La desprolija implementación del régimen de suspensión de derechos de exportación instrumentada por el gobierno nacional provocó movimientos en el mercado granario argentino que no pueden explicarse con fundamentos económicos.
El lunes, el primer día de vigencia de facto del régimen, el precio de la soja Rosario disponible –considerando la referencia del mercado A3– subió un 19% con respecto al viernes anterior, mientras que el valor del contrato Soja Rosario Mayo 2026 subió un 8,7%. Todo eso con un valor FOB oficial de la soja “spot” condición cámara que ajustó un 1,9% a la baja.
El martes siguió la “fiesta” para la soja disponible con una nueva suba intradiaria del 2,3% con un FOB oficial que seguía cayendo (-0,7%), al tiempo que la posición Mayo 2026 comenzó a ajustar a la baja con una leve caída intradiaria del 0,5%.
El miércoles fue cuando comenzó a empantanarse el mercado a partir del pedido realizado por el funcionario estadounidense Scott Bessent, quien solicitó que el gobierno argentino debía dar de baja el régimen de suspensión de derechos de exportación.
Ese mismo día, por la noche, el gobierno, sorpresivamente, anunció que el régimen expiraba al haber logrado acumular embarques libres de retenciones por un monto de 7000 millones de dólares, que era la meta pretendida por el ministro Luis “Toto” Caputo para recomponer reservas internacionales del Banco Central (BCRA) hasta las elecciones del 26 de octubre próximo.
En ese marco, la soja disponible ajustó un 4,4% a la baja en términos intradiarios, mientras que la posición Mayo 2026 cayó un 3,7% con un valor FOB que descendió apenas en un 0,7%.
El jueves la soja disponible siguió perdiendo valor (-2,9% intradiario), mientras que la posición Mayo 2026 ajustó a la baja en un 0,5% con un valor FOB sin cambios con respecto al día anterior.
La cuestión es que la bronca comenzó a estallar en diferentes ámbitos del agro argentino, ya que el volumen libre de retenciones registrado de embarques de productos sojeros, equivalente a 14,5 millones de toneladas de poroto, no se correspondía ni por lejos a las compras de poroto realizadas en la semana, que, con toda la furia –sumando operaciones en el disponible y en el mercado futuro– lograban sumar 7,7 millones de toneladas.
El enojo generado por la abrupta desaparición del régimen fue tan grande que hasta el presidente de la Sociedad Rural (SRA), Nicolás Pino, quien siempre se manifestó leal al gobierno de Javier Milei, expresó públicamente su malestar con lo ocurrido.
El “llanto”, los gritos y las quejas de los productores dieron buenos resultados, porque el viernes, con un FOB ajustando al alza en un 0,5%, la soja disponible recuperó posiciones para subir un 3,0% y el poroto por cosechar en mayo del año que viene aumentó un 2,4%.
Así, una soja Rosario disponible de 346 u$s/tonelada –el valor promedio de ayer viernes– quedó a unos 10 u$s/tonelada del valor de paridad de la exportación, el cual se podría considerar de equilibrio al contemplar el costo financiero del adelantamiento de agrodivisas.
El problema del diseño del régimen de suspensión de importaciones es que, al tratarse de un programa cambiario asociado a una medida tributaria, representa una intervención de mercado con características distorsivas que hacen difícil poder prever la dinámica de los precios en lo sucesivo.