Años después de que su padre armara una cadena de supermercados en su 9 de Julio natal, al oeste de la provincia de Buenos Aires, el productor Pablo Apella decidió sumarse al negocio para avanzar sobre otros eslabones de la cadena cárnica y lograr así abastecer de mercadería a sus comercios.
Así, lo que surgió como un negocio secundario se transformó en una empresa ganadera que hace el ciclo completo con hacienda Limangus, raza que tiene muy bueno índices reproductivos, mayor producción de carne de muy buena calidad, y un rinde en gancho, algo clave para los bajar costos y tener abastecida a su clientela.
La inversión en ganadería comenzó hace 20 años. “Inicialmente siempre usé razas británicas hasta que por indicación de un veterinario incursioné en el Limangus”, relató a Bichos de Campo Apella, quien indicó que la intención era abastecer las cuatro bocas de venta en 9 de Julio.
“Fui tomando datos, tanto al destete como en el engorde, y ni hablar de los rindes que daban en el gancho cuando los desvestís. Entonces me fui volcando al Limangus. Estoy con la raza hace más de 12 años por los números positivos que tenía. Hoy ya tengo un rodeo completo de casi mil vientres con su reposición”, contó el ganadero que desde hace 5 años maneja la cabaña La Querencia.
Apella no se cansa de destacar las bondades de esta raza vacuna que surge de la cruza entre el Angus y el Limousin.
“Por su producción de carne, el Limangus hace tope de precios tanto en invernada como en el gordo, y este año obtuvo el primer y segundo puesto en área de ojo de bife. En cuanto a la cuestión productiva, que es lo que le sirve más al ganadero, hay que destacar que con una mínima inversión por cruzamiento de sangre he logrado tener en distintos ciclos reproductivos entre un 12% y un 17% más de kilos al destete. Haciendo una cuenta rápida, en un rodeo de 100 animales, el empleado se pagaría solo o te queda dinero para hacer nuevas inversiones o mejorar lo que ya tenés”, explicó el bonaerense.
Según detalló, el destete en su campo de cría es de 95%. En este último año logró el 96% a pesar de las dificultades que hubo por la sequía.
“Algo que resalto es la rusticidad de los animales en el campo, sacando dos puntos de promedio más sobre el británico original, ya que tenía rodeo mezclado inicialmente. Incluso el laburo del toro me impresionó. Fue acompañado por los altos rindes de premios y ni hablar del destete”, indicó Apella.
En la ganadería de cría resultan clave indicadores como facilidad de parto y aptitud materna, que tienen que ver con la capacidad de la vaca de parir sin mayores dificultades y luego poder nutrir bien al ternero.
En lo que respecta a la facilitad de parto, para mejorar en ese aspecto el ganadero decidió hacer entore de vaquillonas a los 20 meses y no a los 15 meses, ya que a esa edad no están lo suficientemente desarrolladas para tener una parición efectiva.
En efecto, en el negocio de la cría cada vez es menor la demanda de vaquillonas que entran al servicio tan jóvenes y, por el contrario, se prefieren las de 20 meses o las vacas que van por la segunda preñez.
En cuanto al destete, en La Querencia no solo tienen porcentajes altos sino que los terneros también salen con buen kilaje. El promedio es de 200 kilos cuando a nivel nacional ronda los 180.
Del campo de cría pasan directamente al engorde a corral, donde se producen animales livianos para el abastecimiento del mercado interno a través de sus supermercados.
“Es un animal muy fácil de engordar. Se puede aguantar un poco más en el campo sin tener sobre engrasamiento, que luego reduce los rindes en la faena. No tiene problemas del rendimiento en gancho. Es como que va de la mano el desarrollo muscular con la grasa. El rinde máximo que he tenido en la ganchera es del 65,4%, muchos de 64% y el promedio de las tropas están arriba del 62%. Por eso digo, la raza a mi me da. Hay muchas cosas a resaltar”, sostuvo.
Aún así, le preguntamos a Apella por qué la raza no tiene tanta difusión a pesar de reunir todas estas bondades.
Según su experiencia, se debe al tradicionalismo que caracteriza a las decisiones de los criadores.
“Muchos dicen que viene así de toda la vida, que es porque su abuelo trajo el primer Hereford o porque su padre entró en el Angus y siguen llevando esa historia, cosa que es respetable, obvio. Posiblemente uno que no viene del palo ganadero, va más a los números que lo llevan a seguir sosteniendo ese tipo de líneas de raza. Pero me han repetido personas que compran Limangus que se siguen sorprendiendo. El que lo prueba, no lo deja”, concluyó el productor.