De un plumazo, mediante una regulación del Senasa publicada esta noche en el Boletín Oficial, el gobierno de Javier Milei puso fin a cincuenta años o más de regulación estatal en el mercado de productos veterinarios, y que implicaba que el Senasa debía analizar y aprobar los productos veterinarios del extranjero que querían venderse entre los productores argentinos. Ahora permitirá el ingreso sin demasiada restricción a las sustancias y equipos para salud animal producidos en países considerados “equivalentes”, con Estados Unidos, Israel y Europa a la cabeza.
En rigor, según aclara la Resolución 333/2025, el viejo decreto 583 de 1967 establecía hasta aquí “la obligatoriedad de la inscripción” de “la totalidad de los productos destinados al diagnóstico, la prevención y el tratamiento de las enfermedades de los animales, ya sea que provengan de la importación, la elaboración o el fraccionamiento en el país”, en el entonces Registro Nacional de Productos Veterinarios del Senasa. Pues eso se convirtió en letra muerta para quienes traigan al país insumos veterinarios de una serie de países desarrollados bien identificados. Estas mismas preferencias ya habían sido concedidas para la importación de fertilizantes.
Estados Unidos, Japón, Suecia, Israel, Canadá, Austria, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Países Bajos, Dinamarca, España e Italia son esos países selectos cuyas empresas podrán vender medicamentes y productos veterinarios sin pasar por los filtros del servicio sanitario nacional, que por cierto se habían convertido en muy burocráticos en las últimas décadas, al extremo de convertirse en un obstáculo para la producción en algunos casos. Uruguay es el único país latinoamericano que figura en la lista de países “equivalentes”. Ni Brasil ni China aparecen en esa lista, que no se sabe en qué criterios se sustenta.
Lo cierto es que la resolución, que había sido anticipada horas antes por el ministro de Economía Luis Caputo (aunque su principal operador ha sido su par de Desregulación, Federico Sturzenegger), dispone que “se establece el procedimiento de autorización por equivalencia de los productos veterinarios registrados, elaborados y comercializados en los países listados en el Anexo que forma parte integrante de la presente resolución”. Allí está el listado de países mencionados.
Más adelante, el articulado de la norma establece que “la presente norma es de aplicación para la totalidad de productos veterinarios” y que solamente podrían determinarse excepciones para medicamentos “que posean en su composición agentes contra enfermedades consideradas exóticas y/o erradicadas, que no sean utilizadas en planes sanitarios nacionales” o “que posean en su composición cepas atenuadas no circulantes en Argentina”.
También serían exceptuados los productos que “posean en su composición cepas atenuadas circulantes que sean Organismos Genéticamente Modificados (OGM) o recombinante”, así como “kits diagnósticos de enfermedades en tanto no pertenezcan a programas sanitarios nacionales”.
Esto parece abrir de inmediato la posibilidad de importar vacunas para una serie de enfermedades, pero no es tan así.
Muchos atribuyen esta decisión a la ofensiva del laboratorio Tecnovax para poder importar vacuna contra la fiebre aftosa a mitad de precio de la que venden aquí tanto el laboratorio Biogénesis Bagó como CDV. “Se espera un impacto en la reducción de los costos de productos estratégicos como la vacuna contra la fiebre aftosa, que en Argentina cotiza en torno a los 1,20 dólares por dosis (1,36 dólares en diciembre de 2023), mientras que en países limítrofes como Paraguay y Uruguay su valor ronda los 0,37 y 0,50 dólares respectivamente”, escribió esta noche el ministro Luis Caputo -responsable del Senasa- anticipando esta normativa flexibilizadora.
anexo_7369779_1Pero esto claramente no sería así, porque Tecnovax tiene un contrato de provisión de esa vacuna con la brasileña Ourofino, cuyas últimas vacunas fueron producidas en junio de 2023 y por lo tanto tenían vencimiento en junio próximo. Brasil no está incluido en la lista de países primermundistas habilitada en las equivalencias de Senasa y por lo tanto sus laboratorios tendrán que seguir soportando la tediosa y complicada regulación de Senasa para aprobar productor veterinarios. Y Tecnovax, según informó el propio organismo, no terminó los exámenes para poder vender aquí la vacuna de origen brasileño.
Lo cierto es que la “autorización por equivalencia de productos veterinarios” rige solo para ciertos países y tiene algunos otros requisitos. En el caso de Productos Biológicos Veterinarios se pedirá Certificado de Libre Venta (CLV) vigente, en el que figure la fórmula completa, el establecimiento elaborador y el certificado de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), además del dossier de registro presentado y aprobado ante la Autoridad competente del país de origen, en ingles con traducción al idioma nacional.
Para el caso de productos biológicos veterinarios que en su composición poseen cepas no circulantes en la Argentina, como por caso las vacunas contra la aftosa que se usan en Israel y que incluyen la cepa SAT1, “solo procederá la autorización por equivalencia para cepas inactivadas en las que se demuestre, mediante antecedentes documentales, que hay protección cruzada con las cepas circulantes”. Todo un chino, pero sin China.
Requisitos semejantes se establecieron para los kits veterinarios y los fármacos para animales.
“Los productos importados a través del procedimiento previsto en la presente norma, deben cumplir con el rotulado establecido en el marco normativo vigente”, indicó la resolución. Además estableció que esos insumos del primer mundo deberán contar, “una vez concluido el procedimiento de autorización por equivalencia”, con un Certificado de Uso y Comercialización de Producto Veterinario (CUC). Lo mismo correrá con aquellos productos del viejo régimen que necesitan una renovación de los permisos.
“Los costos operativos que surjan de los procedimientos de fiscalización y auditorías serán cubiertos por el laboratorio solicitante”, escribió el Senasa en su resolución, dando cuenta de un Estado Argentino tan quebrado como claudicado.
Lo cierto es que desde hoy podrá importarse medicamente veterinario de países centrales, menos Brasil, Rusia o China, sin necesidad de que pasen por los pesados (¿y corruptos?) circuitos del Senasa.
Todo menos la vacuna de la fiebre aftosa que nos trajo en esta discusión hasta acá.