En los recientes años se ha incrementado notablemente el número de ovinos en la provincia de Buenos Aires, gracias a los incentivos de la Ley Ovina para quienes quieren incursionar en el sector. Ese programa otorga créditos a tasa cero para los que quieran comprar madres o invertir en infraestructura. De hecho, hasta frigoríficos para corderos se han montado bajo en paraguas de esta Ley Nacional.
Ana Boracchia es productora de ovinos en la zona de Exaltación de la Cruz e integra un grupo de productores que intercambian experiencias y se fortalecen juntos a la hora de plantear problemáticas como las que tienen en este momento. Ella cuenta que los pocos frigoríficos ovinos que existen en la provincia (Ana cuenta cuatro) se están aprovechando de su poder de compra en esta época del año -momento en donde se vende el tradicional cordero entero para comer a la estaca-; y le están pagando al productor nada mas que 1.300 pesos por el animal de 30 kilos en pie, que rinde 15 kilos de carne. Es decir, unos 86 pesos por kilo.
“Es el mismo valor que el año pasado, una vergüenza”, exclama Boracchia.
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“Y son los frigoríficos que se montaron con créditos de la Ley”, denuncia la productora, que considera que el productor de ovinos no puede contar con ellos hoy, pues no son sus aliados naturales en la cadena. Ana lamenta que un modo de zafar de muchos productores sea carnear el cordero directamente en el campo y venderlo de forma particular. La otra sería aguantarlo más allá de las fiestas, echándole kilos, con el costo que eso implica y la dificultad de las altas temperaturas veraniegas. Para quien pueda esperar, quizás allá por mayo ese animal tenga un mejor precio y los frigoríficos lo compren para despostar y vender por cortes.
Para Boracchia, otra solución a esta situación de abuso sería que aparezcan las sala de faena móviles, una estructura que le permita a los productores gestionar sus propio animal sin los altos costos de la industria. “Estamos trabajando con eso también”, confiesa. Por lo pronto, Gustavo Almassio, que forma parte de un grupo de San Cayetano, dice que están por comprar un terreno para armar allí una cámara de frío y desposte, para así evitar este tipo de abusos.
Ana también aclara que a este camino, virtuoso desde el punto de vista productivo pero tortuoso en el plano comercial, han llegado de alguna forma por la escasa regularización y blanqueamiento de las majadas de la provincia. “Hasta ahora hablamos de 2 millones de cabezas pero sabemos que hay el doble. Esto no permite planificar la oferta de carne, ni definir saldos exportables”, detalló.
Este punto se habría de solucionar con una normativa de regulación de las majadas que salió hace un par de meses y es más flexible al momento de que cada productor pueda inscribirse desde cero con los animales que tiene en su campo, luego año a año declarar el progreso. Y no solo para los grandes productores sino cualquiera que tiene una majada. “Solo es necesario el Renspa, vas con la cantidad de animales que tengas y te blanqueas”, declaró Boracchia a Bichos de Campo.