamos que esto iba a ocurrir no, no lo teníamos previsto”, dijo Casmuz, y añadió: “hoy creo que estamos mucho más preparados este para afrontar este problema. Todo el mundo está hablando de chicharra, todo el mundo sabe dónde se va a encontrar. Obviamente hay un grado de incertidumbre, pero sabemos qué cosas son las que ofrecen mejor resultado. Y no quiero dejar de mencionar que este año también tuvimos un aliado externo que fue el invierno 2024, que nos ayudó a que las poblaciones se vean reducidas”.
-¿Crees que el cachetazo que nos dio la chicharrita surtió efecto?- le preguntamos.
-Después del cachetazo que nos dio, creo que es muy necio pensar que vamos a volver a hacer maíz de la forma en que lo veníamos haciendo antes. Hoy creo que en el desarrollo del cultivo va a tener un peso muy importante el técnico, desde el punto de vista de la planificación, de cuándo lo vamos a sembrar, qué genética vamos a utilizar, además de la parte del monitoreo y el control del vector. El rol de la profesionalización va a ser muy importante para que el maíz siga siendo el eslabón importante en los sistemas productivos.
-Además hubo una revalorización de lo científico.
-Obviamente, se valorizó mucho la parte de investigación acá en el país. Esta es una problemática que abarca distintas aristas, porque está la gente que trabaja en entomología, la gente que trabaja en fisiopatología, la gente que trabaja en el manejo del cultivo, en nutrición. Este es un escenario que implica que distintas áreas que hacen a la agronomía estén focalizadas en aportar herramientas en el manejo de esta problemática. Implica que hoy tengamos que tener una interacción muy fuerte con distintas ramas que hacen al cultivo de maíz.
Buenas tardes: Los buenos investigadores estudian y analizan qué va a suceder con sus modelos de investigación.
Por lo qué leo ni la viste a la chicharrita antes.
Saludos.
Carlos Marescalchi.
Lo que sucedió era más que previsible y se lo venía alertando. Ya en 2005 se informaba a la zona núcleo maicera sobre el avance del achaparramiento del maíz hacia el sur (buscar nota en La Nación Campo del 10/09/2005) y, por ejemplo, en el “5to Congreso Argentino de Fitopatología – 59th Meeting of the APS Caribbean división”, Corrientes, 2021, se disertó sobre “Spiroplasma kunkelii y su vector ¿aliados para boicotear la producción de maíz en el norte argentino?.
Así es…se habla de algo nuevo y no previsto. Como en el covid…decenas de papers advirtiéndolo y no leìdos. Hay científicos que lo vienen advirtiendo en relación al mal manejo de la plaga y su oferta alimenticia.