Abel “El Negro” Gaido es productor en San Pedro, una localidad del norte bonaerense con mucha tradición viverista. En esa zona, es de los pocos que se mantiene haciendo cítricos bajo cubierta. Sucede que fue una de las plantas que aprendió a manejar desde muy chico y se resiste a abandonarla, pese al paulatino retroceso de la famosa naranja de San Pedro y su reemplazo paulatino por otras frutas.
Desde 2012 -después que el Senasa dispuso que la producción y comercialización de plantas cítricas debía ser en invernáculos con mallas anti insectos, para prevenir el avance del temible HLB- el productor, acondicionó un pequeño invernadero dentro de sus 8 hectáreas para seguir con la reproducción de plantines seguros de naranjos y limoneros.
Con esta decisión de mantenerse multiplicando estos frutales para uso domestico, quizás Abel figure como un testarudo. Particularmente porque las exigencias de producción, no se reflejan en el mercado. Sin embargo, la principal motivación del productor es que no desaparezcan “los mejores cítricos del país”.
“Trato de seguir haciendo lo que aprendí de chico. Eso sí, transformando la manera como se hacía antiguamente a campo. Ahora pasamos a invernaderos con todas las certificaciones que eso incluye desde el año 2012 para acá. Pero el mercado nos está limitando bastante por una cuestión de costos. Estamos tratando de poner el hombro para poder seguir haciendo el cítrico de San Pedro, que para mí tiene más resistencia y fructifica antes que los de otra parte del país”, dijo Gaido en su diálogo con Bichos de Campo.
Para hacer este cultivo, se necesita más que la estructura de un invernadero y conocer las labores culturales. Aqui la clave del éxito está en regar las posturas con agua de lluvia. “Cuando vos producís bajo cubierta, el clima o la lluvia no te agarran. Las plantas lo necesitan y el agua que tenemos es pesada. Entonces lo que tratamos de hacer es ir intercalando, y cuando tenemos agua de lluvia lo que hacemos es recogerla y usarla” dentro del invernadero, explicó.
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“En la época que no llueve es más complicado y se trata de hacer con fertirriego. Pero es imposible igualar el agua de lluvia. Surgen problemas y deficiencias que hay que ir corrigiendo continuamente, pero si queremos hacer esto no nos queda otra que intentar hacerlo lo mejor posible”, agregó.
-¿Es una particularidad de San Pedro hacer plantines exclusivamente para uso doméstico, para traspatio?
–Si, solo para traspatio, porque San Pedro, tal vez es un caso muy especial, y no se está plantando para montes de fruticultura, a diferencia de Entre Ríos y Corrientes. San Pedro por cuestiones de demanda en el mercado fue perdiendo eso. Entonces nosotros hacemos cantidades más chicas, para traspatio.
Sin embargo Abel, a pesar de tener solo 8 hectáreas de vivero y hacer allí pocas cantidades de cítricos reconoce que se hace cada vez mas difícil encontrar personas dispuestas a hacer un trabajo manual y exigente como los que se realizan al interior de un vivero.
“Hay una realidad que por ahí siempre pasó y pasa más aún. La gente elige otros laburos menos sacrificados que el campo. Entonces se va perdiendo cantidad de gente. Obviamente el chico que estudia ya está apuntando a otra cosa y no a trabajar el campo. Entonces por ahí, esa es la causa de que no haya tanta mano de obra como lo había antes. Pero tenemos que irnos arreglando con lo que hay, con la gente grande y el pibe joven que le gusta esto”, indicó Gaido.
En este aspecto, el experimentado productor, le ve grandes ventajas a la producción en contenedores o macetas. “Yo creo que está bueno en ir tratando de cambiar la producción a campo y tratar de hacer más plantas envasadas”, reflexionó.
El Vivero Gaido, si bien es uno de los pocos que se mantienen con los cítricos, también responde a la lógica que caracteriza a esta actividad en la zona: hacer distintas variedades de plantas en una pequeña poción de tierra. “Hacemos algo de rosales de sanidad controlada, un proyecto que se hizo hace unos años con la cámara de viveristas y ahora con el INTA. Somos un vivero familiar mediano, pero tratamos de hacer casi todo, como jazmín, arbustos y algo de árboles para sombra”, detalló.
El Negro Gaido, además ser uno de los viveristas más consagrado en esta región, también es un histórico productor de batatas, otro cultivo característico de esta zona. Actualmente lo encara uno de sus hijos, pero al que él le transmite su vasta experiencia.
“Con la batata siempre estuve relacionado, somos pequeños productores. Pero hace unos años es mi hijo el que se ocupa y yo lo ayudo, como él me ayuda a mí. Entonces más allá del negocio en sí, nos distingue que hacemos la batata que dicen que es la más rica. fuimos por ahí un poco tratando de diferenciarnos y hoy en día nos especializamos en las variedades de Boniato Zanahoria y Enamorada INTA. Tratamos de no hacer una variedad sola”.
-¿Un pequeño productor como usted, cómo se las arregla para sostener su campo? ¿Existe algún pedido especifico al gobierno por parte de los viveristas?
-hoy en día, si hay que pedir cosas específicas, lo que estamos trabajando con rosas necesitamos que se le sigan bajando los costos a la certificación. También nos gustaría tener acceso a créditos para financiarnos mejor a la hora de cambiar tecnología y acceder a los sistemas de análisis para producir de forma más sustentable.
Me agradaría ser informado sobre cuestiones relacionadas con la permacultura.