El 85 % de la cereza que se produce en la Argentina se exporta a Europa, Estados Unidos, Hong Kong, Singapur y desde este año también a China. Evitar los ‘machucones’ a la hora del manipular una fruta tan delicada es uno de los grandes desafíos del sector productivo, para evitar que la carga pierda valor comercial. El INTA quiere ayudar y por eso sus técnicos están desarrollando un sensor electrónico que permitirá registrar los golpes que provocan daño en la fruta durante el trabajo en las plantas de empaque.
Según un reporte del organismo tecnológico, el desarrollo se está llevando a cabo en la lejana Agencia de Extensión Rural Los Antiguos, en Santa Cruz, una de las zonas productivas de cereezas. Intervienen también de la iniciativa investigadores del Laboratorio de Agroelectrónica del INTA.
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Conocidas por su color rojo y superficie lisa y brillante, las cerezas se destacan por el aporte nutricional y las propiedades antioxidantes que poseen. Son ricas en fibras y en vitamina C y A –en forma de betacaroteno–, tienen un 85 % de agua y, como poseen un patrón de maduración no climatérico, la madurez no avanza luego de la cosecha.
Como se trata de un producto muy delicado, en algunos casos no llega con calidad óptima a los mercados más alejados y a consumidores cada vez más exigentes. Para reducir al máximo el daño que sufre la cereza durante las etapas de empaque y traslado final, Andrés Moltoni, referente del Laboratorio de Agroelectrónica, trabaja con su equipo en el desarrollo de un sensor que registrará la magnitud de los impactos. La idea es medirlos, para evitarlos.
“Durante el empaque, los frutos reciben golpes que luego se traducen en depresiones llamadas ‘pitting’”, señaló Moltoni. Y agregó: “Como esos golpes disminuyen el valor comercial de la cereza, a solicitud del INTA en Los Antiguos, nos enfocamos en el desarrollo de sensor que nos muestre cuáles son los momentos en los que se generan los mayores impactos”.
Uno de los principales desafíos que enfrentó Moltoni y su equipo en el laboratorio, fue el diseño de un dispositivo electrónico cuyo tamaño y peso sea similar al calibre y peso de las principales variedades de cereza que se producen en la Argentina. “Obtuvimos un sensor que permite registrar los impactos y movimientos que se producen durante todo el proceso, un microcontrolador y un transmisor inalámbrico que descarga la información en tiempo real y a medida que la cereza electrónica ingresa a los diferentes sectores de la línea de producción”, explicó Nicolás Clemares, otro especialista en Agroelectrónica del INTA.
La cosas no es sencilla. Además del tamaño reducido, el dispositivo electrónico bajo desarrollo debe poder cumplir con el requisito de estanqueidad, debido a que en la mayor parte del proceso las cerezas se encuentran sumergidas en agua.
El dispositivo electrónico ahora se pondrá a prueba en dos plantas de empaque de la zona de Los Antiguos y será calibrado por los especialistas de la Agencia del INTA.
“Este desarrollo permitirá mejorar la calidad de la producción ofrecida por los productores locales”, destacó Fernando Manavella, especialista en fruticultura del INTA, quien aseguró que “el incremento en la calidad de la fruta que se exporta permitirá, no solo la apertura de nuevos mercados, sino también aumentar el valor agregado agroindustrial del país”.