Con tres años de seca acumulada y un caudal de agua que aún no recuperó su normalidad, las islas que componen el delta del Río Paraná vuelven a enfrentarse al fuego. Desde hace varios días brigadistas de Entre Ríos combaten distintos focos frente a las costas de Rosario y en las cercanías de Alvear y San Pedro, en Buenos Aires. Ahora que el humo llegó a los principales centros urbanos, las quejas y denuncias contras los productores ganaderos de esos bajos se reavivaron.
“Previmos en marzo que esto iba a pasar. Lo publicamos en un boletín mensual que tenemos y lo avisamos por cómo están las islas actualmente. Antes con las bajantes que hubo, las lagunas estaban secas y con arena. Ahora tienen pajonales de tres metros de altura, que encima se secaron por la ola de frio. Eso es combustible puro”, dijo a Bichos de Campo Eduardo Grimaux, presidente de la Sociedad Rural de Victoria, la ciudad entrerriana que queda frente a Rosario, del otro lado de las islas.
Si bien el caudal del río ha levantado un poco su nivel y en algunas zonas cumple el papel de contrafuego natural, en la mayor parte de la superficie el fuego continúa devorando todo a su paso. Según señaló la organización Multisectorial Humedales, en lo que va del 2022 se registraron unos 4.500 focos ígneos en 60.000 hectáreas de la región. Desde 2020 se quemaron 742.000 hectáreas, casi 40 veces la ciudad de Buenos Aires.
Pero no existe una única causa para este fenómeno y en momentos como este vuelven a cobrar relevancia varios debates postergados. Uno de ellos tiene que ver con la situación de la ganadería y su impacto en la biodiversidad de las islas.
“Ahora en esta zona no tenés suficiente carga de herbívoros que consuman el pasto. Se perdieron un montón de cabezas de ganado y no hay roedores como los carpinchos o las nutrias. Un montón de productores ganaderos se han ido de la zona del Delta por los costos de la hacienda en pie”, señaló a Bichos de Campo Analía Esperon, productora del Delta Medio, en la zona de Lechiguanas, y cuarta generación de ganaderos en las islas.
“Eso se superpuso con el plan de manejo de fuego, que pide bajar la carga forrajera desde la ganadería, que se choca a su vez con el sobrepastoreo y su afección a la calidad del suelo y a la absorción de carbono por parte de las gramíneas naturales. Tenemos una alta carga de combustión pero a su vez gramíneas que dan crédito de carbono. O manejamos la carga ganadera para que engorde el animal o hacemos un sobrepastoreo. Hay muchas visiones del asunto”, agregó Esperon.
Un segundo debate pasa por la falta de controles y medidas de seguridad en las islas, ya que allí se conjugan actividades turísticas, economías de subsistencia y caza ilegal de animales.
“Para que no se incendie esto habría que prohibir el acceso humano prácticamente. La población más importante de las islas son pescadores. Después de ellos viene la población temporaria del turista de fin de semana. En tercer lugar yo pondría a la actividad ganadera. Además de la pesca, quienes viven allí prenden fuego para acceder a alguna laguna, para cazar algún animal e incluso para limpiar. Nadie se quiere meter con eso porque es la población más grande, que no tiene recursos y cuya actividad es la subsistencia. ¿Qué hacen si a ellos les prohíben pescar o cazar allí? No sé si hay una intensión política de terminar el conflicto y es mucho más fácil echarle la culpa a los productores, que somos pocos y que dentro de este sistema tenemos más recursos”, consideró Gonzalo Dumont, vicepresidente de la Rural de Victoria, en una charla con Bichos de Campo.
¿Qué pautas de seguridad se reclaman? En primer lugar un control más fuerte por parte de la policía de islas y de Prefectura Naval Argentina, teniendo en cuenta el aumento de pequeñas embarcaciones que recorren a diario los distintos canales, y en segundo lugar un monitoreo del ingreso del caudal de turistas y visitantes.
Otra necesidad postergada tiene que ver con las barreras físicas para el fuego, que no existen y cuyo armado es clave teniendo en cuenta que ha aumentado la cantidad de campos vacíos.
“No es la misma gravedad que hace dos años pero sabíamos que este invierno iba a ser una bomba de tiempo porque tenés miles y miles de hectáreas llenas de pasto seco. Solo lo haría por cortes naturales de agua, que son muy pocos, o por zonas pastoreadas con hacienda. Esas son las únicas barreras que tenemos. Hay proyectos del INTA para generar barreras, por lo menos donde están los productores, con maquinaria pesada, discos, pero cada vez que ven un tractor ingresando a la zona hay problemas con la Justicia por denuncias”, aseguró Dumont.
“Las autoridades no están haciendo nada, nadie ha tomada real dimensión. El sector ganadero es el único que intercambia opiniones con el INTA y con el Estado para solucionar el problema, pero lo único que conseguimos son trabas. Si nos sacan del sistema el problema del fuego va a empeorar. Nosotros podemos colaborar a mejorar”, agregó a continuación el vicepresidente de la rural de Victoria.
Pero mientras estos reclamos quedan sin ser atendidos, al igual que tampoco se atiende la problemática de los humedales y la falta de una ley que defina su aprovechamiento, la atención pública sigue enfocándose en la búsqueda de culpables, en vez de barajar soluciones.
Quién realizó un llamado a la acción fue Pablo Javkin, intendente de Rosario, quien atribuyó las quemas a hechos delincuenciales y llamó a la Justicia nacional a intervenir.
Esto acaba de suceder. Vayan ahora. Ahí están los delincuentes que prendieron. pic.twitter.com/W8adeUxaiY
— Pablo Javkin (@pablojavkin) August 7, 2022