El girasol es el cultivo más perjudicado por el aumento de derechos de exportación que está impulsando el gobierno de Javier Milei en el Congreso porque la alícuota correspondiente al aceite de esa oleaginosa pasaría del 7,0% al 15%.
Sin embargo, por el momento las cotizaciones no están incorporando esa eventualidad debido a una mejora en las condiciones de comercialización vigentes en el mercado interno.
Los valores negociados por el girasol con entrega en Rosario han venido copiando la dinámica del precio FOB oficial del aceite de girasol.
Ayer martes se negociaron operaciones de girasol con entrega en Rosario por valores de 300 a 350 u$s/tonelada –según datos de la plataforma Sio Granos– , lo que representa un 35% a 41% del valor FOB oficial del aceite de girasol “spot”. Un año atrás ese rango era de 400 a 450 u$s/tonelada, equivalente al 34-39% del valor FOB del momento.
La comercialización de girasol viene bastante “pesada” debido a que los precios no convencen a los productores argentinos, algo que no tiene perspectivas de cambiar debido a la presión bajista proveniente de la oferta de la zona del Mar Negro.
El último dato disponible, correspondiente al pasado 17 de enero, indicaba que se habían vendido 359.600 toneladas de girasol 2023/24, de las cuales 153.400 siguen con “precio abierto”. En tanto, los embarques de aceite de semilla y aceite de girasol 2023/224 declarados hasta el momento suman 29.690 y 479.115 toneladas respectivamente.
Si bien el “impuestazo” que viene en camino no es una buena noticia para el sector, la contrapartida es que el gobierno actual –tal como ocurría en la gestión anterior– ya no regula el precio máximo del aceite de girasol destinado al mercado interno, además de no exigir que parte de lo recaudado por derechos de exportación del complejo oleaginoso se destine a financiar un fideicomiso diseñado para subsidiar dicho precio mayorista (fideicomiso que regularmente se quedaba sin recursos).
Como gran parte del aceite de girasol se comercializa en el mercado interno, esas mejores condiciones comerciales contribuyen a incrementar la capacidad de pago de la industria aceitera, aunque el valor del producto sigue “planchado” por las condiciones desfavorables presentes en el mercado internacional.