Como en una vieja película de terror, los productores padecen el regreso de las retenciones como si quien hubiera vuelto fuera el mismísimo Drácula, que viene a chuparles nuevamente la sangre. ¿Será para tanto? ¿Cuál es el efecto real de la imposición de más derechos de exportación a la soja y su reimplantación sobre el trigo y el maíz? Un estudio de los economistas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires intenta responder esos interrogantes. Y advierte que podría retroceder en 1 millón de hectáreas la superficie agrícola del año entrante.
El extenso análisis arroja como resultado general que el regreso de las retenciones (a niveles del 28% para la soja y sus derivados y del 10% para los cereales), “tendrá impactos significativos sobre las principales cadenas de valor agroindustriales”, en varios aspectos.
La imagen de Drácula que regresa a por sus víctimas parece ser la adecuada. Con los colmillos nuevamente clavados en el cuello de la cadena agrícola, según el trabajo, sumando esta campaña agrícola 2018/19 y la que viene 2019/20 la recaudación por retenciones aumentaría nada menos que 92% (se añaden 5.445 millones de dólares) en comparación con lo que se hubiese recaudado bajo el esquema previo.
Ver el documento Cambios en Derechos de Exportación: Efectos sobre las Campañas Agrícolas 2018/2019 y 2019/2020
“Esto convierte al Estado en el actor con la mayor participación en el valor agregado generado por estas cadenas”, dice la crítica de esta película de terror. Satisfecho de tanto chupar sangre, nuestro Drácula criollo estaría en mejores condiciones de cerrar bien sus cuentas.
Pero el regreso de las retenciones, como contrapartida, “tendrá impactos negativos sobre el área sembrada, la inversión por hectárea, la producción, la molienda y las exportaciones” del sector agrícola. La Bolsa de Cereales, en este punto, alertó que “la reducción del área sembrada en la campaña 2019/20 podría alcanzar el millón de hectáreas”. Es lo que sucede cuando el famoso vampiro aprieta mucho: se pierde fuerza, flaquean los músculos.
“Para la suma de las campañas 2018/19 y 2019/20, el Producto Bruto Agroindustrial sufriría una disminución de 2.762 millones de dólares. En otras palabras, como consecuencia de los cambios, la economía argentina resignaría 0,2% y 0,4% de crecimiento durante los años 2019 y 2020”, evaluó el equipo de economistas de la Bolsa de Cereales. Solo por el achicamiento de las exportaciones ingresarían menos divisas, unos 2.239 millones de dólares menos en los dos periodos.
“Los resultados del documento se encuentran en línea con los resultados usuales en la literatura: los impuestos a la exportación redundan en pérdidas de eficiencia, reducción de los saldos exportables y contracción de la frontera agrícola. En ese marco, y a pesar de la urgencia que implican los desequilibrios de las finanzas públicas, es importante tener en cuenta que la inversión y las exportaciones son dos componentes clave de la demanda agregada, pensando en un proceso de crecimiento económico sostenible”, sintetiza el trabajo.
Luego de exponer el daño que la angurria de nuestro Drácula criollo provocará en el sector, la entidad cerealista recomendo algunos remedios para enfrentar al monstruo. No, nada de cruces y mucho menos una estaca de madera clavada en el corazón. Simplemente, “y tal como proponía originalmente la Reforma Tributaria sancionada en 2017, resulta imperioso avanzar en la eliminación de impuestos altamente distorsivos como son los derechos de exportación y los impuestos a los ingresos brutos”.