jueves, noviembre 21, 2024

¿En qué consisten los silos proteicos que llevan soja como si fuera el dulce de leche de un alfajor?

Para llegar al establecimiento de Los Pozos (Salta) es necesario atravesar unos 120 kilómetros de ripio desde las ciudades de Las Lajitas (al norte) o Joaquín V. González (al sur). Allí, Cresud debió montar un emprendimiento productivo, pero también una comunidad, para generar así un polo de desarrollo tanto social como económico que se encuentra en equilibrio con el ambiente.

De las 240.000 hectáreas disponibles, se encuentran en producción 60.000, las cuales disponen de reservas y cortinas de monte nativo adecuadas para que la fauna local pueda trasladarse sin mayores inconvenientes por la región.

La actividad agrícola ocupa unas 26.000 hectáreas; buena parte del maíz y la soja se emplea para alimentar un rodeo de ciclo completo y así agregar valor a los granos de manera significativa, pues el flete hacia las terminales portuarias de Rosario –con más de 1000 kilómetros de distancia– representaría un costo excesivo.

En su mejor momento, el establecimiento llegó a contar con más de 57.000 bovinos, pero las precipitaciones por debajo de la media histórica recibidas en las tres últimas campañas, junto con la transformación de lotes ganaderos en agrícolas, los obligó a reducir el plantel hasta llegar a las actuales 32.000 cabezas. El hecho de disponer de protocolos para llevar adelante las diferentes tareas les permitió mantener estables, tanto los índices reproductivos como productivos.

“Sabemos que, si para el mes de enero o febrero no cae una determinada cantidad de milímetros, la producción de las pasturas de Gatton panic no será la adecuada, por lo que actuamos en consecuencia reduciendo la carga animal para adaptarla a la oferta forrajera proyectada”, explica Tomás Cavanagh, médico veterinario y gerente ganadero de Los Pozos, establecimiento en el que trabajan 105 personas y es integrante del CREA Anta (región NOA).

Tomás, quien antes gestionaba los tambos de Cresud, llegó a Los Pozos en 2013 con la meta de intensificar la producción: un desafío enorme en una zona con un semestre húmedo –en el cual la producción forrajera explota– seguido por otro semestre seco en el cual la oferta de pasto se desmorona, tanto en cantidad como en calidad.

En la estación húmeda comenzó a implementar pastoreos rotativos con alta carga animal, mientras que en la estación seca incorporó “silos de autoconsumo proteicos”: silos de maíz o de sorgo que, en el medio, como si fuera el dulce de leche de un alfajor, lleva incorporado poroto de soja.

“Con los silos proteicos podemos lograr ganancias en la recría durante el período invernal que oscilan entre 650 y 700 gramos diarios por cabeza. Se trata de una tecnología que el personal puede manejar fácilmente y es muy efectiva”, comenta en un artículo publicado en Contenidoscrea.org.ar

Como los silos se confeccionan entre los meses de abril y mayo, período que coincide con la cosecha de soja de primera, se aprovecha el momento para armar, además, los “silos proteicos” que servirán de alimento para los animales en el período seco.

Otra de las innovaciones implementadas –en una zona difícil y aislada no queda otra que ser creativo– es el servicio de vaquillonas de 18 meses de edad con inseminación a tiempo fijo (IATF) a partir del mes de julio, para tener pariciones en abril/mayo y destetes de terneros/as de 110 kilogramos en agosto/septiembre.

“Esa vaquillona de primer parto recibirá IATF en diciembre para lograr un índice de preñez del orden del 60%, el cual sube hasta el 93-95% luego del repaso con toros. Posteriormente ingresa al lote cabeza y comienza a parir a mediados de septiembre”, apunta Tomás.

En el ejercicio pasado, a pesar de las dificultades climáticas, la empresa logró un índice de preñez promedio en el rodeo de cría del 88,4% (nada mal para una campaña muy floja de pasto).

El establecimiento cuenta con tres cabañas propias de Braford, Brangus y, la última incorporación, Brahman. El principal cliente es la propia empresa, aunque una parte de los reproductores se comercializa en remates anuales llevados a cabo con otras cabañas de la región.

Mientras que las vaquillonas de primer servicio reciben 60 días de servicio, las vacas tienen los toros a disposición durante 90 días. “Al emplear los mismos toros en vaquillonas que en vacas, con apenas 600 ejemplares logramos atender unos 15.000 vientres, entre vacas y vaquillonas, para lograr que un 60% del rodeo de cría sea cabeza; un 30% cuerpo, y apenas el 10% cola. Trabajar con esta metodología en un esquema protocolizado es altamente eficiente”, comenta el gerente de Ganadería de Los Pozos.

La meta es lograr la mayor cantidad de novillos pesados y vacas gordas con destino a exportación para promover el mayor valor agregado en origen, aunque eso depende, claro está, del factor climático. Este año, por falta de recursos forrajeros, debieron vender algunos terneros machos logrados. El establecimiento está habilitado como proveedor de cuota Hilton para la Unión Europea.

“En algunos casos hemos adelantado tactos para acelerar la venta de vacas vacías, además de implementar destetes anticipados. La prioridad es siempre la fábrica, que es la vaca de cría. Cuando los recursos forrajeros no acompañan, procedemos a liberar campo”, remarca Tomás.

La empresa provee al personal un ómnibus para llegar al establecimiento y cuenta con casas muy bien equipadas donde permanecen para trabajar en un régimen de francos rotativos. El establecimiento cuenta con plena conectividad en todos los sectores.

El abastecimiento energético se realiza con grupos electrógenos, aunque recientemente probaron el uso de paneles fotovoltaicos (energía solar), que, si bien logró proveer electricidad a un módulo de viviendas con gran eficiencia, generó problemas al momento de requerir repuestos y servicios de reparación.

El establecimiento está compartimentado en seis módulos ganaderos, cada uno de los cuales tiene un médico veterinario externo asignado para gestionar las tareas reproductivas. “Un equipo de veterinarios muy profesional nos visita en los períodos intensivos de trabajo y permanece entre una y dos semanas en el campo para realizar los trabajos y protocolos estipulados”, apunta Tomás. El 100% de la hacienda cuenta con caravana electrónica para asegurar la completa trazabilidad del rodeo.

La empresa dispone, además, de una asistente social –coordinada por un licenciado en Recursos Humanos– que se encarga de gestionar los requerimientos de las familias de los empleados en lo que respecta consultas médicas, además de las necesidades especiales de niños y adolescentes con discapacidad. Otro profesional del área de seguridad e higiene, además de verificar a los contratistas –dado que todas las tareas de siembra, ensilado, pulverización y cosecha se tercerizan–, se encarga de monitorear las condiciones de trabajo y habitacionales del personal de la empresa.

Cresud donó a la provincia de Salta una escuela albergue en el Paraje Los Pozos, donde los estudiantes, tanto de primaria como de secundaria, permanecen de lunes a viernes y reciben clases virtuales de profesores de diferentes materias para ser asistidos presencialmente por maestras de apoyo.

“Este año, en el marco de un convenio con las autoridades educativas de la provincia, incorporamos un programa para que aquellos integrantes del personal que no tengan el primario completo, puedan terminarlo; próximamente lo ampliaremos también al nivel secundario”, resalta Tomás.

La empresa también montó en Los Pozos un puesto sanitario, conformado por un consultorio médico y odontológico que cuenta, en el marco de un acuerdo con la provincia, con la presencia permanente de un enfermero. Dos veces año recibe la visita de médicos para realizar consultas presenciales.

A pesar de estar tan lejos de zonas desarrolladas y de trabajar en un ambiente complejo y difícil, la empresa logró crear una gran área de desarrollo económico y social que benefició de manera importante a la comunidad de esa región salteña.

“La ganadería tiene márgenes más bajos que la agricultura, pero es mucho más estable en el tiempo y además permite valorizar la producción de granos y promover el desarrollo y el arraigo rural; se trata de una actividad excepcional que debe ser promovida y cuidada”, concluye Tomás.

 

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