Parece que cuanto más avanzan los planes de ajuste que tiene el gobierno para el INTA, que incluye recortes presupuestarios y despidos de personal, la institución demuestra ser más imprescindible para el país. Más que enarbolar banderas, a los hechos hay que remitirse: inscribirá una nueva variedad de algodón tolerante a los herbicidas y que puede acumularlos de forma residual. Se trata de la primera en el mundo de ese tipo.
Se trata de un desarrollo que no tiene precedentes, al menos a nivel comercial, y en el que trabajan los mejoradores de la estación experimental de Sáenz Peña, en el centro de Chaco. Bichos de Campo dialogó con Mauricio Tchat, uno de los miembros más destacados del equipo, para profundizar en este lanzamiento.
La cadena productiva algodonera sigue de cerca los avances de la entidad, que trabaja junto a la empresa Gensus SA, también oriunda de Chaco, en el nuevo cultivar llamado “Arandú INTA”. “Es muy competitivo con las malezas, es resistente a los herbicidas, cuenta con una mejor salud foliar y no envejece de forma prematura”, explicó Tchat a este medio.
En términos técnicos, “Arandú INTA” es un paso más respecto a las otras tres variedades algodoneras que habían inscrito anteriormente, Guaraní INTA BGRR, Guazuncho 4 INTA BGRR y Pora 3 INTA BGRR. Surgidas también de la articulación público-privada entre Gensus e INTA, tuvieron muy buena inserción mundial por su ciclo corto y mayor rendimiento.
En este caso, la nueva genética, que suma la tecnología IMI gracias a la mutagénesis, es resistente no sólo a los lepidópteros y al glifosato, sino también a las imidazolinonas, herbicidas clave en la lucha contra las malezas que aquejan al algodón. Lo particular es que este algodón IMI, explica Mauricio, “no tiene antecedentes de difusión comercial en el mundo”. Punto para el INTA y oportunidad para el país.
“Esto nos está proyectando a lanzar la semilla en Argentina pero probar también en España, Turquía y Grecia”, aseguró el mejorador. Hay un tecnicismo que les juega a su favor: como el germoplasma IMI fue obtenido por mutagénesis, y no por transgénesis, no será rechazado en Europa, que se opone a los cultivos transgénicos.
En Brasil, por ejemplo, podría ser útil para el control del eleusine, una gramínea sobre la cual no tienen efectividad ni el glifosato ni otros herbicidas.
Su nombre, señala Mauricio, no es fortuito. En guaraní, Arandú significa sabiduría, y en este desarrollo tuvo mucho mérito el contacto con los productores, que explicaron a los especialistas qué era lo que necesitaban exactamente. “El mejor comunicador es el productor”, ratificó Tchat.
A propósito de eso, adelantó que están trabajando junto a empresas privadas en un programa de mejoramiento en el que los mismos productores participen con testeos en grandes superficies. Para un especialista, es la oportunidad de evaluar cuáles de sus cruzamientos son los más efectivos y expresan los mejores rasgos en esa zona.
Mirá la entrevista completa con Mauricio Tchat:
“El secreto está en los detalles”, destacó Mauricio, que considera que la analogía del mazo de cartas es la más clara para explicar su trabajo. En concreto, lo que hace con las plantas, al manipular genes y alelos y evaluar los cruzamientos, es jugar un poco al azar, como cuando se reparten naipes, hasta obtener la combinación clave. “De esos cruces, tengo que encontrar la planta que acumuló mayor resistencia y vigor”, explicó.
De hecho, cuando se trata de mejoramiento, el rendimiento no es lo único que importa. En el caso específico del algodón, Tchat señaló que es clave ver cuánto aguanta el capullo sin caerse previo a ser cosechado, un plazo que puede extenderse hasta los 60 días en los mejores germoplasmas. “El mejoramiento trata de equilibrar. Cuando mejoramos mucho una característica, despreciamos otras”, ilustró.
Lo interesante de su trabajo es que los avances que ha logrado el INTA les permite ingresar al terreno de los grandes jugadores algodoneros. Y no sólo de Argentina, que con su medio millón de hectáreas cultivadas en Chaco, Santiago del Estero y el norte de Santa Fe es referente mundial, pero sin alcanzar los niveles de China, India, Pakistán, Estados Unidos y Brasil.
“Hacer transgénesis nos fue posicionando frente a otros jugadores del algodón. A medida que vamos avanzando en la ciencia también nos van abriendo nuevas puertas, porque el INTA tiene equipamiento y gente para transformar el cultivo”, celebró Mauricio