Vamos directo a lo concreto: los logros de La Criolla, empresa familiar agropecuaria desde 1914 y que hoy cuenta con un feedlot con una capacidad de 18.000 cabezas, agricultura y ganadería pastoril.
Allí trabajan con una gestión de efluentes y residuos muy eficiente y con tecnología de punta para mitigar el impacto ambiental del feedlot y mejorar el confort y performance de los animales.
A la vez, se realiza una agricultura más conservacionista con el medio, buscando cuidar el recurso suelo, con rotaciones que incluyen pasturas, aporte de compost propio como enmiendas orgánicas y disminución del coeficiente de impacto ambiental en los lotes agrícolas. Esto es lo que cuenta María Pía Barrios Barón, gerenta de Producción de esta empresa familiar.
“En 2018 la empresa hizo un vuelco hacia la ganadería pastoril: pasamos de 200 hectáreas de alfalfa pura para la confección de rollos a tener hoy 1.200 hectáreas de pasturas consociadas para pastoreo directo. Contar con pasturas en la rotación, además de tener innumerables beneficios ecosistémicos, también lo consideramos un recurso estratégico, ya que nos permite recriar a los animales permitiendo meter kilos a un menor costo y luego ya pasan al feedlot en su recta final. No solo eso, sino que consideramos que es una ventaja competitiva ya que atraemos inversores que pueden hacer una pequeña recría pastoril en capitalización, para luego entrar en hotelería en nuestro feedlot, diluyendo el costo del kilo ganado”, explica.
“El tema de la sustentabilidad se fue dando desde los comienzos. Yo creo que desde que papá tuvo la idea de armar el feedlot, nunca lo concibió sin la gestión ambiental de sus efluentes”, cuenta la ingeniera agrónoma. “Corría el 2011 cuando se realizó el primer estudio de impacto ambiental y se comenzó con la construcción de las primeras lagunas, cuando todo el mundo nos decía que estábamos locos por gastar plata en eso”.
Hoy La Criolla tiene 15 piletas impermeabilizadas en el feedlot, 5 kilómetros de canales de efluentes, la mitad de concreto y la otra mitad de piedra caliza. Siguen forestando zonas cerca del feedlot y lotes (en 2023 plantaron 3.000 árboles). Junto al INTA y a CREA en 2016 formaron el grupo de Gestión Ambiental en Feedlots (GAF), con el que realizan el seguimiento de la calidad de la napa y distintos ensayos del aporte del compost en lotes agrícolas.
Otro logro de La Criolla es haber certificado Agricultura Sustentable con AAPRESID, y en este momento estar preparándose para la certificación de Soja RTRS.
“El intercambio y las experiencias con otros productores y viajes que hemos hecho al exterior son muy importantes en la mejora continua de la gestión ambiental. Por ejemplo, realizamos un cambio en el proceso de disposición final de los cadáveres, a partir de un viaje que realizamos a Estados Unidos donde observamos que los introducían dentro del compost, es decir, del material crudo (barro con purines) que sacaban de los corrales, proceso que también se realizaba en Brasil”, explica Pía.
“Hasta ese momento, siguiendo los protocolos del SENASA teníamos una fosa de concreto, donde se disponían los animales y se les echaba cal encima; pero al ver otras experiencias decidimos probar con el compostaje ya que nosotros conocíamos perfectamente la técnica. Lo único que agregamos en este caso fue disponer los animales muertos sobre una cama de algún material poroso (silo, heno) y luego sí, el material crudo del corral por encima de estos; a lo largo de 9-12 meses el animal se descompone”.
“Los análisis de este compost, una vez estabilizado, arrojaron resultados muy similares respecto al compost de los corrales, por lo que todo este material vuelve al suelo como fertilizante. En La Criolla tenemos la concepción de la economía circular, de aprovechar absolutamente todo y de lo que no se pueda, contar con certificados de disposición final: residuos peligrosos, medicamentos, aceites quemados, basura, silobolsas y plásticos. Además, realizamos triple lavado de envases de agroquímicos”, añadió la profesional.
Para Pía, no hay barreras para innovar, salvo las estructuras mentales: “Se desconoce mucho del tema, muchos productores hacen las cosas bien, y sería increíble que llegue ese mensaje a la sociedad en general, al consumidor, a aquella persona que se está comiendo un pedazo de carne, que sepa de dónde salió, el esfuerzo y trabajo que hay detrás y la búsqueda por esa mejora continua para producir alimentos con los más altos estándares”.
-La tecnología, ¿puede favorecer el vínculo entre el campo y la ciudad?
-Totalmente. La incorporación de tecnología acerca el campo a la ciudad porque te acercas a nuevas profesiones. Para el equipo de ganadería de la empresa apuntamos a la búsqueda del recurso humano con cada vez mayor nivel educativo, que puedan manejar una caravana electrónica, leer monitores y balanzas, o que pueda conectar la computadora con bluetooth para cargar las tropas. Ya no buscamos perfiles típicos de personas que sean los mejores jinetes de a caballo, porque hoy necesitamos algo más. Trabajamos con programadores, con imágenes de drones para hacer recuentos de hacienda.
“Definitivamente, la tecnología acerca a la gente de la ciudad al campo y los perfiles que se buscan ya no son solamente peones e ingenieros agrónomos, ahora hay profesionales de distintos rubros. Hay mucho para hacer y contarle a la sociedad. Por eso también trabajamos con escuelas realizando pasantías pre-profesionales para ayudar a los estudiantes a ver cómo se trabaja y que puedan apreciar ellos mismos que hoy el campo no es más solo un tractor o un gaucho, que el abanico de posibilidades laborales dentro de una empresa agropecuaria es mucho más amplio”, añadió.
-Por su propia experiencia, ¿cuáles son aun las variables que habría que mejorar en el campo?
-Además de lo obvio, que es la conectividad y el estado de los caminos rurales, hay que entender que hoy muchas personas ya no quieren vivir en el campo y es respetable. Por eso es clave que las personas vuelvan a sus casas, coman con sus familias, se despejen mentalmente y vuelvan al día siguiente renovadas para trabajar de forma eficiente. Es la clave para tener un bajo recambio de personal.
-En eso influyen las distancias…
-Sin duda. En nuestro caso estamos a 30 kilómetros de América, aunque entiendo que en otras geografías es complicado que vayan y vuelvan todos los días. En La Criolla, a excepción de dos familias, el resto del equipo no vive en el campo, tenemos un minibus propio que los lleva y trae al pueblo todos los días.
-La Criolla acaba de ser elegida como una de las ganadoras del Positive Climate Leaders, un programa que reconoce a los productores que implementan, escalan y comparten prácticas positivas para el clima. ¿Qué significó haber sido seleccionados?
-Ganar este reconocimiento nos llenó de orgullo y entusiasmo, y probablemente nos haya dado mayor visibilidad como empresa que produce respetando el ambiente. El hecho de ganar, más allá del reconocimiento, nos recarga de energía para llegar más lejos e incentivar a más personas y empresas a que adquieran buenas prácticas de gestión ambiental. Es un halago que reconozcan todo el esfuerzo y trabajo que venimos haciendo desde hace años en pos del cuidado de nuestro ambiente, sobre todo en un país como Argentina que vive de la coyuntura y en el que no se nos reconoce económicamente el producir de esta manera. Para nosotros el cuidado del ambiente es parte de nuestra esencia, además de ser lo moralmente correcto.
Felicitaciones
El Sr Barrios Barón de “La Criolla” fue quien en su momento presentó una denuncia ante el Senasa involucrando a productores que vendían a cuota Hilton acusándolos de terminar sus animales a corral. Esto provocó que el Senasa iniciara una caza de brujas en el sector. Como bien dice la nota “La Criolla” tiene vedada la venta a Hilton por su estructura como feedlot.