Cuando el chubutense Daniel Solis, mejor conocido por sus amigos como Dany, comenzó a criar ovinos de la raza Texel 28 años atrás, jamás pensó que se convertiría en el primero en llevar ejemplares de esa raza a Exposición Ganadera de la rural de Comodoro Rivadavia. Para su sorpresa, este año su cabaña, llamada Las Margaritas, se convirtió allí en la embajadora de esa raza carnicera, que suele asociarse más con las provincias de Buenos Aires, Corrientes y Córdoba que con la cruda estepa patagónica, donde dominan las Merino o las Corriedale.
“La raza es de origen holandés, de la isla de Texel. Es muy famosa porque estos corderos eran comidos por la reina de Holanda. Después se fue extendiendo por Europa y se fueron modificación los biotipos. A la Argentina llegó en 1976 con la familia Plumet, que fueron todos unos adelantados porque en aquellos años era toda una odisea traer genética. Yo la conozco a partir de los 90 estudiando en la escuela agraria”, contó a Bichos de Campo el ganadero Daniel Solis, oriundo de la pequeña localidad de Aldea de las Pampas.
Si bien esa zona está cerca de la Cordillera, tiene buena disponibilidad de agua y por eso se vincula más con la producción bovina que la de ovejas, Solis apostó al ovino como forma de mantener las pasturas naturales de su explotación.
“Estos campos tienen mucha humedad y cuando llega la primavera o el verano crece mucho la maleza. Hay pastos buenos, pero también otros malos, y el vacuno no los come. Aparece el calafate, el chapel, el pillopillo, que son especies arbustivas que van tapando todo. La oveja pasa a ser la herramienta de limpieza de los campos”, señaló el cabañero.
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Los primeros animales que obtuvo fueron algunos que ingresaron a la Patagonia durante un breve lapso, a principios del milenio, en que la barrera sanitaria estuvo abierta. Posteriormente, en 2010, el INTA Esquel ingresó semen y embriones de la raza desde Nueva Zelanda y Australia, lo que resultó clave para desarrollar nuevas líneas genéticas em su majada.
En 2021, tras la salida del Reino Unido de la Comunidad Europea, se abrió la posibilidad de traer nuevo material genético a la Argentina, cosa que Solis aprovechó.
Entre las cualidades que le atraen de esta raza, el mantenimiento de los campos está lejos de ser la principal.
“La zona donde yo vivo tiene un régimen de lluvias superior a los mil milímetros. Eso hace que la raza, al ser de lana gruesa, se moje, se sacuda y siga. Una raza de lana, con la densidad que tiene, lo sufren una barbaridad. Por otro lado, los campos en la zona son chicos y no tenemos la extensión de 10 mil o 20 mil hectáreas como tiene el resto de la Patagonia, donde podés criar miles de ovejas. Entre criar una oveja cualquiera, decidí criar una con estos beneficios. A eso se suma su eficiencia en reproducción y la nula necesidad de grandes planes sanitarios. La raza se defendió sola, ella hizo su camino para mantener su lugar”, destacó Solís.
A eso se sumó que frente a un escenario de baja rentabilidad de la lana, los esquemas que ofrecía esta carne comenzaron a resultar muy atractivos. Aún así, el ganado reconoció que falta ajustar el eslabón de la comercialización, para que los consumidores lo puedan adquirir en forma masiva.
“En Patagonia somos ovejeros, por lo que el comercio de una oveja, capón o cordero nos resulta normal. De la barrera sanitaria para arriba, se perdió la cultura del ovino. Hay que seguir trabajando para poner en la góndola un animal que se pueda sostener con un valor sustentable y que la gente lo pueda consumir”, sostuvo.
-¿Qué dicen los estancieros de la meseta, acostumbrados a manejar grandes extensiones de tierra y majadas numerosas? ¿Se copan o todavía te miran raro?- le preguntamos a Solis.
-Hay de todo. Naturalmente nosotros intentamos mostrarlo y conversar de las virtudes, pero es normal que haya gente que está en busca de la finura de la lana, del rinde y todo eso. Esto no tiene nada que ver con el esquema lanero y es absolutamente disruptivo. Pero también está la gente que empieza a tener otra mirada, que lo está aceptando. Hay gente que lo ha probado y los resultados han sido buenos. Esa es nuestra meta, que vaya avanzando para poder mejorar ese aspecto de carne. Mi pretensión no es que cambien su merino o su corriedale por el texel. Solo que tenga una opción más. Después el tiempo dirá hacia dónde se va perfilando todo esto.
“Yo personalmente puedo decir que el trabajo ha sido positivo porque hemos vendido animales a Neuquén, a Río Negro, a Santa Cruz a lo largo de estos años y la gente siempre quedó conforme. Esa es la satisfacción que a uno le queda de lo que está haciendo, porque lo que uno vio hace mucho tiempo no fue algo tan equivocado”, añadió a continuación.
-Está el que se asusta con los cambios y el que es más proclive a aceptarlos.
-Y se entiende, es normal, a todos nos pasa lo mismo. A veces es difícil salirnos de nuestro circuito, donde ya nos manejamos para probar algo que es totalmente desconocido. Es como todo. Hoy en un mundo que está totalmente globalizado todo se mezcla con todo. ¿Por qué no encontrar canales de posibilidades de trabajo? Sobre todo es una experiencia muy linda también poder interactuar con otra gente que está en otro ámbito que nosotros. Estamos focalizados en esta actividad. Y aquí se socializa, se hacen amigos, de eso se trata.