Una muy buen trabajo, llamado “Análisis Histórico, Crisis Estructural y Situación Actual de las Existencias Ovinas en Chubut (1875-2025)”, expone que la cantidad de ovejas existentes en dicha provincia cayó a menos de la mitad en los últimos 40 años, convirtiendo lo que antes era una actividad económica central simplemente en una “actividad de nicho”.
El estudio realizado por Pedro Eugenio Sánchez explica que “la producción ovina en Chubut experimentó un ciclo completo de expansión, consolidación y fuerte declive, influenciado directamente por factores económicos y ambientales”. Así las cosas, pasó de las primeras 47.000 cabezas del primer registro que data de 1895 (hace 130 años) a un pico máximo de 6.421.000 ovinos en 1978 (casi cinco décadas atrás) y ahora se ubica en menos de la mitad de esa cifra, con 2.979.864 cabezas registradas en 2025.
“La serie histórica de existencias ovinas en Chubut refleja una profunda transformación productiva. El sector pasó de ser una potencia de volumen (6.4 millones de cabezas) a una actividad de nicho y de alta calidad (2.9 millones). La caída del 53,59% es la manifestación directa de la doble presión de una crisis económica global (con el colapso de los precios internacionales de la lana) y la vulnerabilidad ante desastres naturales y sequías”, es una de las conclusiones de este trabajo.
Sánchez considera que “el desafío actual de la provincia ya no es recuperar el volumen histórico, sino asegurar la sostenibilidad económica y ambiental del stock remanente, maximizando la rentabilidad por cabeza a través de la calidad de la fibra y la valorización de la carne, como se promueve con la Ley Ovina y la Indicación Geográfica”. Lamentablemente la Ley Ovina ha sido desfinanciada por la actual conducicón del gobierno nacional.
A ´partir de estos datos, el autor divide la historia de la ganadería ovina chubutense en tres etapas históricas: la de expansión va entre 1898 y 1937 y se caracteriza por una explosión del stock y la colonización del territorio de la mano de una gran demanda de lana desde Europa; la de amesetamiento entre 1958 y 1978, donde se logra el máximo stock, y el “declive estructural”, con la caída de las majadas de la mano de la crisis del mercado lanero y los eventos climáticos.

Según el trabajo, la pérdida de 3.441.136 cabezas en el último período, que representa una caída del 54% del stock, se ha concentrado especialmente en los últimos 15 a 20 años. Entre las causas para semejante retroceso cita básicamente dos.
La primera es la crisis estructural del Mercado Lanero que erosionó la rentabilidad de los productores y cuyo inicio debe buscarse en la década de los 70 con el “auge de las fibras sintéticas, que comenzó a desplomar los precios de la lana”. A partir de allí también nació el “sistema de precio sostén de intervención estatal de Australia, que implicó guardar stock masivo de lana entre 1987 y 1991, generó una
sobreoferta de lana al liberarse, lo que derrumbó el mercado”.
A partir de esta nueva situación de bajos precios, “la necesidad de un mercado lanero más exigente en calidad demandó mayor inversión, lo que, combinado con la falta de inversión, llevó al abandono de campos”.

El otro factor fue el climático, ya que “las pérdidas económicas se agravaron con desastres naturales que causaron una reducción directa y masiva del stock”. A saber:
- Actividad Volcánica: La Erupción del Hudson (1991) depositó ceniza volcánica en las pasturas, contribuyendo a la drástica reducción de stocks
- Fenómenos Climáticos Agudos: Las nevadas (1994-95) fueron un factor extremo que redujo drásticamente los stocks debido a la mortalidad directa.
- Presión Ambiental Crónica: Las condiciones climáticas adversas como las sequías son problemas estructurales que limitan la capacidad de carga.
- La presión de fauna silvestre (guanacos y predadores) agrava la situación, compitiendo por pasturas.
Sánchez considera que “a pesar del abandono de campos y la pérdida de stock, la actividad ovina se mantiene gracias a un enfoque en la calidad y la diversificación”.
“La actividad lanera sigue viva. En la zafra 2024 se exportaron casi 15.000 toneladas de lana limpia. Chubut mantiene un estatus sanitario favorable que le permite acceder a mercados exigentes. La calidad de su fibra la mantiene posicionada entre las mejores en el mundo en este rubro”, se ilusiona el autor.





