Aunque no llega a integrar el ranking de los primeros cinco productores mundiales de soja, Rusia no es ajena al cultivo de la oleaginosa y en los últimos diez años ha logrado aumentar su presencia en ese mercado.
De acuerdo con el último informe de las Consejerías Agroindustriales publicado por la Subsecretaría de Mercados Agropecuarios y Negociaciones Internacionales, ese país prevé este año aumentar la superficie total destinada a ese cultivo en un 9% respecto de 2023.
Así, de las 6,7 millones de toneladas obtenidas en la campaña anterior –una cosecha récord según sus estadísticas- espera llegar las 7 a 8 millones de toneladas, con vistas a lograr la autosuficiencia de ese producto.
Ahora así la cosecha de soja argentina puso “primera” para avanzar a un buen ritmo
En los últimos diez años, Rusia multiplicó la superficie cultivada con soja, pasando de 1,5 millones de hectáreas a 3,5 millones. Claro que esto parece poco si se tiene en cuenta que Argentina supera las 17 millones de hectáreas destinadas a esa oleaginosa. Pero es Rusia. Pese a sus dimensiones, no son muchas las zonas donde puede producir este cultivo.
“El interés en la producción se debe a la creciente demanda mundial de soja y sus productos procesados, así como a un conjunto de medidas de apoyo gubernamentales”, indica el informe.
Y al crecimiento de la superficie cultivada y la producción se debe sumar también el del procesamiento. Esto se debe a que en los últimos cinco años el país puso en marcha a la mayoría de sus nuevas plantas de extracción de aceite, lo que le permitió escalar la industrialización de soja en un 20%, la del girasol en un 30% y la de la colza en un 130%.
En lo que respecta a las exportaciones, si bien no se trata del principal producto exportado por ese país, ciertamente buscan escalarlo.
En el rubro de la harina de soja, otro subproducto de la industrialización del poroto, Rusia exportó en 2022 unas 586.000 toneladas a países como Alemania, Turquía, Uzbekistán, Azerbaiyán, entre otros de la región.
El dato más curioso de las exportaciones de ese año se desprende de un negocio con Estados Unidos, su archienemigo eterno y el mayor productor mundial de soja, por 31 millones de dólares. Aunque es ínfimo en comparación a los negocios internacionales, no deja de llamar la atención.