En 2010 comenzaron a difundirse informes que alertaban sobre la contaminación de carne porcina danesa con una bacteria estafilococo resistente a varios antibióticos comunes (Methicillin-resistant Staphylococcus aureus o por sus siglas MRSA). Y en diciembre de 2014 un informe oficial de la Agencia de Alimentos de Dinamarca indicó que en dos de cada tres establecimientos porcinos daneses se habían registrado cerdos infectados con MRSA. El evento se transformó en una problema sanitario grave tanto para los consumidores locales como para las naciones importadoras del producto.
En ese marco, las autoridades de la Unión Europea establecieron que a partir de 2022 se prohibirá del uso de microbianos como promotores de crecimiento y profilácticos. Y esa normativa también será exigida a las naciones proveedoras de carne.
Federico Luna, director de productos veterinarios del Senasa, indicó que “para 2022 se viene un gran desafío para el sector de la mano de la nueva legislación europea”.
“Si realmente se quiere continuar el comercio internacional con estos mercados, cada vez más exigentes, se va a tener que adecuar la forma de producción. Se trata de un cambio que no queda circunscripto a la Comunidad Europea, sino que seguramente se extienda a otros mercados como China, India o Rusia”, añadió.
En la Argentina, con márgenes ajustados del negocio, el uso indiscriminado de antibióticos en bovinos no es un problema. Pero, de todas maneras, la nueva exigencia europea obligará a los ganaderos a implementar procesos que validen prácticas responsables en ese sentido.
“Creo que no nos falta mucho para poder cumplimentar con los nuevos requisitos, pero es necesario el consenso y acompañamiento de todos los sectores para estar a la altura de las circunstancias”, apuntó Luna en un artículo publicado por INTA.
De acuerdo con el director de productos veterinarios del Senasa, la Argentina avanzó mucho en los últimos años en la materia, tanto a lo que hace a las políticas de Estado como a escala productiva. De hecho, –detalló– ya hay en el país granjas que trabajan libres de antibióticos.
“Los productores entienden la importancia de tomar conciencia del riesgo que implica la resistencia antimicrobiana, no sólo por el impacto en el mercado internacional, sino para la salud”, explicó Luna.
Eliminar a los antimicrobianos como promotores del crecimiento de las dietas de los animales es un proceso creciente e irreversible. Esto llevó a desarrollar, seleccionar y utilizar alternativas rentables y eficaces en la producción animal. Entre las más populares y ampliamente utilizadas en varias regiones del mundo incluyen enzimas, ácidos orgánicos, probióticos, prebióticos, simbióticos, fitoquímicos y combinaciones de ellos.
“Desde hace más de 15 años, en el Instituto de Patobiología (IPVET) del INTA Castelar trabajamos en el desarrollo y evaluación de alternativas al uso de antimicrobianos de síntesis química para prevenir y controlar enfermedades bacterianas y parasitarias”, indicó Mariano Fernández Miyakawa, investigador del IPVET y coordinador del Proyecto Disciplinario “Resistencia a los antimicrobianos y desarrollo de alternativas”.
Para el investigador la resistencia antimicrobiana o RAM es “uno de los problemas más complicados de salud que tenemos en el mundo y de los más difíciles de abordar”. Por eso subrayó la necesidad de tomar conciencia sobre el riesgo que se corre y sólo emplear antibióticos cuando lo amerita. “Como uso y costumbre, en los sistemas productivos, muchas veces se aplican antibióticos y antimicrobianos como prevención ante la posibilidad de que enfermen y hasta para hacerlos engordar y crecer más rápido”, explicó.
Es este uso en forma profiláctica o como promotor de crecimiento, en forma prolongada en el tiempo y en dosis subterapéuticas que no terminan por eliminar a las bacterias, lo que amplifica la generación y diseminación de la resistencia. “Lo lógico es usar antibióticos cuando se tiene un animal enfermo no como prevención, el resto de los manejos son contraproducentes”, subrayó.
En 2015 se creó el Programa Nacional de Vigilancia de la RAM en animales de consumo por medio de la resolución 591/2015, por medio del cual se busca determinar y monitorear de forma sostenida la prevalencia de la resistencia de bacterias comensales y zoonóticas a diferentes antimicrobianos de importancia en salud humana, de manera tal de evaluar posibles medidas que permitan retrasar o impedir la diseminación de bacterias resistentes y, de esta manera, minimizar su riesgo potencial sobre la salud pública y animal.