En otro de sus habituales informes RETAA, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires puso la lupa sobre las tecnologías utilizadas en la producción del maíz tardío, que es el que se siembra a último momento, entre diciembre y enero. Explicó la Bolsa que debía hacer esta distingo del maíz convencional, pues “los avances en tecnología de conocimiento y manejo agronómico permitieron que el cultivo de maíz tardío ganara identidad propia”.
La fecha de siembra tardía (diciembre-enero) permite hacer coincidir el ciclo del cultivo, y específicamente el período crítico para la definición del rendimiento, con periodos de mayores precipitaciones y menor demanda atmosférica. No obstante, esto implica que el cultivo de maíz se desarrolle en un ambiente con temperaturas más bajas, fotoperiodos acortándose y menor radiación solar. Estas condiciones implican que el rendimiento alcanzable de maíz sea menor, en comparación con siembras tempranas, que se realizan entre septiembre y octubre.
Muchas tecnologías varían entonces entre una y otra variedad del cultivo. En principio, mediante un sistema de consultas a los productores, los especialistas de la Bolsa detectaron que las tecnologías van incorporándose velozmente en el caso del tardío, porque hay que ajustar muchos las cosas para tener éxito.
“La adopción de nivel tecnológico Alto en maíz tardío, en la campaña 2018/19, fue un 16% mayor que la adopción promedio en los principales cultivos de grano del país (37% promedio de soja, maíz, trigo, girasol, sorgo y cebada)”. indicó el trabajo. Pero con respecto al maíz temprano, la adopción de los últimos avances es todavía menor, en un 6%.
Otros datos interesantes que surgen del trabajo indican que el 93% del maíz tardío see realiza en siembra directa, frente a un promedio en Argentina para 6 cultivos del 91%. ” La siembra directa en el cultivo de maíz tardío continúa mostrando un alto porcentaje de adopción. Sin embargo, la última campaña relevada de maíz tardío mostró una disminución de un 3% de la adopción de siembra directa en favor de la labranza convencional, en comparación con la campaña 2017/18″. La rastra de disco se recuperó por la necesidad de hacer “un mayor control mecánico de malezas”, se explicó.
Respecto de la densidad de plantas por hectárea, en el maíz tardío se registraron unas 60 mil plantas en la campaña bajo estudio, mientras que el promedio para maíz temprano fue lago superior, de 64 mil plantas. “Existe una gran variabilidad de la densidad de siembra entre regiones. En la zona núcleo maicera, donde predominan ambientes edáficos con mayor potencial productivo, se reportaron promedios de 69 mil plantas por hectárea para el centro de Santa Fe y norte de Buenos Aires, y 72 mil plantas por hectárea para el sur de Santa Fe. Alejándose de la zona núcleo, la densidad de siembra es menor”, explicó el trabajo.
El RETTA también indagó sobre los niveles de fertilización nitrogenada en el maíz tardío: fue en promedio de 59 Kilos de Nitrógeno por hectárea. “La fertilización nitrogenada en maíz tardío aumentó un 3% y la fosfatada un 13%, respecto de la campaña 2017/18. En comparación con maíz temprano, la fertilización nitrogenada en maíz tardío fue un 8% menor, mientras que la fosfatada fue un 7% mayor”, se precisó.
Otro capítulo está dedicado a las variedades sembradas. “En la campaña 2018/19 el 87% de la producción de maíz tardío se llevó a cabo con híbridos Bt/RR y RRBt2, con apilamiento génico para el control de malezas y plagas clave para el cultivo”, indicó el trabajo.
Finalmente se informó que “el 45% de los productores realizó refugio en maíz tardío, un 7% más que en maíz temprano”. Y si se compara con la campaña 2017/18, la siembra de refugio en maíz tardío fue 10 puntos porcentuales mayor en 2018/19, un gran incremento que muestra el avance en el cuidado de la tecnología Bt y refleja los esfuerzos por intentar evitar la resistencia de los insectos a dicha tecnología.