Del otro lado de la cordillera, los estudios sobre transgénicos y edición genética para lograr cultivos mejorados pisan fuerte. La Asociación ChileBIO, que agrupa compañías desarrolladoras de biotecnología para el agro, dio a conocer los avances en la investigación de la científica Claudia Stange, especializada en biología molecular vegetal.
En su laboratorio en la Universidad de Chile, Stange busca alternativas para enfrentar las sequías que ya se replican desde hace 10 años de manera constante. Allí crecen tomates, manzanas y kiwis editados genéticamente para mejorar su contenido nutricional y adaptabilidad a climas adversos.
La herramienta biotecnológica utilizada es el CRISPR que permite modificar el genoma de una planta con una enorme precisión y eficacia. Al editar un gen la planta puede presentar características que antes no tenía, sin agregar material de ADN de otra especie. Esta es la principal diferencia con los transgénicos (Organismo Genéticamente Modificado), que sí inserta uno o varios genes de otra planta u organismo.
Al momento, esta científica tiene dos proyectos claves en curso. Siendo Chile un importante exportador de manzanas y otras frutas, desde 2018 Stange trabaja en la edición genética de de esta fruta para darles un mayor nivel de Vitamina A y antioxidantes. También busca otorgarle una oxidación retardada para colaborar en la reducción del desperdicio de alimentos. Canadá consiguió este mismo efecto en la manzana “Arctic”.
El otro trabajo comenzó en marzo de este año y busca desarrollar portainjertos de tomates y kiwis, para que sean tolerantes a las sequías y sueños salinos. Chile es el tercer exportador mundial de kiwi detrás de Nueva Zelanda e Italia, y el objetivo es resguardar esa producción ante la situación climática que atraviesa el país.
Según informó ChileBIO, Stange apuesta a que la regulación de las técnicas de CRISPR sean más rápidas y mejor aceptadas que las que han demorado la difusión de los transgénicos en los últimos veinte años.