Por Nicolás Razzetti.-
La escasez de hacienda de invernada disparó los precios. Los valores corrientes superan los $40 con holgura y en muchos remates los lotes más livianos se venden bien por encima de los $50. La clave está en la escasa oferta. En este momento del año la disponibilidad se reduce, pero además este año se agrava por el mal estado de los caminos que complican la salida de los campos de engorde, de los corrales y lo mismo afecta la entrega de la invernada.
Pero no es sólo el faltante el factor que impulsa las cotizaciones. Hay otras cuestiones y entre ellas se destacan las expectativas, que son siempre el motor de esta y de tantas otras actividades.
Entre los compradores se pueden diferenciar a los que buscan invernada para mantener el feedlot en actividad y seguir licuando costos fijos; los que compran para hacerse de oferta porque tienen a la ganadería integrada al negocio de la venta de carne; y los que compran pensando en que en el verano que viene se va a producir un bache en la oferta de gordo que permitirá compensar los altos costos actuales.
La diferencia entre la compra y venta es alta. La brecha entre el ternero de invernada y el novillo es del 30%, mientras que con el ternero llega a 35%. En los dos casos es muy superior al recomendado 10/15% que históricamente funcionó como el límite que define cuando hay renta y cuándo se pierde plata en el engorde.
Pese al diferencial negativo de compra-venta se sigue reponiendo y en eso influye la ventaja de conversión de alimento en carne. Con un maíz entre $2300 y $2400 la relación es de 15 a 1, lo que incentiva el agregado de valor en los corrales y explica el cambio de tendencia en muchos feedloteros que prefieren la producción de novillitos de 350 kilos en lugar terminar terneros de 300/320 kilos.
La brecha entre la invernada y el gordo es amplia, pero podría crecer más en los próximos meses en parte porque se seguirá reduciendo la oferta de terneros. Por otro lado porque se espera una mayor oferta de ganado gordo en tanto vaya mejorando el clima con el paso de las semanas y la recomposición de los caminos rurales, A partir de noviembre, las lluvias deberían tender a reducirse, a ser menos frecuentes y eso apuraría la salida de ganado para faena.
Si el nivel de precipitaciones se reduce, que es lo probable pasado octubre y principios de noviembre, el escenario de precios sería de terneros todavía más caros y novillitos para faena en baja, lo que haría inviable el engorde. Aunque siempre se encuentran manos disponibles, más teniendo en cuenta que se avecina una zafra con menos oferta debido a que el exceso de agua provocó mortandad de vacas, de terneros y también menos preñeces.
Ese interés ya se refleja también en la intención de algunos engordadores de cerrar negocios a término de forma anticipada con el pago del 80% y con la clara intención de asegurarse la mercadería, aunque esa demanda choca con el poco interés de los vendedores por desprenderse de una mercadería que será muy requerida.
La oferta de terneros el año que viene será menor. Con el incremento que hubo en el stock de vacas y vaquillonas, y manteniendo la tasa de destete de los últimos años, podría superar los 14 millones de cabezas, pero nadie se anima a dar precisiones respecto del volumen de la zafra. Muchos creen que será levemente menor a los 14 millones de cabezas, es decir que habría una merma de entre 3 y 5% máximo, debido al impacto del agua.
Si bien esa reducción no parece muy grande, es probable que se encuentre con una demanda más entonada. De parte del consumo, si bien los indicadores macroeconómicos dan cuenta de que mejora el nivel de actividad, baja la inflación y que hay sectores sociales que mantienen su capacidad de consumo, hay que tener en cuenta que sigue fuerte la competencia de las carnes alternativas y sustitutas como el pollo y el cerdo.
Pero al mismo tiempo se espera una mejora salida de carne vacuna a los mercados internacionales. La exportación este año crece poco más del 20% y se espera una mejor performance en 2018 por la mejora de la competitividad vía tipo de cambio nominal y real por baja de la inflación y del efecto de la aplicación de reintegros a las exportaciones.
Esa conjunción de factores traccionaría hacia arriba el precio del novillo y compensaría el alto precio de los terneros que se compren caros ahora o en el otoño que viene. Si se cumple ese pronóstico, está garantizada la firmeza en la próxima zafra y en eso coinciden los consignatarios, analistas y productores.
Artículo publicado en el diario La República de San Luis, el sábado 7 de octubre de 2017.