Gabriela Barbato se llama la primera mujer en la historia que llega a la presidencia de la Asociación de Profesionales Universitarios del Ministerio de Agricultura y Ganadería (Apumag). El gremio fue fundado en 1949 y se ocupa de defender los derechos de los empleados de ese área del Estado que cuentan con un título universitario afín. Tiene especial protagonismo dentro del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria).
Gabriela es una licenciada en Relaciones del Trabajo que se desempeña en el área de Administración de Senasa desde hace 32 años. Pero recién hace cuatro años se acercó a loa Apumag. El 8 de marzo, casualmente el día de la Mujer, fue electa como parte de una lista donde la mitad de los integrantes pertenecen a ese género. Había cinco mujeres sobre un total de diez candidatos.
“Muchas de las personas que nos vinieron a saludar nos comentaban que en otros tiempos luchaban por el cupo femenino y trataban de poner una mujer. Esta vez se dio totalmente distinto, y estamos contentos con esto”, dijo la novel sindicalista.
-¿Qué es Apumag?
-Es el gremio de los profesionales de Senasa. En realidad del Ministerio de la Agricultura, hoy Secretaría de Bioeconomía. Lo que pasa es que por el ámbito de aplicación que tenemos y por el tipo de convenio y el tipo de negociación, mucho con la Secretaría de Agricultura no podemos hacer porque ellos se manejan con el convenio general, que lo negocian ATE y UPCN. En cambio, Senasa sí tiene un convenio colectivo sectorial, que es el que nos permite a nosotros influir en todos los temas que son inherentes a los profesionales de ese organismo.
Esto quiere decir, según explicó la presidenta de Apumag, que no discute las escalas salariales generales de la administración pública, pero el gremio sí interviene en “las cuestiones inherentes a la carrera de los agentes o de los trabajadores de Senasa que se pueden negociar internamente”.
¿Qué quiere decir? “En criollo, para entrar a SENASA muchos deben ser profesionales, entonces revisten en una categoría profesional. Ahora, por ejemplo, si un profesional que va más allá y hace un posgrado o hace una maestría o hace una diplomatura, lo que nosotros desde Apumag es luchar para que ese título adicional sea reconocido y sea pagado. Por esa línea vamos nosotros”, se explayó Barbato.
La sindicalista aclara que “nosotros solamente podemos representar profesionales. No podemos representar ni los técnicos ni los administrativos porque de eso sí se encarga ATE y UPCN. De todas maneras… en eso convivimos los tres gremios, obviamente”.
-¿En Senasa hay muchos profesionales?
-Uf, sí. Hay muchos porque es un organismo que tiene muchas responsabilidades a su cargo, muchos objetivos distintos. Nosotros decimos los rojos y los verdes. Los rojos son la parte veterinaria y los verdes los agrónomos. Entonces, toda certificación, toda habilitación y demás siempre detrás debe estar la firma de un profesional. Son muchas las disciplinas que conviven. Tenés la parte del laboratorio, tenés bioquímicos. Hay muchos profesionales y cada uno tiene sus necesidades.
-En términos históricos, ¿crees que se valoriza la tarea de ese profesional del sector público?
-Esto me hace acordar a la pandemia, cuando todos a las nueve de la noche aplaudíamos a los médicos. Los profesionales, cuando se los necesita, son aplaudidos, son los mejores, pero siempre como que falta un reconocimiento hacia todo el esfuerzo que le puso el trabajador para poder formarse. No son carreras de dos minutos. Estamos hablando de carreras de veterinario, de ingeniero, que son como mínimo 6 años. Ninguno de nosotros cree que estén totalmente reconocidos. Por eso es la lucha nuestra.
-¿El Estado retiene esta gente capacitada o la expulsa?
-Bueno, a ver, es lindo trabajar en el Estado, si llegás a entender la lógica de lo que es trabajar en el Estado y le haces frente a la responsabilidad que eso conlleva, yo creo que es lindo y te atrae. Te atrae porque es un mundo totalmente distinto.
-¿Y qué sentís cuando se oyen voces tan críticas respecto a los trabajadores del Estado?
-Me duele. Me duele porque fuimos los primeros que en pandemia trabajamos. Yo, por ejemplo, trabajé toda la pandemia. Los únicos 15 días que no fui a trabajar fue cuando agarré Covid y no había vacuna y me tuve que quedar adentro. Pero todo el personal de Senasa estaba afectado a trabajar. Yo entiendo que tal vez no entiendan lo que nosotros hacemos. Esa también es nuestra tarea en este momento, tratar de hacerle entender a las personas, a los críticos del Estado, qué es lo que hacemos y las funciones que tiene Senasa. Yo creo que muchos de nosotros compartimos esa visión. De hecho, conozco mucha gente que tiene la necesidad de estar en Senasa y hacer las cosas bien. Obviamente hay visiones distintas.
Gabriela añade que el Senasa realiza decenas o cientos de tareas que son fundamentales para el desarrollo del sector productivo, pese a que muchas veces es ninguneado. “Hay mil cosas cotidianas. Lo que pasa es que no sé si se nota afuera. Pero adentro estamos orgullosos. Es un gran pendiente contar. Tal vez por eso es de donde tenemos que salir a pelear esta situación.
Luego machaca: “No nos olvidemos que, por ejemplo, la pandemia esta del Covid 19 surgió a partir de una zoonosis. O sea, Senasa tiene que controlar eso también. Entonces, es como que estamos en un montón de lugares, los visibles y no visibles, pero siempre estamos detrás. Yo creo que los trabajadores de Senasa merecen el reconocimiento a su labor, a su trabajo diario y cotidiano, porque no es un trabajo sencillo”.
-Ahora llega el 30 de junio y hay mucho temor de nuevo en las estructuras del INTA y del Senasa por los posibles despidos. ¿Sobra gente en Senasa? ¿O falta gente?
-Yo creo que estamos justos, aunque en algunos casos falta, ¿por qué te digo que falta? Nosotros hace un año y medio, desde Apumag, estamos saliendo, a los 14 centros regionales. Vamos a visitar las oficinas más inhóspitas que se te ocurran. Hay veces que ves que falta gente, hay veces que llegás a una oficina y solamente tenés un veterinario que está siendo veterinario, pero a la vez hace de secretaria y también va al correo a despachar una muestra para el laboratorio. Esas cuestiones se dan. También se dan otros lugares en que estás con el plantel justo. Yo creo que estamos bien ahora. Pero si todo esto que se dice, que las exportaciones y todo lo demás van a ser el motor de la economía, si vas a certificar más, seguramente vas a necesitar más gente. O sea, estamos en el límite. No nos sobra, no nos sobra.
La flamante jefa sindical critica especialmente la precaria situación en la que se ha colocado a los trabajadores del Estado al tener que estar pendiente de la renovación de sus contratos cada tres meses, como ha decidido la gestión de Javier Milei.
“Vos antes tenías un contrato que duraba un año. Firmabas un contrato el 1 de enero y hasta el 31 de diciembre tenías el contrato. Ahora todo es a los tres meses. Entonces, ¿cómo hacer para que la gente siga trabajando en forma motivada? ¿Cómo hacer para que ese profesional le siga poniendo ganas, cuando sabe que en tres meses puede quedarse sin trabajo? La verdad que no tiene ningún sentido”, protesta.
¿Qué tiene de importante que sea dirigido por una mujer? Como si eso importara de alguna manera….
Lo que sobra son coimeros. El SENASA sabe muy bien de eso. El “inspector” de SENASA no necesita sueldo del estado, porque con lo que garronea está hecho. El perejil que hace bien su trabajo, es seguro al que limpian.
Yo tbm trabajé toda la pandemia. Y tuve que lidiar con la incompetencia del SENASA, que exigían los protocolos para hacer las actividades y después se los copiaban por incompetentes.
Hay que disolver al SENASA, y hacerlo de cero. Pero con control, que fichen y no que aparezcan a fin de mes a buscar su coima.
No hay duda que el Senasa tiene a su cargo una tarea de enorme importancia. El problema, muy especialmente en los rojos, es que se ha enquistado una camada de funcionarios que traen la impronta K donde el productor ganadero es el enemigo al cual hay que combatir,castigar y abrumar con burocracia. Lejos de elaborar estrategias superadoras en materia sanitaria se sigue una estructura verticalista que responde más a la ideología de esos funcionarios que a la experiencia de los profesionales locales, quienes saben distinguir bien quienes hacen las cosas bien de quienes no. Ojalá que la licenciada Bárbaro además de defender los intereses de sus representados pueda colaborar a cambiar este estado de cosas que tanto mal le hacen a nuestra ganadería.