Este fin de semana –el 16 de octubre– se celebró el Día Mundial de la Alimentación en conmemoración a la fecha de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
La FAO invita todos los años a emplear la fecha para reflexionar sobre el desafío de lograr sistemas agroalimentarios sostenibles que proporcionen seguridad alimentaria y nutrición para todos los habitantes del planeta sin comprometer el ambiente.
En esa definición general caben muchas otras particulares, que van desde el incremento de la producción agropecuaria con provisión de servicios ambientales hasta los programas para reducir el desperdicio de alimentos y asegurar la provisión de los mismos a los países y sectores más vulnerables.
El Papa Francisco eligió tan importante fecha para lanzar en redes sociales un mensaje polémico por el elevado nivel de anticapitalismo presente en el mismo, el cual generó rechazo en mucho integrantes de sociedades en las cuales prevalece la economía de mercado.
“La lucha contra el hambre exige superar la fría lógica del mercado, centrada ávidamente en el mero beneficio económico y en la reducción de los alimentos a una mercancía más, y afianzar la lógica de la solidaridad”, señaló el jefe de Estado de la ciudad del Vaticano.
“Es imprescindible ajustar nuestros modelos socio-económicos para que tengan rostro humano, porque tantos modelos lo han perdido”, expresó para luego hacer una serie de pedidos generales a diferentes sectores y rubros económicos, dos de los cuales estuvieron dedicados a la agroindustria.
“A las grandes corporaciones mineras, petroleras, forestales, inmobiliarias, agro negocios, pido que dejen de destruir la naturaleza, dejen de contaminar, dejen de intoxicar los pueblos y los alimentos”, aseguró.
“A las grandes corporaciones alimentarias, pido que dejen de imponer estructuras monopólicas de producción y distribución que inflan los precios y terminan quedándose con el pan del hambriento”, añadió el Papa Francisco.
A las grandes corporaciones mineras, petroleras, forestales, inmobiliarias, agro negocios, pido que dejen de destruir la naturaleza, dejen de contaminar, dejen de intoxicar los pueblos y los alimentos.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) October 16, 2021
El problema de ambas definiciones es que, tal como están expresadas, abarcan a todo el universo de productores agropecuarios e industrias agroalimentarias, pero sin identificar a ninguno o ninguna en particular.
Luego surgen más dudas. Las empresas de agronegocios, que no pueden producir alimentos sin tierra fértil, ¿están en la misma ‘bolsa’ con las mineras y petroleras? ¿A qué se refiere con intoxicar a los pueblos y los alimentos? Se trata de acusaciones demasiado graves como para lanzarlas así nomás sin especificar con detalles a qué están referidas.
Por otra parte, el término “monopólico” no se aplica a ninguna gran corporación alimentaria, dado que todas compiten –en diferentes mercados– con otras corporaciones globales y empresas locales.
Intentar asociar la estructura productiva y comercial de la matriz alimentaria con la inflación colisiona con buena parte de la teoría monetaria, en la cual, tanto con abundante bibliografía como con evidencia fáctica, se considera que es la emisión excesiva de dinero en una economía lo que termina pauperizando los ingresos de los sectores más desfavorecidos.
Finalmente, acusar a las grandes corporaciones alimentarias de terminar “quedándose con el pan del hambriento” es por demás temerario, dado que, precisamente, el propósito de todas empresa elaboradora de alimentos es vender la mayor cantidad de alimentos posibles a un público cada vez mayor y no lo contrario.