Son tantas las noticias en el mundo tan convulsionado que vivimos que a veces puede pasar desapercibido un fenómeno trascendente. Eso es lo que el analista de mercados agroindustriales Enrique Erize cree que está sucediendo en el mercado argentino de maíz.
Erize, director de la consultora Nóvitas y profesor titular de la Maestría y el Posgrado de Agronegocios en la Universidad de Buenos Aires, señala que la creciente competencia entre los exportadores y los consumidores de maíz está reconfigurando el sistema de formación de precios internos del cereal, lo que representa un desafío enorme en materia de análisis de ese mercado.
“Hay tres factores hoy claves para el mercado agrícola internacional: Donald Trump, clima y fondos de inversión”, comenta Erize en diálogo con Bichos de Campo.
“Trump vuelve con algunas cosas que son muy positivas, como terminar con la guerra de Rusia y Ucrania. Luego habrá que ver si recrea la ‘guerra comercial’ con China, algo que, si sucede, va a beneficiar fundamentalmente a la soja brasileña. El agro tiene que estar todos los días mirando qué hace Trump porque pasó a ser un factor clave. Los fondos de inversión especulativos que operan en Chicago (CME Group) volvieron al mercado y eso ayuda. Por último, está el factor climático sudamericano y, cuando arranque la nueva campaña 2025/26, el estadounidense”, añade.
– En términos estructurales, ¿sos optimista?
– No, porque sobra soja en el mundo. La soja presenta el escenario más complejo. Por suerte tuvimos un respiro, pero íbamos hacia una catástrofe. En diciembre pasado advertí en los grupos de comercialización y en las conferencias que la soja podía caer hasta los 270.000 $/tonelada. Ahora, con un Trump más conciliador y con una rebaja de retenciones, tenemos precios superiores a los 320.000 $/tonelada. De todas maneras, tenemos que ser muy prudentes porque la oferta de soja es enorme.
– Además, somos vecinos de Brasil, que está levantando una cosecha colosal de soja.
– Sí, eso es una pesadilla para nosotros. EE.UU. tuvo una buena cosecha y los “farmers” tienen la ayuda de los subsidios agrícolas. Los brasileños devaluaron su moneda y con eso acomodaron un poco los números. Argentina no podía seguir como estaba y yo venía advirtiendo que el gobierno tenía que tomar una decisión, que yo esperaba para más adelante, pero afortunadamente llegó antes la rebaja de retenciones. Hay algunos en el campo enojados con (el presidente Javier) Milei, pero hay que recordar el pasado 2 de septiembre, en un acto realizado por el día de la industria, Milei dijo que “para proteger a la industria se le robó al campo y lo único que se generó es un sector adicto al Estado”. Nunca vi a un presidente decir algo así. El presidente está al tanto de la situación del campo, pero su margen de acción es acotado por el desastre heredado de la gestión anterior.
– En soja, ¿conviene aprovechar el momento o esperar?
– En soja la oferta supera a la demanda y Brasil está recolectando una cosecha récord. Aunque la Argentina pierda algunos millones de toneladas por inconvenientes climáticos, eso no mueve el amperímetro. Por eso, una soja por arriba de los 300 u$s/tonelada es para “firmar” si los márgenes proyectados cierran.
– Además Trump, si bien aparenta estar más conciliador que en su primera presidencia, el día de mañana quizás ataca a China y la soja en Chicago se derrumba.
– La variable geopolítica es clave, pero tiene el problema que es muy impredecible. Este es un año para “jugar al empate” en soja, buscando cobertura por una proporción importante de la cosecha 2024/25.
– ¿Qué visión tenés sobre el mercado de trigo?
– En trigo la historia es distinta porque la dependencia de Brasil muy grande. En este aspecto, el hecho de Milei haya dicho que está dispuesto a abandonar el Mercosur si el bloque no le aprueba un Tratado de Libre Comercio con EE.UU. no es una buena noticia. Sin Mercosur, se acaba el Arancel Externo Común (AEC) y el valor FOB del trigo argentina cae unos 20 u$s/tonelada en cuestión de días. Si seguimos en el Mercosur, el panorama para el trigo argentino es favorable por las necesidades de importación del cereal por parte de Brasil.
– ¿Y el maíz?
– El maíz, junto con el girasol, son las “vedettes” de la presente campaña agrícola. En el maíz está ocurriendo un hecho destacable: la competencia de los consumos –avícolas, porcinos, lecheros, balanceados, etcétera– está creciendo de manera significativa y el consumo interno está teniendo una relevancia en la formación de los precios del cereal que yo no la había visto nunca en toda mi carrera profesional, que es bien extensa. Los exportadores vienen realizando programas de embarque que luego no puede cumplir por falta de mercadería y tienen que salir a mejorar precios de manera urgente para originar. Esto nos obliga a cambiar la metodología de análisis del mercado de maíz argentino, ya que la influencia de Chicago (CME Group) pierde relevancia relativa de la mano del poder de compra de las industrias locales consumidoras de maíz. Eso hace que haya que ir con mucha más precaución al momento de diseñar la estrategia de comercialización del maíz, porque las variables por analizar son más complejas, múltiples y con grandes oscilaciones circunstanciales. Se trata de un mercado, por lo tanto, mucho más apasionante, el cual es indispensable seguirlo día a día.
– Además eso se presenta en simultáneo con fondos especulativos en Chicago que están recontra alcistas en maíz.
– Sí. Ahí el USDA nos dio una gran mano con la reducción de estimación de la cosecha estadounidense publicada el pasado 10 de enero. Luego llegó la rebaja de retenciones y eso le dio un impulso adicional a los precios internos del cereal.
– ¿Cuál es tu opinión sobre el régimen de rebaja temporaria de retenciones?
Veo alguna gente enojada con eso, pero es necesario enfocar la medida con la situación vigente poco más de un año atrás, porque venimos de una situación catastrófica en materia macroeconómica y este gobierno tiene una tarea ciclópea entre manos. El presidente (Javier Milei) es un “petardo”, tiene un equipo con poca gente y encima algunos han sido despedidos en sus arranques. Pueden no gustar las formas y el trato, lo que es razonable, pero tiene claro hacia dónde tiene que ir el país.