Las primeras explotaciones agropecuarias argentinas, allá por el siglo XIX, eran ganaderas. Pero antes de que se masificara el bovino, la oveja era el rumiante que dominaba en las pampas. Antes de los frigoríficos, el producto que valía para los mercados de exportación era la lana y por eso los que tenían grandes majadas ovinas poseían fortunas. Es por eso que en las viejas estancias pueden verse, en la mayoría de los casos abandonados, bañaderas por las que hacían pasar a las ovejas con productos sanitarios.
La historia ocurrida ya por el siglo XX es conocida: llegó el alambrado, la vaca se impuso con el producto carne y cuero de alto valor, de la mano de la apertura de frigoríficos. y entonces la región pampeana se llenó de bovinos. La producción del ovino se concentró en la Patagonia, de grandes territorios fríos pero con forraje escaso y de mala calidad.
Ismael Faverio, coordinador provincial de la Ley Ovina en la Provincia de Buenos Aires, contó que “supo haber 11 millones de cabezas ovinas en la provincia de bonaerense (una cifra equivalente a casi todo el stock nacional actual), hasta caer un punto en el que no superaba 1,40 millón de animales. Luego se empezó a recuperar y hoy estamos (según Senasa) por encima de los 2,05 millones. Aspiramos de acá a 2022 estar cercanos a 3,40 millones de animales o hasta 4 millones”, añadió.
¿Cómo esperan alcanzar ese número de ovejas en Buenos Aires?, bueno… con la Ley Ovina. “Es una Ley para recuperar una cultura que estaba perdiéndose a nivel nacional. Arranca a ser operativa en 2002 y lo que ofrece es un apalancamiento financiero a pagar en 7 años (considera 5 años productivos más 2 de gracia, para empujar a los que recién arrancan). Pero decimos ‘apalancamiento’ porque no es un crédito, no hay que presentar tanta documentación sino un proyecto productivo. Con el financiamiento pueden abastecerse de cualquier insumo, desde animales, semillas forrajeras, mangas, alambrados, etcétera”, explicó Faverio.
Aquí la nota completa con Bichos de Campo:
El negocio ovino en la provincia bonaerense pasa básicamente por la carne, ya que las razas laneras se crían en la Patagonia, en especial la Merino, y en estas latitudes la lana no es de tanta calidad y fineza. Las razas que se crían acá se busca que sean ‘carnudas’, de aptitud carnicera. Y a lo que apuntan quienes administran la Ley es a llegar a producir un cordero pesado, quebrando el mercado tradicional que es aquel del “corderito” que se come en diciembre para las fiestas. Esto permitiría salir de la venta de animales de unos 28 kilos vivos de peso para llegar a la venta de ovinos de cercano a los 40 kilos un animales que puede ser trozado y vendido por cortes. “Lo que le interesa al ambiente gourmet”, señaló Ismael.
En cuanto al mercado local, hay mucho trabajo por hacer. “Estamos yendo de forma paralela porque hoy si hubiera una gran demanda de parte de los frigoríficos, no habría oferta para abastecerla. Así que estamos trabajando tanto en el fomento de la carne como en el crecimiento del stock”, dijo Faverio.