El potencial de crecimiento que tienen los frutos secos en la Argentina es grande. Pero es fácil decirlo ahora. Hace veinte años no parecía tan claro. En aquel momento, Enrique Frusso se puso a trabajar activamente para dar sustento técnico a las primeras plantaciones de nuez pecán que hubo en el país. Hoy es la segunda especie en importancia, detrás del nogal y por delante del almendro, la avellana o el pistacho.
“El nogal es el principal fruto seco implantado, con unas 17 mil hectáreas, lo que ha servido para sustituir muchas importaciones que venían de Chile. En segundo lugar se ubica el pecán, con unas 8 mil hectáreas, el cual ya genera saldos exportables y divisas. El tercer fruto seco de importancia en el país es el almendro, con 4 mil hectáreas”, describió Frusso en diálogo con Bichos de Campo.
Frusso, que trabaja en el Instituto de Investigación en Recursos Biológicos del INTA Castelar, mencionó un Mapa de Uso de Tierras elaborado por el Instituto de Suelos y la Cadera de Climatología de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), donde se relevan las áreas aptas para el pecán, se contemplan los requerimientos climáticos y edáficos de esa especie, y su potencial en el país. En base a ese estudio, Frusso señaló que aunque los frutos secos suelen estar más extendidos en el Hemisferio Norte, en la Argentina “hay una oferta de superficie, agua y clima, con lo cual no hay limitantes”.
“El potencial de crecimiento en cuanto a superficie y tecnología es muy grande. El INTA acompañó este crecimiento desde el principio, aportando el 90% de la investigación en este cultivo”, enfatizó. Por cierto, un estudio determinó que al Pecán “se lo encuentra distribuido desde Misiones hasta Río Negro, pero con mayor concentración en la zona del Delta del Paraná, donde se lo introdujo alrededor del año 1950, y potencialmente se podría pensar en una posible expansión del cultivo hacia el norte de la Argentina”.
Para Frusso, veinte años después de aquellas primeras plantaciones, lo importante es que ahora la nuez pecán “es un producto de demanda asegurada”, y resaltó que “hay interés productivo con una visión de mediano y largo plazo, porque hay productores que invierten en el cultivo”. En este punto, aclaró que “la clave es contar con una técnica aplicada a maximizar la producción, con un sentido de cuidado del ambiente. Ese es el desafío a futuro y creo que lo llevaremos adelante. Las inversiones generarán mano de obra calificada, y a diferencia de otros países, no tenemos plagas importantes que puedan limitar la producción”.
Mirá la entrevista completa a Enrique Frusso:
El especialista del INTA describió que son unas 3.500 toneladas las que se producen de nuez pecán en la actualidad, pero las plantaciones están todavía lejos de su potencial. Como el rendimiento tope es de 2.000 kilos, al tener 8 mil hectáreas implantadas, el potencial de rendimiento es de 16 mil toneladas, el cual sería alcanzado en 7 u 8 años.
Frusso puso una de cal y una de arena con el pecán. Por un lado dijo que “es un cultivo particular al cual hay que asegurarle un buen prendimiento y luego esperar entre 8 y 10 años para recuperar la inversión”, pero que “después nos reditúa, porque tiene un ciclo productivo de aproximadamente 100 años”.
Frusso, que además es jefe de Trabajos Prácticos de la Cátedra de Fruticultura de la Facultad de Agronomía de Buenos Aires (FAUBA), manifestó que “a los 10 años la planta empieza a rendir 1.000 kilos por hectárea y por año”, pero aseguró que “ese no es el techo, ya que a los 17 y 18 años llega a su máxima productividad de 2 toneladas o 2.000 kilos por hectárea por año”.
Acerca de los beneficios del pecán, Frusso indicó que “es un fruto de alta calidad nutricional. Un 10% de su peso es proteína y un 70% de su peso son aceites con ácidos grasos insaturados, los cuales son altamente benéficos”.
Una particularidad del pecán es que, al ser una especie plástica, se puede plantar no sólo en zonas áridas, sino también en aquellas templadas y hasta húmedas. Hoy las principales provincias donde se cultiva son Entre Ríos, Corrientes y Buenos Aires. El nogal en cambio se planta en zonas más áridas como Catamarca, La Rioja, Mendoza o Río Negro.
El origen del pecán hay que ubicarlo en el Hemisferio Norte, en Estados Unidos y México, y desde allí se diseminó a otras partes del mundo. En Argentina, recién a fines de los ´90 empezaron a desarrollar toda una tecnología de producción de plantas injertadas para darle más sustentabilidad y producción comercial.
El técnico del Instituto de Investigación en Recursos Biológicos del INTA Castelar, recordó que se acercó al pecán en 1998, en la experimental del Delta del Paraná, donde había un pequeño vivero con este cultivo. En ese momento todos los técnicos del área de fruticultura se habían jubilado y lo que hizo Frusso fue empezar prácticamente desde nivel 0 a indagar en el cultivo, que tuvo un crecimiento importante post crisis económica de 2001, donde mucha gente se volcó a invertir en él.
“En un inicio había muy pocos viveros con bajo porcentaje de prendimiento, y el pecán requiere una técnica muy especial. Buen, con esa tecnología tuvimos una mayor tasa de plantación, pasando de una producción de 10 mil a 100 mil plantas por año, lo que nos da entre 8 mil y 9 mil hectáreas implantadas”, remarcó.
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En cuanto a las exportaciones realizadas, Frusso comentó que “ya hemos vendido a países de Europa, Estados Unidos, incluso en Hong Kong, Vietnam, Argelia y Arabia Saudita, donde tenemos un mercado altamente demandante. A su vez, estamos reemplazando importaciones, porque en un momento teníamos un déficit en cuanto a la demanda de frutos secos en el país”.
¿Hay entonces, mercado asegurado para el pecán? “Estados Unidos y México producen el 80%, cerca de 200 mil toneladas, pero la demanda es cada vez mayor, por ende, en los próximos años no tendrá límites por este cultivo. Hace unos 10 años, el valor del kilo de nuez pecán en esos países era de 2,5 dólares, pero por una cuestión climática, que dejó una mala producción de la nuez castilla, ahora China compra el 50% de la producción de pecán de Estados Unidos, y eso elevó su precio de 2,5 a picos de 5 dólares por kilo, habiéndose estabilizado ahora en 3 dólares”, respondió.