El INDEC emitió su informe trimestral sobre las ventas de maquinaria agrícola y usted seguramente escuchará y leerá noticias que dirán que hay un boom en ese sector, porque explotaron las ventas y la facturación creció durante el primer trimestre de 2021 nada menos que el 93%.
Lamentamos no coincidir con ese título, no estamos de acuerdo con la sobreactuación. Para Bichos de Campo se está registrando un buen nivel de ventas, especialmente en maquinaria de origen nacional, que lamentablemente no llega al rubro estratégico de las cosechadoras, que son importadas.
No es mala voluntad. Es haber aprendido a leer el informe del INDEC de otro modo, comenzando de atrás para adelante para esquivar el párrafo inicial que suele generar grandes confusiones: “La venta de máquinas agrícolas durante el primer trimestre de 2021 alcanzó una facturación de 25.277,9 millones de pesos, lo que representa un aumento de 93,4% en relación con el mismo trimestre de 2020”.
Dicho así, parece que hemos tocado el cielo con las manos. Pero en un país como la Argentina, con las importaciones semicerradas, una brecha cambiaria significativa, una inflación galopante y una inestabilidad crónica, la facturación de un sector suele ser un dato engañoso, que no necesariamente refleja lo que sucedió.
En rigor, las ventas de maquinaria agrícola no se duplicaron respecto del primer trimestre, como poarece sugerir el dato de la facturación. Según el siguiente cuadro publicado por el INDEC, en unidades crecieron casi 30% en tractores e implementos, se elevaron un generoso 67% en sembradoras y por el contrario se achicaron más del 25% en el rubro cosechadoras:
Hechas estas aclaraciones, digamos que es un buen momento pues se está reponiendo maquinaria agrícola en tres de los cuatro capítulos medidos por el INDEC. Pero luces de alarma se encienden al hablar de las cosechadoras, que tienen un alto precio individual, cotizan en dólares y evidentemente resultan prohibitivas de renovar para muchos contratistas y productores.
De la lectura de las páginas finales del informe del INDEC surge claramente la explicación: El precio promedio de una cosechadora vendida en el mercado local llegó a 29, 9 millones de pesos, cuando en el mismo periodo de 2020 era de 19 millones y en el primer trimestre de 2019 era de 13 millones.
Por eso caen las unidades vendidas, que es el dato que deberíamos observar con mayor atención. En 2019, siempre hablando de los primeros tres meses, se vendieron 296 equipos, un años después se redujeron a 228, y este año llegaron a apenas 170.
Diferente es el caso de los tractores, que al ser más económicos resultan más accesibles para el sector. En el primer trimestre de 2019 se habían vendido 1.183 unidades, al año siguiente 1.083 y ahora se han renovado 1.373 tractores. El valor promedio de cada operación ha sido de 8,5 millones.
Con respecto a la participación de las unidades de origen nacional en el total de ventas en unidades, en el primer trimestre de 2021, los tractores de producción nacional presentan una participación de 94,4%, en los implementos llegó a 91,9%; y en las cosechadoras sería de 84,1%. Pero siempre esté en discusión qué se considera nacional y que es simplemente un ensamblado local de partes importadas.
Un dato que no es menor, que no surge del informe INEC y que sería interesante analizar es qué tipo de tractores y la potencia de los que aumentaron sus ventas.
Sin tener al información, me inclino a pensar que probablemente suceda lo mismo que con las cosechadoras. Aumenta la venta de lo más barato, con menor tecnología y cae la venta de las máquinas más modernas y/o de las más caras.