Parece que los astros se alinearon y esta campaña triguera alcanzaría muy buenos resultados productivos y comerciales. Eso ayudaría que los productores y la cadena de pagos comiencen a recomponerse luego de una cosecha de soja y maíz que dejó pérdidas por todos lados, debido a la reducción en cantidad y calidad.
Las condiciones climáticas durante la siembra del cereal fueron muy buenas. La combinación de frío y humedad de los últimos meses favoreció la implantación de trigo, que este año alcanzaría un área de 6,1 millones de hectáreas, lo que significa la mayor extensión de los últimos 15 años. En ese contexto se espera que la próxima cosecha ronde 20 millones de toneladas, cuando la anterior fue de 18,5 millones.
Desde lo productivo viene todo bien, pero además también está acompañando lo que sucede en el mercado internacional y también en el local, que debido a la eliminación de retenciones y ROE que dispuso el Gobierno quedó muy ligado a los que pase en el primero.
En el mercado mundial hay revuelo. La producción en la mayoría de los países productores y oferentes del cereal está seriamente afectada por los efectos climáticos y eso disparó los valores planetarios del trigo.
En el informe del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) de julio hubo un recorte importante en la producción global, que volvería a achicarse en el documento de agosto. En el caso de Rusia, uno de los grandes productores y exportadores mundiales, la producción de trigo se estima en 67 millones de toneladas, lo que es decir 18 millones menos que en la campaña 2017/18. La caída en este caso sería de 21%, solo por citar un ejemplo.
En la Unión Europea la merma en producción también sería significativa ya que pasaría de 150 a 135 millones de toneladas. Los ejemplos siguen ya que la crisis productiva involucra a países como Estados Unidos, Ucrania y Australia.
El consultor Gustavo López, de la firma Agritrend, dijo que “a nivel global se calcula una reducción de entre 16 a 20 millones de toneladas sobre un comercio mundial de 185 millones, pero el dato más importantes es la caída en los stocks mundiales que quedaron muy ajustados”.
Esta crisis es la que impulsó el precio internacional, que a su vez tuvo su reflejo en la plaza local. En los últimos 30 días la posición para enero 2019 (tiempo de cosecha) en el Mercado Término de Buenos Aires pasó de los 187 a los 225 dólares. La suba fue de 20%.
Para quienes no estén obligados a vender su trigo ni bien lo recolecten, el beneficio es todavía mayor, ya que la posición marzo cotiza en 230 dólares y la julio en 237 dólares. De confirmarse esos valores estaríamos ante un salto muy importante respecto de los que se pagaba el ciclo previo, cuando el cereal rondo los 170 dólares. La mejora en el precio sería de más del 30%.
Gustavo López cree que el mercado local tiene muchas chances de seguir mostrando la firmeza actual en los meses de cosecha. “En el arranque de la campaña y luego de una cosecha gruesa que dejó fuertes pérdidas muchos productores adelantaron ventas: hay cerca de 4 millones de toneladas ya negociadas. Pero con estos precios y las expectativas que se generaron por la menor oferta mundial, la firmeza por el trigo argentino está prácticamente asegurada”, evaluó.
Además explicó que al 25 de julio los productores ya tenían comprometidas con sus compradores (exportadores y molinos) 4,2 millones de toneladas de la campaña nueva, contra las 2,9 millones a igual fecha del año pasado. “Las ventas se adelantaron porque luego de las pérdidas de la gruesa muchos prefirieron asegurarse pisos de precios, esas ventas probablemente ahora se frenen”, concluyó el analista.