Le sugerimos que -mientras lee esta nota- escuche la entrevista que concedió al programa Nuestra Tierra, de Radio Colonia, el flamante subsecretario de Mercados Agropecuarios del degradado Ministerio de Agricultura, Luciano Zarich. Debe ser una de las pocas notas que este funcionario gris (quien tiene a su cargo el poder de policía de la ex ONCCA) brindó en su carrera. Se nota a la legua que lo mandaron a hacerlo, pues ratifica que el troceo obligatorio de la media res comenzará el 1° de noviembre. Y avisa que habrá sanciones para los frigoríficos que no cumplan.
Esta es la nota a Zarich:
A nosotros, Bichos de Campo, Zarich jamás nos hubiera dado esta entrevista. Por varias razones, pero fundamentalmente porque lo bautizamos como “el rey de la falta de transparencia” en la función pública, pues en el pasado otorgaba matrículas truchas a operadores que luego recibían ROE Verde para exportar trigo y maíz, y ahora ascendió en el gobierno -a partir de marzo de 2021- justamente para implementar el cepo a la exportación de carne vacuna. De hecho, desde abril de 2021 es él quien decide a puertas cerradas qué frigorífico puede exportar y cuál no. Y a pesar de las múltiples veces que le pedimos los datos, oculta esa información.
No nos importa Zarich, no vale la pena. Pero es éste el funcionario al que el Estado Nacional ha ungido ahora como controlador de una disposición de suma importancia: la eliminación de la media res de las formas de comercialización de la carne vacuna. La motivación esgrimida es perfecta y razonable. En muchas otras ramas de la actividad económica los trabajadores se retoban cuando se les exige cargar sin ayuda de ninguna máquina piezas (sean bolsas de cemento o pedazos de carne) de gran peso. La medias res, que en muchos lugares se cargan al hombro, pesan más de lo aconsejable para cualquier esqueleto: pueden variar desde unos 60 kilos a más de 120 kilos.
Hay que hacerlo, sin duda. Hay que modernizar el comercio de carne de modo de que los trabajadores que descargan las medias reses en carnicerías (que seguramente en la mayor parte de los casos trabajan en negro, sin cobertura de salud, sin vacaciones ni ART) sigan sufriendo con esa tarea infame. Zarich parece el Arcángel Miguel cuando lo dice, pero la verdad es que el argumento del gobierno basado solo en la salud de los laburantes forma parte de una farsa. O por lo menos, es una verdad a medias y en realidad esconde otros intereses.
Es cierto que hay que hacerlo. Y más cierto aún es que hay que hacerlo desde hace rato. Ya en los años 90 se intentó acabar con la media res sin suerte. Ahora, treinta años después, esta nueva saga comenzó con la Resolución 13/2020, de enero de 2020, cuando la Superintendencia de Riesgos del Trabajo dispuso que los trabajadores no podrían cargar piezas de carne de más de 25 kilos de pesos, por obvias razones de salud. La medida se suponía debía comenzare a regir en abril, pero en mayo de ese mismo año se suspendió mediante otra resolución y quedó en un limbo. La excusa perfecta fue la pandemia.
Históricamente el reclamo de avanzar en el cuarteo o troceo de la media res surgió de una de las entidades de la cadena, el Consorcio ABC, que agrupa a unas 25 empresas frigoríficas cuyo principal actividad es la exportación de carne vacuna, y que por lo tanto ya realizan la división de la media res por la naturaleza de ese negocio: estos cortes van para China, estos para la Hilton a Europa, esto se destinan a Chile y aquellos para Israel. Como fruto de este trabajo de despostada, estos frigoríficos suelen ser los que proveen además carne envasada al vacío a los supermercados. “Integran” la media res dividiéndola para varios mercados, incluso el interno.
Los socios del Consorcio ABC -que no tiene que adaptar sus instalaciones para cumplir con el troceo- son los que concentran el 80% de los embarques. Salvo cuando al gobierno se le va la mano con las intervenciones, las exportaciones de carne representan entre 20 y 30% de la producción. Es decir que los frigoríficos de esta entidad, al mando de Mario Ravettino, explican solo una cuarta parte de la faena total de bovinos. A veces un poquito más y llegan al 30%.
El 70/75% restante de la producción está en manos de los llamados frigoríficos “consumeros”, pero sobre todo de los matarifes, que son empresarios que alquilan las instalaciones de esos frigoríficos, llevan sus animales, pagan por los servicios y retiran la carne para realizar la distribución. Sus principales clientes ya no son las grandes cadenas de supermercados sino cerca de 100 mil carnicerías (la mayor parte de ellas no cuenta con una correcta habilitación) en barrios populares. Allí, aunque no está prohibido, la venta de carne en trozos es una verdadera rareza. Lo que llega es la media res, que se descarga al hombro. Luego se repite la imagen tantas veces vista del carnicero haciendo la despostada. En todo caso corta cuando hay un cliente que se lo pide.
El gobierno nacional está emperrado, con la excusa de defender la salud de los trabajadores de la carne, es que esa modalidad comercial desaparezca desde el 1° de noviembre. “Emperrado” es el adjetivo adecuado: sorprendentemente los funcionarios han cerrado filas y se niegan a recibir incluso a las entidades de matarifes, frigoríficos y hasta sindicatos que quieren revisar la letra chica de la medida.
Es muy raro el asunto. Solo una entidad y que además no se vería afectada, el Consorcio ABC, es la que apoya a viva voz el cuarteo o troceo de la media res. Y el gobierno obedece sin chistar, al punto de no escuchar los planteos de todo el resto de la cadena que le advierte que esto del cuarteo, si no se hace bien, va a terminar muy mal, con recursos judiciales o la proliferación en el mercado de un “doble estándar sanitario” entre los que se acogerán a respetar la ley y los que no lo harán.
¿Por qué se emperra tanto el gobierno que hasta lo manda a ladrar a Zarich?
En la entrevista que compartimos al principio de esta nota, el funcionario insiste en que se trata de una medida de índole sanitario, exigida por las autoridades laborales, y que ya lleva tres años de retraso. Esto no es tan cierto. En realidad la normativa de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo de principios de 2020 nunca se aplicó, y en su reemplazo comenzaron a tallar en el asunto los Ministerios de Desarrollo Productivo y de Agricultura, ahora reducidos a simples secretarías del Ministerio de Economía.
Fue recién a mediados de 2021 que se volvió a hablar del asunto. Y hay que darle mucha importancia a estas fechas: Zarich había asumido un mes antes con la decisión de reimplantar los controles a las exportaciones de carne vacuna: los permisos ya no se llamarían ROE sino DJEC. A mitad de abril, finalmente, el presidente Alberto Fernández convocó a su despacho a los directivos del Consorcios ABC para anunciarles que había decidido poner cupos de exportación que perduran hasta hoy. La negociación con ese sector de la industria incluyó otros dos temas: la implementación del programa de Cortes Cuidados (justamente para la carne que los exportadores envían a los supermercados), y la eliminación de la medias res. La nueva fecha elegida sería el 1 de enero de 2022.
¿Cuál fue el acuerdo entre el presidente y este grupo de grandes empresas de la carne? Nadie lo sabe. O mejor dicho, solo ellos. Lo cierto es que desde ese mismo momento todos los funcionarios del Ejecutivo cerraron filas para cumplir el viejo anhelo del Consorcio ABC. Aunque los fundamentos eran los mismos de siempre (que es inadmisible que los morochos de la carne sigan hombreando las medias reses), la mejor evidencia de que también había motivaciones comerciales detrás de la medida fue que se “adaptó” el tamaño de las piezas de carne, que mágicamente pasaron de los 25 kilos pautados por Salud a 32 kilos, algo más funcional al cuarteo planteado desde estos frigoríficos. Les agregaron 7 kilos.
A partir de allí el gobierno exigió a los frigoríficos de matrícula nacional (es decir, habilitados por Senasa) un plan de adaptación de sus instalaciones y prometió apoyo crediticio a las empresas para llevar adelante estas obras. La plata nunca apareció, o al menos eso es lo que dicen los grupos de frigoríficos que se oponen ahora a la aplicación precipitada del troceo obligatorio. Si hubo financiamiento, el gobierno jamás informó cuánto y a quiénes se dirigió.
También se indicó, desde la ex ONCCA y el Senasa, que se prestaría apoyo a las provincias y municipios (que tienen sus propios sistemas de habilitación de frigoríficos y mataderos) para que repliquen estas nuevas exigencias en sus respectivas jurisdicciones, pero no hay evidencia de que tal cosa haya sucedido. Por esa misma razón, la ofensiva lanzada desde el Ejecutivo Nacional se vio forzada a sufrir una primera postergación, y en vez del 1° de enero se decidió que comenzara a regir este 1° de noviembre.
Cero en historia: Los frigoríficos exportadores no aprendieron la lección y se cortaron solos
Falta una semana apenas para esa fecha y mientras Zarich y los popes del Consorcio ABC minimizan los problemas y argumentan que la vigencia de la media res responde solo a cuestiones culturales que fácilmente podrán ser modificadas, todo el resto de la cadena se reunirá este lunes para expresar su ultimátum: si no se prorrogan las fechas o se permiten opciones (como la utilización de medios mecánicos para trasladar la media res, reemplazando al hombre) será inevitable que la disputa se judicialice.
Por cierto, produce perplejidad que las autoridades también se nieguen a discutir la mecanización de la carga y descarga de medias reses como una opción potable para evitar el maltrato de las espaldas de los trabajadores. Pero sucede que los funcionarios no funcionan para todos. Como se dijo, Zarich luce emperrado.
¿Explotará todo la semana que viene, como dicen unos? ¿Será un tránsito sencillo, como afirman los otros? ¿Subirán los precios de la carne como producto de esta medida? En todo caso, conviene desconfiar de todos y escuchar más a los que conocen el negocio de la carne. El consultor Víctor Tonelli, por ejemplo, acaba de decir que lo más probable es que si los controles del gobierno se ponen demasiado espesos muchos matarifes seguramente trasladen su faena de frigoríficos con matrícula nacional (donde tienen que cumplir obligatoriamente con la eliminación de la media res, porque los controla Senasa) a los de matrícula provincial o municipal, donde la vigilancia de la normativa sería más laxa.
Porque en esto del final de la media res, queridos lectores, lo mejor es tener claro que todos los actores involucrados están mintiéndonos y sobreactuando posiciones. Todos, incluyendo a Zarich, que saca a relucir las jinetas y amenaza ahora con controles cuando el área a su cargo, la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario, no ha podido ni siquiera terminare de blanquear a todos los operadores de la cadena de la carne, comenzando por las carnicerías. ¿Quién le va a decir al carnicero que alquila el local del fondo del supermercado chino de Laferrere que tiene que comenzar a comprar la carne en trozos cuando ni siquiera acepta hacer una factura por ella?
Todos mienten y todos tienen un pedazo de razón. Digamos que un cuarto de razón.
Miente el gobierno cuando utiliza de excusa la salud de los trabajadores para alinearse detrás de una sola entidad empresaria y en contra de lo que le sugiere todo el resto de la cadena. No es eso lo que realmente le interesa, porque si no hubieran aparecido los créditos prometidos y los acuerdos necesarios con las provincias. Aquí hay un visible pacto secreto entre los principales referentes de este gobierno y el Consorcio ABC que no logramos explicar. Todavía.
Pero dice la verdad ese mismo gobierno cuando asegura que el comercio de carne en la Argentina debe comenzar a modernizarse.
Miente el Consorcio ABC cuando afirma que el cuarteo no tendrá consecuencias comerciales. Sus empresas (30) ya hacen el cuarteo y no serían pasibles de sanciones, mientras que el resto de los lugares de faena (370) deben hacer adaptaciones y cambiar la centenaria lógica de venta a carnicerías, a las que nadie obliga a cambiar sus formas habituales de trabajo y de venta. Si se avanza a paso firme con los controles y las clausuras, ¿no podrían los frigoríficos exportadores comenzar a ganar posiciones dentro de un mercado interno que les ha resultado siempre esquivo, salvo en los supermercados? ¿No sería este el principio de la tan mentada concentración de la industria que desde ese mismo sector se pregona desde hace muchas décadas?
Pero dice la verdad esa misma cámara empresaria cuando asegura que el comercio de carne en la Argentina debe comenzar a modernizarse.
Mientan también el resto del arco industrial (matarifes y frigoríficos consumeros) que alegan que existieron demasiados problemas y faltó tiempo para adaptarse a la nueva normativa sobre el troceo de la media res. Estas son inversiones de mínima que desde hace rato se debieron hacerse si lo que realmente se buscaba era cuidar la salud de los laburantes. Muchos de estos actores, más allá de lo que digan, no quieren modernizarse y se escudan detrás de la figura de la media res para seguir eludiendo otro tipo de controles, como los laborales, los fiscales y hasta los sanitarios.
Hay una única verdad: es tan inadmisible que los morochos continúen hombreando piezas de carne de tantos kilos como que los carniceros no entreguen facturas a sus proveedores y clientes. Es evidente, a esta altura de la historia, que el comercio de carne en la Argentina debe comenzar a modernizarse.
Habrá que seguir esperando. Nuestra impresión es que no sucederá a partir de este 1° de noviembre, a pesar de lo que puedan decir Zarich y compañía.
Esto es semejante a la prohibición de vender leche cruda sin pasteurizar que se implementó para Cap Federal en los 60’s, para bien o mal la que salió ganando fue LS, que monopolio el negocio con leche pasteurizada,con seguridad para la salud publica, la carne debe seguir ese camino, lamentablemente venimos de muchos años de atraso pero hay q dar el primer paso.