Hace quince años que Eloy Manera es productor agropecuario y hace tres que realiza tareas de siembra, pulverización y cosecha con su empresa “EM” en la localidad de Quemú Quemú, provincia de La Pampa. En 2015, un accidente con un operario dentro de su campo lo llevó a abrir los ojos respecto a las Buenas Prácticas que deben aplicarse a la hora de encarar este tipo de tareas agrícolas.
¿Qué sucedió? Una cosechadora tocó un cable de alta tensión que cruzaba el campo y como resultado de eso dos personas fallecieron. “Había errores en la línea y en la maquina, que tenía una antena que pasaba la altura reglamentaria. Cosas que yo veía normales, hasta que pasó lo que pasó. Las tenés delante y no las ves”, contó el empresario con pesar a Bichos de Campo.
Ese incidente derivó en el interés por ofrecer servicios agrícolas abocados ciento por ciento en el cumplimiento de las Buenas Practicas, para evitar una nueva posible tragedia entre operarios. Durante seis meses entabló una comunicación continua con el personal del Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM). Una vez que estudió de punta a punta cada manual de Buenas Prácticas disponible, este pampeano decidió aplicar para obtener el certificado de la norma IRAM 14130 de “Buenas Prácticas en Labores Agrícolas”.
Pero el objetivo no era sencillo de cumplir, porque hasta ese momento, ninguna otra empresa en la provincia contaba con dicho certificado, por lo que hubo que hacer camino al andar.
Fue por eso que Eloy se contactó con José Sosa Mendiara, un profesor de la Universidad de La Pampa en la cátedra de terapéutica vegetal, que además se desempeña asesor privado, dictando desde 2016 el curso de operarios con el cual los aplicadores obtienen su carnet desde la Dirección de Agricultura, para iniciar todo esta adaptación de las normas y el tramiterío.
IRAM cuenta con dos normas vinculadas al sector: la 14.110 de Buenas Prácticas Agrícolas vinculadas a la producción primaria de origen vegetal, y la 14.130 referida a las laboras in situ en el campo. Esta última comprende una serie de sub normas, que uno puede elegir o no certificar: Requisitos generales (14130-1); Aplicación terrestre (14130-2); Aplicación aérea (14130-3); Siembra (14130-4); y Cosecha (14130-5). En el caso de la empresa de Eloy, no se aplicó a la norma vinculada a las aplicaciones aéreas.
¿Cómo se logra obtener la certificación? Se debe presentar una cierta documentación en base a tres pilares: la seguridad, la optimización del proceso productivo –porque dicha norma impacta en el mejoramiento de tiempos ociosos en labores agrícolas-, y en el cumplimiento de cualquier norma subyacente, como por ejemplo el registro de la pulverizadora en caso de que la ley provincial así lo requiera.
“El hecho de iniciar este camino, de ser los primeros, no nos permitió poder asesorarnos con alguien que ya lo haya realizado. En La Pampa fue muy importante porque marcó el camino. La norma apunta a que si alguien dice que hace las cosas bien, lo tiene que demostrar. ¿Y cómo se demuestra? Con una auditoria”, explicó José Sosa Mendiara a Bichos de Campo.
En efecto, IRAM realizó una auditoría que duró dos días, en la que controló todos los aspectos declarados en la documentación. Desde la entrega de indumentaria de trabajo –traje, protectores auditivos, gafas, casco, etcétera- que debe estar registrada en la Superintendencia de Trabajo, hasta los protocolos de calibración de la maquinaria.
Los operarios incluso debieron realizar capacitaciones en primeros auxilios, RCP y atención al accidentado, que se desarrollaron junto a profesionales dentro del campo. “Es distinto tomarla en la ciudad donde el enfermero no sabe cuáles son los recursos que vos tenés ahí dentro”, indicó Sosa Mendiara.
Pero esto no termina ahí. En caso de aprobar, el certificado se extiende sólo por dos años, con el compromiso de recibir una nueva auditoría cada 12 meses, evitando de esa forma cualquier instancia de “relajo” en la aplicación de las normas adoptadas por la empresa.
Finalmente hace unos días, y tal como anuncia el titulo de esta historia, se logró un final feliz. Este largo trajín hizo que la empresa de Eloy Manera fuera la primera en detentar el certificado de Buenas Prácticas en Labores Agrícolas de todo La Pampa. Esto no sólo sienta un precedente provincial, sino que seguramente impulsará a otros contratistas a empujar por lo mismo.
Hace un par de meses Bichos de Campo realizó un programa sobre BPA certificadas por el IRAM, pero en este caso en dos empresas de aeroaplicaciones: