Algunas historias del gremio de la carne son realmente delirantes.
En el predio de Cassaux 2554, en la localidad de Mariano Acosta, partido de Merlo, donde desde mitad de 2024 opera un frigorífico supuestamente cooperativo que fue inaugurado nada menos que con la presencia del gobernador bonaerense Axel Kicillof, está ubicada también la sede de la histórica Cámara Argentina de la industria Frigorífica (Cadif).
Pero se trata de un sello, de otra pantalla.
Como la falsa cooperativa de trabajo Familias Argentinas, que es la que opera el frigorífico Mariano Acosta y la que ahora llenó el mercado ganadero con cheques sin fondos por 4.000 millones de pesos, esa cámara empresaria tampoco tiene socios reales, pues hace unos seis años que fue “choreada” a sus dueños originales, los grandes frigoríficos del conurbano.
Basta ingresar ahora a la página web de Cadif para confirmar que “por razones operativas, la Comisión Directiva ha resuelto trasladar, de manera temporal, su administración a la sede de la Provincia de Buenos Aires sita en Roberto Casaux 2551, esquina Empedrado, Mariano Acosta”. Se trata del mismo lugar donde funciona el frigorífico homónimo que ha sido noticia en las últimas horas ya que desde septiembre dejó de pagar millonadas a sus proveedores habituales.

¿Por qué funcionan ambas cosas en el mismo sitio? Porque el actual “presidente” de Cadif, una cámara que era emblemática de la llamada industria “consumera” y que fue fundada en 1966, es el dueño también del predio del frigorífico y uno de los impulsores de la nueva planta de faena manejada por la dudosa “cooperativa”. El hombre de llama Ángel Vitale y es de un bajísimo perfil, al punto que no utiliza teléfono celular. Pero desde hace varios años viene lucrando, según denuncian los ex socios de Cadif, con el usufruto del sello de esa organización empresaria.
Cadif, como casi todas las cámaras de la industria de la carne, tuvo sus altibajos. Pero cuando en el año 2001 se puso en marcha el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA) tenía un devenir más bien sólido. Por lo tanto, el texto de la ley que creó ese ente mixto la consagró como una de los cinco cámaras frigoríficas (junto a Unica, Fifra, Consorcio ABC y Ciccra) que debían alternarse en las tres sillas que se le otorgan a directivos de la industria en la mesa central de decisiones, además de las cuatro que se reservan para la Mesa de Enlace y la del representante del gobierno.
Luego de perder su propio frigorífico en 2005, que se llamaba Ganadera 2000 y funcionaba en el mismo predio de Merlo, Vitale pululó por diversas cámaras empresarias hasta que recaló como secretario de Cadif una década más tarde. En ese momento, varios barones de la carne en el conurbano estaban apostando fuerte para reposicionar esa organización que venía de capa caída.
La apuesta estaba sostenida por grupos como los del famoso “Negro” Martínez, Navarro, Morrone o Bruzzese. Todos esos frigoríficos -que abastecen de carne al populoso AMBA- habían acordado trabajar juntos y reforzar esa institución porque eran muchos los problemas que enfrentaban. Curiosamente uno de los más acuciantes era la competencia desleal de las “cooperativas de trabajo” que faenaban hacienda sin pagar impuestos, cargas patronales y con exigencias sanitarias inferiores a las que les imponían a ellos. Como la que inauguró Kicillof en Merco, vaya curiosidad.
“Ángel en ese momento tenía muy buena relación con la gran mayoría de los dueños de los frigoríficos. Era ordenado con los papeles, meticuloso”, recordó uno de los directivos empresarios que en ese momento vio con buenos ojos la llegada de Vitale a la secretaría de Cadif. Además este hombre ya había acumulado experiencia en ese tipo de gestiones en su paso por Ciccra, otra de las cámaras con derecho a una silla en el IPCVA, junto a Miguel Schiaritti, y que también había perdido gran cantidad de socios en tiempos en que Guillermo Moreno decidía todo en el sector de la carne.
En octubre de 2017 ya llevaba bastante tiempo el gobierno de Mauricio Macri y había puesto en marcha exigencias más estrictas para poder operar en el negocio de la carne. Vitale tuvo ese mes uno de sus momentos de gloria al encabezar como representante de Cadif una multitudinaria marcha de obreros de los frigoríficos del conurbano que reclamaban mejores condiciones para el sector, apuntando especialmente en contra de las cooperativas de faena.

“Hoy cumplimos con nuestro compromiso de transparencia en la industria de la carne y entregamos un petitorio de reclamos a las autoridades”, declaró en ese momento Vitale al diario La Nación. Luego declaró que los frigoríficos del conurbano perdían entre 500 mil y 1 millón de pesos por día (en ese entonces) por la competencia desleal de las cooperativas.
En septiembre de 2018 ese conflicto seguía vivo. Y las principales plantas del conurbano agrupadas en Cadif decidieron jugar fuerte en contra de las cooperativas que en ese momento manejaban poco más del 5% de la faena total. Varias de ellas -un total de 27 empresas- llegaron a pedir un proceso preventivo de crisis (PPC) y amenazaron al gobierno de Macri con despedir al 40% de su personal si no se tomaban definiciones drásticas. Vitale, como secretario de la entidad que en ese momento presidía el controvertido dueño de Penta y de “Carne para todos”, Ricardo Bruzzese, seguía llevando a cabo las gestiones como secretario de la cámara.
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A fines de 2019, ese frente interno de frigoríficos consumeros empezó a desgajarse y queda claro que Vitale vió una posibilidad. Según anécdotas que son vox pópuli en todo el mundillo de la carne, y que varias fuentes repitieron ahora a Bichos de Campo, cuando se debían elegir nuevas autoridades para Cadif, los libros de actas correspondientes habían desaparecido. Meses antes de la pandemia, el puntilloso secretario se los había llevado, a la vez que había presentado una nueva acta ante la Inspección General de Justicia (IGJ) proclamándose como nuevo presidente de la organización.
“Este tipo había truchado un acta con la mayoría de firmas falsas, donde no figuraba ningún aval importante de los frigoríficos, para quedarse con Cadif. Se la apropió, nos la choreó. En su momento, se hizo una denuncia penal a la cual lamentablemente después no le dimos seguimiento, porque era escandalosa la situación”, rememoró uno de los empresarios.
Desde ese día, además, Vitale se convirtió en consejero (titular o suplente, alternativamente) en la mesa directiva del IPCVA en representación de Cadif, y con ello cobraría un elevado estipendio mensual que ese Instituto (que se financia con aportes de ganaderos y frigoríficos) reserva para las diferentes cámaras y asociaciones que lo integran. Alguna fuente calculó que podrían llegar a ser unos 3.000 dólares mensuales, más un subsidio anual de 30 mil dólares, aunque no hay certeza sobre esta información.

Lo cierto es cuando los socios históricos de Cadif internaron recuperar la silla en el Instituto, las sucesivas conducciones del mismo -siempre siguiendo el consejo de los abogados- evitaron intervenir en el conflicto societario y se ajustaron a lo que dijera la IGJ, donde se validaron hasta ahora los documentos que avalan el ascenso de Vitale como presidente de la cámara.
“Se afanó todo, el sello y todos los muebles que teníamos en la oficina de Cadif”, recordó otra fuente, en referencia a una coqueta sede que la cámara había tenido sobre la calle San Martín, en pleno microcentro porteño. Luego la cámara, ya en manos de Vitale, se mudó primero a una discreta oficina de la calle Piedras al 300, en San Telmo, y ahora terminó en la sede del frigorífico cooperativo de Merlo que ya emitió 4.000 millones de pesos en cheques sin fondos.
Allí, de modo muy publicitado, los socios de la pseudo cooperativa estaban iniciando una escuela de despostada (el arte de separar los cortes de la media res), que también era una idea que había circulado bastante por la vieja Cadif, según las fuentes consultadas. La intención más que obvia con este emprendimiento era obtener financiamiento especial del IPCVA también para impulsar esa iniciativa.
Y aquí la frutilla del postre: ¿Quién fue una de las personas que estampó su firma en el acta trucha con que Vitale se empoderó de la histórica cámara empresaria? Sí, José Belseny, actual tesorero de la Cooperativa y quien firmó los 356 cheques sin fondos a nombre de una falsa cooperativa de trabajo.




