Desde tiempos remotos, entre las serranías de Córdoba los lugareños han utilizado la peperina silvestre con fines medicinales, ya que le atribuyen propiedades benéficas para el aparato digestivo, para aliviar los dolores de cabeza relacionados con la mala digestión, para el bienestar general del organismo y como sedante y antirreumático, entre otros usos.
Es la típica frase cordobesa: “¿Te sentís mal? Nada mejor que un té de peperina”.
Sin embargo, la peperina es mucho más que una infusión. La industria la requiere para la elaboración de golosinas, yerba mate saborizada, blends diversos, licores, bebidas amargas y la lista de usos sigue. Es precisamente su creciente demanda -además de la acelerada urbanización de zonas rurales donde este arbusto crece de modo silvestre- la que amenaza su existencia. Hasta ahora lugareños recolectan la peperina de su hábitat natural. Y la presión aumenta.
Esa sobreexplotación de las poblaciones naturales de peperina la han puesto en peligro y ante esta problemática, desde el ámbito técnico y académico se propone domesticar la especie y adaptarla a condiciones de cultivo para preservarla.
Lola Gómez, desde su emprendimiento agroecológico llamado Estancia “La Perseverancia”, es una de las integrantes de un grupo de productores que pretenden crear un centro de reproducción para afianzar el cultivo de peperina en el Valle de Calamuchita. Ella misma ha empezado a implantarla en pequeña escala.
“Tenemos un cultivo de aromática autóctona de peperina y nuestro proyecto es escalarlo y lograr exportarlo mediante un centro de reproducción que amplíe el cultivo”, explicó Gómez a Bichos de Campo. Su establecimiento está ubicado en Paraje Arroyo Seco, en el departamento cordobés de Santa Rosa de Calamuchita.
Mirá la entrevista completa a Lola Gómez:
Lola lleva adelante en su establecimiento un centro educativo y productivo agro-regenerativo en el que se dedican a producir cultivos asociados de aromáticas autóctonas y hortalizas sin labranza. Todo lo que hacen allí de forma sostenible y ecológica intenta respetar los tiempos de la naturaleza. Tienen una tienda nube en donde ofrecen los productos que elaboran.
En su caso, el proyecto “peperina” comenzó hace dos años, pero Lola recién logró implantar unas 300 plantas en suelo a finales del año pasado. Es que según explicó Gómez, el proceso de cultivo es sumamente complejo en sus fases iniciales. Es por esa complejidad que los técnicos llaman a la peperina la niña mimada de las aromáticas autóctonas.
“Al principio hay que generarle un ecosistema para que pueda proliferar, pero una vez que se logra esto lo demás es más sencillo. No es que se compra la semilla de peperina como se compra la de lavanda o la del romero sino que hay que ir a cosechar la semilla al monte para que luego se reproduzca la planta de la zona, para no generar cruces genéticos. Eso es lo que hace difícil el proceso”, explicó Gómez.
Luego, hacia el otoño, hay que recolectar la semilla en otoño y tener más recaudos porque a su vez la germinación de semillas es un proceso lento y no todas germinan al mismo tiempo. Y una vez que germinan el siguiente proceso es pasarlas a otros envases y esperar a que proliferen.
Para simplificar este proceso, Gómez y otros productores de la zona tienen el objetivo de armar un centro de reproducción de peperina bajo invernadero. Allí la planta silvestre se podría multiplicar en escala con riego por llovizna o por niebla. “Nuestra idea es obtener de 15 mil a 20 mil plantines para empezar promover el cultivo de esta planta que está en peligro de extinción debido a que es muy requerida. Todos los que vienen a Córdoba piden peperina”, manifestó Lola.
¿Y para qué serviría preservar la peperina? Por muchas razones. “Por empezar es un gran digestivo. Luego se la emplea también en cosmética, perfumería, para uso medicinal. La Universidad de Rio Cuarto la estudia para su uso en sanidad animal. Se la usa hasta para pastelería y platos gourmet también”, describió.
Una vez armado el centro de reproducción y sumados más productores a la movida, la segunda fase del proyecto es encontrar y consolidar mercados. Según Gómez, el producto ya tiene identidad propia incluso afuera del país. “Si lográramos todo esto se posicionaría a Córdoba de una forma particular, pero para eso hay que generar mercados y hacer que muchas personas de diferentes ámbitos conozcan los diversos usos del producto, más allá de su empleo como infusión”, afirmó.
Gómez incluso cree que existe un futuro más que promisorio para la exportación de peperina. “Tiene mucho potencial para ser enviado a países de Europa, que nos la han pedido pero en este momento no tenemos ni volúmenes ni facilidades. De todos modos sí hicimos capacitaciones en comercio exterior e hicimos vínculos con algunos empresarios que ya exportan para que nos guíen y expliquen cómo hacer. Estamos trabajando en eso”, explicó la emprendedora.
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La idea de escalar el cultivo viene de la mano de lograr asistencia para armar un plan de negocios exhaustivo. “Queremos que más productores cultiven peperina para poder generar fuentes de trabajo en un lugar de secado y procesamiento del producto”, declaró.
El cultivo de peperina es realizado hasta ahora en pequeñas superficies en esta zona de Córdoba. La Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba desarrolla, desde hace más de dos décadas, un proyecto de conservación, domesticación y mejoramiento de la peperina con el objetivo de conocer mejor sus características.
Tanta importancia tiene el cultivo en Córdoba que en 2019 la legisladora de Unión por Córdoba, Adriana Oviedo, impulsaba un proyecto para convertirla en flor provincial. Esta especie nativa se encuentra más en las zonas del oeste y noroeste cordobés. El Valle de Traslasierra se convirtió en la principal productora de peperina del país, aunque también está presente en los Valles de Punilla y Calamuchita.