La noticia no es lo que digan los comunicados. La noticia es la saga de comunicados, que muestra que finalmente los dirigentes rurales han decidido que ya han sido suficientemente pasivos frente a un gobierno, el de Mauricio Macri, que los ha dejado solos y que finalmente termina haciendo todo lo contrario a lo que les había prometido a los productores. Sube los impuestos cuando había prometido bajarlos. Reimplanta las retenciones a pesar de que las considera un “pésimo impuesto”.
Como un oso que se despereza luego de un larguísimo invierno en el que se la pasó durmiendo (y quemando grasas), la Mesa de Enlace -que conforman Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), la Federación Agraria Argentina (FAA), Coninagro y la Sociedad Rural Argentina (SRA)-, se pronunció con un comunicado titulado: “El campo no soporta más impuestazos”.
Colocamos a la SRA al final de esta lista porque para sus integrantes debe haber sido difícil tomar esta posición pública, que en los hechos significa que el ruralismo (como colectivo, que es cuando sirve y surte efecto) ha comenzado a transitar el camino de un divorcio con un gobierno que lo había enamorado tres años atrás, en 2015. Muchos de los dirigentes de la SRA son amigos personales del presidente Mauricio Macri, a quien ahora deben mostrarle los dientes. La entidad incluso colocó un ministro en el Gabinete nacional, su ex titular Luis Miguel Etchevehere, luego de 70 años de ostracismo político.
Pero la sucesión objetiva de hechos, y no cuestiones políticas, han obligado al oso a desperezarse, bostezar y observar que ha quedado solo en la cueva. “Resulta paradójico que en un momento en el que el sector privado necesita incentivos positivos para producir, invertir y renovar la confianza en el país desde el sector público se busque que el grueso del ajuste recaiga sobre el campo y los productores”, se quejó el bloque rural que en 2008 tuvo a mal traer al gobierno anterior, el de Cristina Kirchner.
Las entidades rurales, con este comunicado grupal, salieron al cruce de la última de las “sorpresitas” que preparó el equipo económico de Macri para navegar por una crisis que a esta altura es mitad heredada y mitad culpa propia. La Mesa de Enlace, el oso, se pronunció contra “la eliminación de las exenciones para inmuebles rurales incluida en el proyecto de reforma de Bienes Personales”, que obligaría a los productores a pagar, además de tantos otros tributos, el llamado a esta altura impuesto a la Riqueza. Hasta ahora, en las tratativas legislativas, esa exención viene cayendo, aunque los diferentes bloques estarían de acuerdo en reducir la alícuota a cobrar del 0,75% original a 0,25% del valor de la propiedad. Clin caja.
Pero este brulote de Bienes Personales se suma a otras medidas inconsultas que recargan la presión fiscal sobre el sector productivo, en especial la reimplantación de retenciones a todas las exportaciones y la posibilidad (expresada en el Presupuesto 2019) de que el Ejecutivo suba los derechos de exportación a la soja hasta 33%. Y todo en un contexto donde nadie puede tomar un crédito productivo, donde los cheques rebotan y se corta la cadena de pagos.
El oso se despertó luego de un largo invierno y se despereza: durmió mucho tiempo y ahora presiente que finalmente lo que se discute aquí es sobre quién caerá el peso del ajuste, si sobre el sector público o el sector privado.
En ese sentido, el comunicado de la Mesa de Enlace advirtió que “el Estado en todos sus niveles continúa mostrando una ausencia de voluntad de dar el ejemplo realizando su propio ajuste sobre sus onerosos presupuestos y obscenos niveles de gasto. Antes de continuar exigiéndole al campo esfuerzos extraordinarios, el sector público debería dar señales concretas y palpables de estar verdaderamente dispuesto a recortar sus costos”, reclamó.
Antes de este comunicado, hubo otros pronunciamientos que -por separado, fragmentados- no han tenido la fuerza de este último comunicado, pero que van indicando los niveles de malestar que empiezan a acumular los productores organizados. CRA se manifestó contra la reforma en Bienes Personales y lo mismo hizo la FAA. También lo hizo Carbap, siempre por su lado y amenazante.
Todos las vertientes del ruralismo empiezan a hablar en un lenguaje parecido. Y comienzan a agruparse. Por ahora reclaman desde la perplejidad de aquel oso que se acaba de despertar de una larga siesta, se despereza y descubre que la osa en la cual confiaba hace rato que lo había dejado, hibernando solo en una oscura cueva.