Veinte años después de un fallido intento por explotarlo y aprovecharlo, Argentina vuelve a incursionar en la producción de ricino (Ricinus communis), una oleaginosa de uso industrial exclusivo con gran potencial económico. Sus semillas tienen una composición de ácidos grasos muy particular, que muy pocas especies producen, y que dan lugar a un aceite que se destina a la industria química, a la producción de lubricantes y de productos cosméticos.
Su retorno al país se dio de la mano de la empresa norteamericana GreenTech Science, que ya está realizando multiplicación de semillas a campo en la provincia de Córdoba, en una superficie de aproximadamente 100 hectáreas, para escalar su producción en el territorio.
En la década de 1990 hubo varios intentos de volver al ricino un cultivo extensivo en el país. Sin embargo, el diferencial entre los precios locales y los internacionales hizo que fuera más barato importarlo, lo que terminó por destruir la cadena instalada. Con el boom del biodiesel, hubo un nuevo intento en los 2000, pensando en utilizarlo para la producción de biocombustible, pero tampoco prosperó.
“Fue un error conceptual usar un aceite caro para fabricar un producto más barato como el biodiesel. Todos esos proyectos que anduvieron en ese contexto fracasaron. Es un aceite más caro que los commodities comestibles. Algo parecido ocurrió en Brasil, donde lo promocionaron y luego se dieron cuenta de que era inviable. Los siguen haciendo pero sin éxito”, dijo a Bichos de Campo Diego Wassner, ingeniero agrónomo con más de 15 años de investigación en producción de ricino en FAUBA, que ahora se desempeña también como asesor en manejo de cultivo para GreenTech Science.
Vuelve el #Ricino a la Argentina. Desde los 90 que no lo producimos. Muchos proyectos fracasados en el camino. Casi listas para cosechar las primeras 100 ha.
Un cultivo con muchas particularidades que se destaca por su plasticidad y la posibilidad de agregar valor al aceite. pic.twitter.com/aBI4hSyqrT— Diego Wassner (@diegowassner) June 11, 2022
El ricino es considerado al mismo tiempo una maleza cosmopolita, por estar presente en todo el mundo, y un cultivo muy plástico. Produce unos racimos de cápsulas rojas que envuelven a las semillas, cuyo contenido es más de un 50% de aceite, muy parecido en ese sentido al girasol. Desde hace 30 años el principal productor de este cultivo es India, que hoy concentra el 90% de la producción del aceite en el mundo.
Si bien es una especie perenne que vive por más de diez años, agronómicamente también puede manejarse como un cultivo anual. Esto abre paso a dos tipos de cosecha: una manual del arbusto, que debe recortarse periódicamente para que no se vuelva muy alto, y la otra de forma mecanizada, aplicando sobre el final del ciclo desecantes o ajustándolo para aprovechar las heladas, que son uno de los peores enemigos de esta planta junto con el anegamiento.
“La idea de esta empresa norteamericana es mecanizarlo para hacer grandes superficies. Ahí es clave como ajustás todas las variables del proceso para permitir que entre una cosechadora y trabaje de manera eficiente. Vos podés trabajar con muchas densidades. Si te vas a densidades bajas, la planta tiene más porte de tipo herbóreo y es más complicada la mecanización. Entonces tenés que trabajar con genética, con decisiones de manejo para que una cosechadora funcione de manera eficiente. GreenTech tiene una genética desarrollada de buen rendimiento y apta para mecanización”, afirmó Wassner.
En este caso, no resulta necesaria una cosechadora especial para recoger esta semilla, sino que pueden utilizarse los cabezales sojeros o maiceros con pequeñas modificaciones.
Otra cualidad interesante de este cultivo es que compite muy bien contra malezas, y es poco atacado por insectos por los compuestos tóxicos que contiene esta planta, derivados de la proteína ricina.
“Una de las líneas que esta empresa está pensando es el tema del periurbano. Al requerir pocos insumos, en aquellas zonas donde hay restricciones de aplicación de agroquímicos podría ser una alternativa interesante, y así tener un cultivo donde se haga control de malezas mecánico al inicio y un control por competencia del cultivo con esas malezas después”, detalló el agrónomo.
Otro subproducto que puede obtenerse del ricino es la harina de expeler, que puede ser utilizada para alimentación animal luego de que se le aplique un proceso de detoxificación. El mismo supone aplicar métodos térmicos para desnaturalizar la proteína mencionada. En otros casos también se le puede agregar compuestos como el hidróxido de calcio para detoxificar, que luego son neutros en el expeler. Este es otro de los productos más explotados por India.
Por otro lado, el expeler de ricino también puede ser reincorporado al suelo como biofumigador por sus propiedades repelentes. Según Wassner posee interesantes capacidades para controlar nematodos.
-¿Podríamos afirmar que se trata de un cultivo de bajo costo?- le preguntamos al agrónomo.
-Sí, uno lo podría asociar con un cultivo de bajo requerimiento de insumos. De hecho una parte importante de los proyectos de siembra están en áreas más marginales, hacia el semiárido, donde esta especie tiene la particularidad de explotar un gran volumen de suelo. Si no tenés impedimentos en profundidad, es muy bueno buscando agua y nutrientes en un perfil mucho más profundo que en otros cultivos.
-¿El ricino se puede combinar con otros cultivos en las rotaciones?
-Sí, la idea es tratar de ajustar el ciclo a las rotaciones que tengan planeadas cada establecimiento. Se siembra en primavera porque tiene un requerimiento alto de 15 grados para germinar. Según los estudios que realizamos, sembrando en septiembre -como un maíz- para febrero podrías cosecharlo. Si lo dejás más tiempo va creciendo en altura y la cosecha mecánica se te va complicando. Si lo vas a cosechar manualmente no tenés tanto esa restricción y podés hacer cosechas escalonadas. El ciclo dura entre cuatro y cinco meses.
-¿Qué tanto más caros son sus subproductos?
-El aceite uno lo podría catalogar como caro. En promedio, porque su precio tiene mucha volatilidad teniendo en cuenta que en la India se caracterizan por ser especuladores, está un 60% o un 70% más caro que el aceite de soja. Dentro de su plasticidad, uno lo puede ver como una herramienta de desarrollo rural, para zonas en donde productores chicos buscan esquemas alternativos de bajos insumos con cosecha manual y poca demanda de tiempo, y por otro lado con la mecanización donde apuntas a grandes superficies. Se da para ambas situaciones. Parte del beneficio que uno esperaría lograr, una vez que esté afianzado en Argentina, es empezar a agregarle valor a través de transformaciones químicas.
-Podemos afirmar entonces que Argentina tiene todo para explotar de este cultivo.
-Esa es la idea. Una de las peguntas que nos hacemos es cuánto tiempo puede sostener India este liderazgo, considerando la presión que ellos tienen sobre el recurso suelo y que la demanda de alimentos se va a incrementar, al igual que la demanda de energía para biocombustibles. En lo inmediato ya funciona, pero si uno lo mira de acá a 20 o 30 años es una oportunidad muy interesante para diversificar la agricultura básicamente.