Río Cuarto es una localidad ubicada al suroeste de la provincia de Córdoba, reconocida a nivel mundial por su desarrollo agropecuario, uno de sus principales motores de la economía. En aquel enclave mediterráneo, es el maíz quien configura la principal opción agrícola, sobre todo en los últimos años.
Es que en esa zona hay proyectos interesantes para darle destino al maíz que se cosecha, es decir diferentes usos bio-industriales que multiplican el valor del cereal, más allá de su exportación como materia prima. Pero con caso de Bio4 (Bioetanol Río Cuarto SA) y sus empresas conexas es el más ilustrativo de este proceso. De allí que Bichos de Campo se debía una visita a esa planta.
Las cosechas maiceras de esa región encuentran en el pasado reciente y en la actualidad diferentes formas de convertirse en otra cosa, aportando innovación científica, además de puestos de trabajo y desarrollo de las comunidades del interior de nuestro país. También aportando energías más limpias a la matriz energética, uno de los nuevos desafíos de la humanidad para reducir la huella de carbono y minimizar el cambio climático.
Para enumerar las muchas opciones industriales basadas en la materia prima de origen vegetal, pica en punta la obtención del etanol, o bioetanol en este caso, producto que permite la mezcla con el combustible fósil que llega a los tanques de nafta de los automóviles. El bioetanol originado a partir del maíz representa por lo menos 6% de las cargas de naftas dentro de la Argentina.
Pero además se eso, el maíz encuentra en la industrialización múltiples destinos. Se convierte en alimento bovino, en biofertilizante, en alimento de biodigestores que generan gas que se usa luego para producir energía eléctrica e inyectarla a la red nacional. Y todo eso, ciertamente, encierra un círculo económico encantador, donde la recirculación de todos esos destinos lleva a una nueva –y a veces mejor- siembra y luego cosecha.
De esto saben mucho en Bio4, un emprendimiento comenzado por un grupo de productores agropecuarios aventureros y visionarios, que hace una década y media desde Río Cuarto decidieron dejar de exportar el maíz que cosechaban y comenzar a aprovecharlo para dar inicio a esa rueda que no para de girar y encontrar nuevas formas a cada paso.
Esta idea de agregar valor en origen comenzó con la idea de dos productores que fueron encontrando socios para este desarrollo y llega hoy a contar con 28 agricultores que forman la nómina de la sociedad.
La quimera de agregar valor al maíz llevó, en el caso de Bio 4, a pensar en niveles mucho más altos de los originales, o al menos eso parece visto con el diario del lunes. Actualmente se desprenden de la empresa madre otros modos de pensar el agro, incluso brindando servicio a terceros, por ejemplo a quienes quieran instalar en su establecimiento biodigestores, construyendo pedacitos de la economía circular en campos ajenos y con distintos insumos o desechos agroindustriales, además del maíz.
Bioeléctrica, por ejemplo, es el nombre de la unidad de negocios que desarrolla gran parte de todo el proceso industrial, y Juan Córdoba su gerente, quien amablemente descubrió la planta para que Bichos de Campo pueda acceder y mostrarla en estas páginas.
En esa recorrida, antes de explicarnos punto por punto como funciona Bio 4 Juan nos explica: “El origen data de 2007, mucho antes de lo que fue empezar a moler el primer grano de maíz. Nace la idea de dos emprendedores que empezaron a buscar otros productores agropecuarios para asociarse en esto de agregar valor al maíz, molestos porque el maíz se iba de Córdoba a Rosario, y de Rosario al mundo sin procesar. Río Cuarto tiene un gran potencial de maíz, y los camiones salían del departamento, de la ciudad, -y salen hoy todavía- por los puertos buscando destinos. Entonces el etanol, así como la ganadería, la lechería, la industria avícola y otros, son los grandes consumidores de maíz”.
Es entonces cuando Córdoba recuerda el germen de esta idea, que gracias a los dos fundadores, Ron y Otero, se sumó a la discusión sobre el corte de las naftas con etanol. Y así empezó a tomar forma esta empresa de dimensiones y alcances imprevistos.
De esta forma describe el gerente de bioeléctrica el origen y nos muestra el comienzo de todo, cuando los camiones llegan llenos del maíz que busca transformarse:
Entonces, una vez que conocemos el origen, nos vamos a conocer cómo funciona. De esos maíces que llegan hace 11 años en camiones, lo primero es acopiarlo. “Tenemos un equipo de limpieza, se limpia el maíz y entra a una molienda. Después de la molienda se hace un proceso de licuefacción” describe Juan.
Lo que se hace es preparar los almidones del maíz con el agregado de levaduras, para después pasar al proceso de fermentación. Si, es parecido a lo que se hace con el vino, que se le agregan levaduras para que fermente, pero aquí se parte del almidón.
“Después de ese proceso tenemos los azúcares disponibles y, con las levaduras hacemos el proceso de fermentación, buscando obtener la mayor cantidad de alcohol posible por tonelada de maíz. En las torres de destilación lo que hacemos es separar el alcohol del mosto, o de la vinaza pesada. Esa vinaza pesada va después como un coproducto a la alimentación de ganado, y el alcohol sigue su proceso”, explica Córdoba ante los micrófonos de Bichos de Campo.
Juan explica que a ese producto llevan a las petroleras. Hasta ahí van los camiones de las productoras de combustible. Lo mezclan al 12% con la nafta, y es lo que cargamos nosotros, quizá sin saber, en nuestro tanque de nafta. “Si ustedes venían en su auto y cargaron nafta para venir aquí, un poquito más del 1% de esa nafta que está en su tanque, tiene etanol de esta planta, de Bio 4”, dice orgulloso el especialista.
El final de ese proceso, como ya explicó Juan, se separa, y lo que no cargan los camiones de las petroleras, se conoce como burlanda, que vuelve casi indefectiblemente al agro. Esa burlanda vuelve a tambos o feedlot, ya que es un residuo del proceso anterior, y es un buen suplemento en las dietas bovinas.
El proceso es explicado generosamente por Juan:
Es momento ahora de conocer la planta de biogás, una de las tres propias que tiene el grupo empresario. “Esta planta tiene una particularidad, y es que usa 100% vinaza liviana, el derivado del proceso del etanol. Esa vinaza lo que hacemos es acopiarla, y la pasamos por una serie de digestores. Una digestión primaria y una digestión secundaria. Aquí lo que estamos produciendo hoy son 1.100, 1.200 metros cúbicos de biogás por hora. Y ese biogás lo estamos combustionando en motores de combustión interna para generar energía eléctrica y energía térmica”, cuenta orgulloso Córdoba.
Y el orgullo no es menor, ya que según lo que cuenta, gracias a motores de co generación, ese subproducto que salió del maíz genera electricidad que se vierte a la red de CAMMESA (la administradora mayorista eléctrica) y la energía térmica, que es agua caliente, se usa en calderas para reducir el uso de gas natural.
Pero este desarrollo no solo queda en las manos del grupo que los crea, sino que también construyen plantas y tecnologías para terceros, que en sociedad con otros productores cimientan nuevas alternativas energéticas.
“Tenemos otras plantas que las alimentamos con residuos industriales, con residuos del mercado central de las verduras. La fruta y la verdura que sobra, la que está pudriéndose. Las recibimos acá y las incluimos dentro de los digestores”, dice Córdoba, a la vez que narra la campaña de recolección de aceite usado que impulsan en Río Cuarto, para alimentar esos generadores.
“Tenemos una campaña de recolección de aceite en la ciudad para que no lo tiren en las cloacas. Hacemos la recolección y los traemos acá. Pero también utilizamos residuos del feedlot, porque tenemos uno. Recolectamos el estiércol y también lo utilizamos en los biodigestores. Y algo de silaje de maíz que nos quedó”, para dejar a las claras que un biodigestor es un gran receptáculo que puede procesar casi todo, de todo, para generar ese gas.
De todo esto, también se ensaya con diferentes productos que recolectan, y para abonar la idea de la innovación permanente, gracias a un alambique, también se está ensayando en un whisky bourbon, que no vendrá de Kentucky, sino de Río Cuarto, el cinturón maicero nacional.
Si todo esto parece poco, crea que aún hay más. Mucho más.
Anteriormente se habló de la ganadería y el feedlot propio de la empresa, que no solo alimenta al ganado con productos y co productos de todo este proceso que contamos, sino que las tierras para la generación de pasturas son fertilizadas con otros productos que salen de esta planta. Y las carnes se faenan y exportan con marca propia.
Esto lo explica Córdoba de la siguiente forma:
Así se conforma la postal que Juan Córdoba, como responsable de bioeléctrica puso a disposición de Bichos de Campo y su público. Algo que decidimos mostrar hace algunas semanas en nuestro programa de televisión.
El maíz en Río Cuarto se siembra, se cosecha y no se va más en barcos hacia otros destinos que le agregan valor. Sino que se agrega en el mismo sudoeste cordobés. El sueño de productores agropecuarios que decidieron que ese cereal debería servir para mucho más que eso.
Ese maíz está en los tanques de nafta, en alimentos, en la electricidad de las casas de la región. Está circulando. Y parece algo imparable.
¿Y el borboun? Por ahora está oculto, dentro de un pequeño tonel, esperando su momento más adecuado.