Un muy buen informe del mercado ganaderos de rosario, el Rosgan, se preguntó con muy buen tino si las altas tasas de faena de hembras que se están registrando estos meses podrían impactar sobre el stock bovino, actualmente de 54 millones de cabezas. También analizó la idea de quienes, desde una mirada tranquilizadora, sostienen que con la mejora de la tasa de destete que se registra últimamente no se corre ningún peligro, pues la cantidad de terneros que se necesitan se logra incluso con un menor número de vacas del que teníamos.
Mirando un cuadro que acompaña ese trabajo y que compara los indicadores ganaderos que se registraban en la Argentina en abril pasado con los de otros países ganaderos del mundo, nos damos cuenta que los productores locales -en materia de productividad- están cursando recién la escuela primaria. ¿Por qué? Porque más allá de que sus indicadores productivos alcancen o no para hacer frente a la mayor demanda de vacas desde China (el tópico que analiza el informe), queda claro que la ganadería tiene mucho por aprender y aplciar si quiere hacer carrera en el mercado internacional de carne, y sin hacer bosta su stock como ya sucedió en otras ocasiones.
Miren el cuadro:
Esta comparación es ilustrativa de lo que sucede realmente, más allá de la coyuntura. El análisis es nuestro y no del Rosgan: En materia de productividad ganadera, la Argentina sigue siendo muy ineficiente frente a países semejantes, y sigue basando su producción de carne en el stock de bovinos más que en aprovechamiento que hace del mismo. En la escuela de la productividad ganadera, solo supera a Brasil. El vecino país también se ubica en el podio de los productores y exportadores de carne bovina a costa de tener un rodeo muy numeroso y no necesariamente por las virtudes de sus sistemas ganaderos.
Tomemos la tasa de extracción, que es en el caso de la ganadería la relación entre la faena de animales con el stock del que se partió para realizar esta faena. En el caso de la Argentina, ese indicador se ubicaba en abril en torno al 25% (en 2018 se faenaron 13 millones de cabezas sobre su stock de 54 millones). Es decir que se faenaba 1 de cada 4 bovinos disponibles.
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Salvo Brasil y Uruguay, que presentaron índices de extracción menores al nacional, el resto de los países exportadores de carne mostraban resultados mucho más robustos: Nueva Zelanda llegaba al 40%, Estados Unidos al 36% y Canadá y Australia al 30%.
Otro indicador que refleja la productividad ganadera es el índice de destete, que es la cantidad de terneros logrados en función de las vacas disponibles. En este caso Argentina obtenía en promedio 61 terneros cada 100 vientres (61%), que es un resultado bastante pobre respecto del 93% de Canadá, del 89% de Estados Unidos, del 80% de Nueva Zelanda y del 70% de Australia. En este caso uruguay también supera a los locales, con 64%. Y Brasil vuelve a quedar atrás, en solo 47%.
Una tercera manera de medir la eficiencia de la ganadería es saber cuántos kilos de carne se logran en el país en comparación con el stock. Aquí, además de la tasa de extracción, interviene el peso promedio de faena de los animales. En el caso argentino el indicador se ubica en 56 kilos, menos de la mitad de los 131 kilos que se obtienen en los Estados Unidos, donde se procesan animales de mucho mayor peso.
Volviendo al informe del Rosgan, que recomendamos leer con atención, se reconoce que “es cierto que la tasa de destete en Argentina ha mejorado levemente en las últimas dos zafras, alcanzando un 62,6% en marzo de 2019 desde el 60,5% registrado en marzo 2017”. Y se acepta que “desde ya esta mejoría ayuda a compensar parcialmente una caída en el stock de vientres dado que con menor número de vacas es posible producir más terneros”.
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Pero los analistas rosarinos advierten que en una mirada más integral es muchísimo lo que queda por recorrer: falta terminar la primaria, la secundaria y la universidad. Y ahí aportan un segundo cuadro bastante ilustrativo de cómo la ganadería Argentina repite de curso año tras años y no logra pasar de grado:
“Analizando lo sucedido en los últimos 50 años, vemos que en el caso de Argentina, el stock nacional lejos de haber crecido se ha contraído en aproximadamente 3 millones de cabezas desde la década del ’80 a la fecha, a diferencia de Brasil que, en el mismo período, duplicó su stock pasando de 115 millones de cabezas a los 238 millones actuales”, puntualiza el trabajo.
Desde esta mirada de largo plazo, “claramente, un stock relativamente estabilizado durante cinco décadas no es más que el resultado de un nivel de procreo o destete estancado y tasas de extracción de equilibrio que debieron necesariamente estabilizarse para sostener dicho stock”.
Hasta Brasil, que viene del jardín de infantes, hace mejor las cosas que nosotros. En su caso, por cierto, “la duplicación de su stock en los últimos 50 años fue posible al mantener su tasa de extracción estabilizada pero aumentando conjuntamente el porcentaje de hembras en stock (del 41% al 52%) y el porcentaje de destete (del 38% al 44%)”.
No sería raro, a este ritmo, que lo veamos pasar de largo.