El cordobés Daniel Alberto Garrido, oriundo de la localidad de La Carlota, siempre soñó con tener su propio campito. Lejos de imaginarse como un gran terrateniente, él se ilusionaba con su propia chacra donde criar a su familia. Fue Rosmary, una vecina de la zona, la que un día le dio esa posibilidad.
“Me vendió un campo chico, de 12 hectáreas. Ella me contó que su papá tuvo la ilusión de vivir en el campo pero nunca se le dio. Y bueno, nosotros hicimos la casa, crié a mis hijos, y le pusimos ‘La Ilusión’”, recordó Garrido en conversación con Bichos de Campo.
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Otro sueño que logró concretar fue que sus hijos tuvieran estudios para “desempeñarse en la vida”. Hoy uno de ellos, Kevin, es técnico en Seguridad e Higiene; y Maximiliano, con quien trabaja a diario, es ingeniero agrónomo.
“Cuando se recibió de ingeniero, Maxi viene y me dice que tiene la idea de hacer un proyecto con ovinos. Nosotros veníamos del cerdo. Me cuenta que está la raza Dorper y que quiere empezar a profundizarla. Yo ni la conocía así que le digo de arrancar”, contó el ganadero.
Aquella iniciativa los condujo a comprar sus primeras ovejas y a hacerle honor al nombre del campo, al ilusionarse con esta nueva actividad.

“Es un animal totalmente distinto pero muy redituado. A diferencia del bovino que te da un ternero por año, estos cada dos años te dan tres crías. Y es un animal que puede gestar en cualquier época del año, distinto de otras razas que son más estacionales”, explicó Garrido.
A esas cualidades, los devenidos criadores sumaron otras de gran interés: la rusticidad, la adaptación a diversos climas y la presencia de pelo, en vez de lana, algo clave si no se quiere invertir en tareas de esquila.

“Ya hemos vendido animales a Santiago del Estero, Catamarca, San Luis. Son todo terreno, se manejan sin problema. Y son carniceros y magros. No tienen esas betas de grasa que tienen otros corderos, por lo que el sabor es totalmente distinto, mucho más suave”, señaló el cordobés, que ya sumó a su rodeo genética importada desde Nueva Zelanda y Paraguay, con muy buenos resultados.
Hoy los Garrido ya se calzan el traje de cabañeros, y desde hace cinco años compiten con otros en nombre de “La Ilusión”.

“Fuimos a competir a Armstrong, a Río Cuarto, hemos sacado Gran Campeón y Reservado Gran Campeón. Después llegamos a competir a nivel nacional para saber dónde estábamos, y salimos segundos en la categoría machos. Se ve que estamos orientados bien en lo que estamos haciendo”, destacó con orgullo el productor.
Pero aún con años de acumular sueños cumplidos, el cordobés asegura que tiene otra ilusión en la mira.
“Lo que falta es una política de estado que le dé más énfasis a esto, porque la gente compra el ovino, lo reproduce, pero el mercado se lo frena. El consumidor no está acostumbrado. Hay que darle más volumen, más explicaciones, poner más propaganda. El Estado debe enseñarle a la gente cómo consumir el cordero, que puede ir como carne desmenuzada, estofado, milanesas, hay cortes bárbaros”, indicó Garrido.
Y remarcó: “Y hay que hacerlo con los pequeños productores, que tiene 10 o 12 hectáreas, porque hay muchas chacras y quintas. Hoy lo que producimos no nos alcanza, lo vendemos todo. Tenemos que ir profundizando esto y para mí sería importante que el estado siga”.




