Federico Garriz es ingeniero electricista y gerente técnico de la Cooperativa Eléctrica de Azul. Manuel Castellar es empresario agropecuario en esa localidad del sudeste bonaerense. Y juntos, mientras contemplaban el envoltorio metalizado de un alfajor, crearon un sistema efectivo para repeler plagas con capacidad de daño de silobolsas.
Esta historia comienza con una amistad y un desafío. Federico escuchaba regularmente que Manuel se quejaba de cómo los armadillos, ratones y jabalíes –entre otros animales– rompían los silobolsas para buscar comida y generar un gran desperdicio.
“Nos decíamos: ¿cómo es posible que en esta época, con tecnologías tan avanzadas, no se haya creado algún dispositivo para resolver este problema? Así que nos propusimos desarrollar uno”, comenta a Bichos de Campo Federico.
Si bien algunos emplean boyeros eléctricos para intentar repeler plagas, lo cierto es que muchos animales –con sus diferentes tamaños y alturas– se las ingenian para atravesarlos y cometer sus tropelías. Intuían que la electricidad era efectivamente el repelente adecuado. Pero luego de días y días de darle vueltas al tema, no lograban darle forma a ninguna solución factible.
“A veces las ideas llegan en los momentos menos esperados. Estábamos en mi cumpleaños, comiendo alfajores, y al quitar el papel metalizado de los mismos dije ‘esto tiene propiedades conductivas’ y ese fue el puntapié inicial de un desarrollo que ya está patentado”, expresa el ingeniero electricista.
Luego de un año y medio de pruebas, reuniones, insomnio, debates y más pruebas, finalmente lograron desarrollar un dispositivo que, por medio de descargas no letales, resultó exitoso para repeler todo tipo de fauna. Se trata de bandas conductivas, elaboradas con aluminio, que son alimentadas por la energía proveniente de un panel solar.
“Las cintas metálicas o bandas de protección se adhieren al contorno del silobolsa, copiando sus imperfecciones, y se aplican en diferentes niveles para repeler a distintos tipos de animales; de esa manera se crea una suerte de ‘jaula eléctrica” que mantiene a salvo el contenido”, explica Federico.
El dispositivo, que resulta muy fácil de instalar, mostró una efectividad total para evitar el daño de silobolsas efectuado por animales.
“Al estudiar el comportamiento de armadillos en el establecimiento donde realizamos las pruebas, descubrimos que los individuos que reciben una descarga no letal luego no se vuelven a acercar a un silobolsa; el dispositivo genera un efecto persuasivo en ese sentido”, remarca.
¿Y en los días de lluvias, funciona? “Probamos el dispositivo en todas las situaciones meteorológicas y en ningún caso se alteró el sistema de protección”, afirma Federico.
Los emprendedores, con el desarrollo patentado, ahora están en la fase de implementación comercial del dispositivo, para lo cual tienen dos alternativas: vender la tecnología a una empresa elaboradora de silobolsa, de manera tal de que pueda ofrecer su producto con un valor agregado adicional, o bien encontrar socios para comenzar a fabricar un kit autoinstalable a gran escala.
Entre los agradecidos por el desarrollo, además de los miles de productores que padecen problemas de plagas destructoras, están las esposas de ambos, quienes ya no tendrán que soportar noches de desvelo y conversaciones telefónicas de madrugada en los cuales los amigos discutían cuestiones técnicas relativas al desarrollo obtenido.