A fines de la semana pasada se realizó en Buenos Aires una nueva reunión (la XXXVI si les interesa el dato) del Consejo Agropecuario del Sur (CAS), en la que además de la Argentina, representada por Luis Miguel Etchevehere, estuvieron los ministros (sí, allá todavía tienen ministros) de Agricultura de Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. El Mercosur alimentario, llamado a ser la reserva de un planeta que necesita intensificar su producción de alimentos.
Como suele suceder en este tipo de reuniones, llenas de protocolo y aburrimiento, no hubo definiciones tajantes sino expresiones de deseo. Los ministros trazaron una serie de líneas de acción sobre las cuales deberían transcurrir en los próximos años las políticas agrícolas de esta región. En ese sentido, a Bichos de Campo nos interesó particularmente una, vinculada a a anhelada “convergencia de normas sanitarias y arancelarias entre los países de la región, con el fin de lograr que nuestros productos puedan circular con la menor cantidad de trabas posibles”, dijo el informe oficial.
“Nos planteamos la necesidad de realizar un trabajo específico en lo que se refiere a fitosanitarios para poder contar con una posición unificada y así aprobar juntos en el futuro este tipo de productos”, explicó luego Etchevehere, poniéndole algo de carnadura a esa intención.
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¿Será posible lograr una única política en el Mercosur vinculada a los agroquímicos? Para empezar, sería muy sano que a futuro vayan confluyendo los diferentes registros nacionales hacia uno regional. En especial porque quienes promoverán la incorporación de nuevas moléculas a la paleta de opciones agrícolas son grandes multinacionales cada vez más concentradas, a las que hay que controlar con recursos públicos cada vez más escasos. La cooperación de los Estados, en este punto, parece una obviedad.
El secretario de gobierno Etchevehere y los “ministros” de Brasil, Blairo Maggi; de Chile, Antonio Walker; de Paraguay, Denis Lichi y de Uruguay, Enzo Benech, mencionaron como al pasar -además- la edición génica. No es este un asunto menor. También parece sensato que haya una posición común frente a estas innovadoras tecnologías para el mejoramiento de cultivos, sobre todo para evitar a futuro papelones como el de la “soja Maradona”, como se llamó a la bendita soja RR contrabandeada a Brasil desde la Argentina a fines de los noventa.
Respecto de los agroquímicos, los ministros y el secretario hablaron además sobre un “abordaje conjunto en materia de límites máximos de residuos” en los alimentos, uno de los temas más complejos a futuro por las exigencias crecientes de los países compradores.
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También intercambiaron información sobre las moléculas autorizadas por cada país y las condiciones de uso de agroquímicos, el relevamiento de límite máximo de residuos de la región y de los manuales de Buenas Prácticas Agrarias (BPA), y la situación de los países en cuanto a resistencia antimicrobiana.
Otro dato no menor es que los integrantes del CAS firmaron una carta de pedido de audiencia con el “ministro” de China para trabajar sobre eventos genéticos que se producen en la región. Esto tiene que ver con que los países sureños aguardan la aprobación de diferentes OGM por parte del mercado chino, especialmente en soja, para así terminar de desregular aquí esos eventos para la siembra.
“Durante el cierre se concluyó que a fines de noviembre próximo se realice una reunión ‘ministerial’ extraordinaria para analizar el avance de los compromisos asumidos, en especial en la resolución de puntos críticos en frontera”, se informó.