Las empresas que producen y exportan ciertas “especialidades” agrícolas, como el maní, la chía, el garbanzo, el girasol confitero o el maíz pisingallo, han decidido en las últimas horas poner un freno a sus embarques, debido a que fueron incluidas en la reducción de los plazos de solo 15 días para liquidar las divisas generadas en cada negocio. Esto es literalmente imposible. Pero el Banco Central les exige ingresar los dólares a los 15 días del permiso de embarque, cuando ellas cobran el mismo luego de algunos meses.
Es la Argentina, estúpido. En un país necesitado de dólares genuinos las normas se escriben sin tomar en cuenta las particularidades de los distintos negocios de exportación. No es lo mismo que el Banco Central pida a una multinacional que exporta un barco completo de maíz o harina de soja que traiga rápido sus dividas, que haga una exigencia similar para quienes exportan apenas uno o dos contenedores de granos especiales, provenientes de las economías regionales.
Una fuente de ese sector explicó que debido a las nuevas medidas del Banco Central dictadas el jueves 5 de septiembre, que limitó a 15 días los plazos para el ingreso de divisas por la exportación de granos y sus derivados, hay varias economías regionales que se ven en un serio problema, sencillamente porque la medida “es de cumplimento imposible”, según explicó.
¿Qué quiso decir? Pues que para estas empresas de menor calibre que las grandes cerealeras es imposible disponer de los dólares y traerlos al país a las dos semanas de haber concretado el embarque, sencillamente porque usualmente este cargamento no llegó a su destino y mucho menos ellas cobraron lo que correspondía. “Nadie vende especialidades y las cobra a los 15 días de embarcadas. Se da plazo y el tránsito marítimo hasta los destinos es en promedio de 40 días”, explicó la fuente.
Según el empresario, en este contexto, las empresas productoras de este tipo de cultivos decidió frenar sus exportaciones a la espera de una medida correctiva de las autoridades monetarias, que una vez más, en un crónico desconocimiento de la producción, mezclaron soja con chía, trigo con maní, maíz con pochoclo.
Hace unos meses, a modo de ejemplo, Bichos de Campo hizo un programa especial sobre la economía del maní:
“El gobierno debe corregir este severo error de forma urgente”, reclamó el empresario consultado. Explicó que las empresas decidieron no exportar más hasta ver qué sucede porque “las sanciones son tan severas por no ingresar las divisas en tiempo y forma que puede generar una contingencia por ley penal cambiaría enorme para las exportadoras”.
En esta volteada cayeron muchos. Según informó el diario La Nación hace pocos días, uno de los sectores que reclama un estiramiento de los plazos de liquidación es la poderosa Cámara Argentina del Maní, una economía regional que aporta varios puntos al PBI de Córdoba.
También los exportadores de maíz pisingallo reclamaron por carta a las autoridades esa modificación y advirtieron por una suspensión de los embarques, que ahora se confirma. La Cámara de Procesadores y Exportadores de Maíz Pisingallo (Campi) señaló que este producto fue considerado en la norma oficial del BCRA como un maíz común siendo que es una especialidad que tiene otro tipo de comercialización. Pidió extender los plazos a 180 días.
Por ahora, en este contexto, las exportaciones han quedado paralizadas. Ya está visto que a la idiotez de algunos funcionarios de Economía que determinan cosas sin conocer a los sectores productivos y sin consultar a quienes los conocen (es recurrente que el Ministerio de Agricultura no sea preguntado en estas instancias) se suma una idiotez superior: que los mismos funcionarios finalmente reconozcan que cometieron un error en general lleva varias semanas.
El Ministro de Agricultura se esfuerza para qué los argentinos exporten y el ministerio de Economía pone “palos en la rueda” seguramente es una orden del anterior ministro Dujovne que quedó para el olvido por mal funcionario.