La sequía, la falta de políticas que promuevan la ganadería, y también las recurrentes etapas de incertidumbre económica llevaron a un achicamiento del stock bovino. Casi 20 años después de la primera intervención kirchnerista en el mercado cárnico, sucedida en marzo de 2006, el rodeo ganadero es 12% menor al que había entonces.
Para el consultor Diego Ponti, de todos modos, la caída del stock ganadero “habría llegado al piso”. Evaluó que tras la sequía de 2023 “la falta de pasto llevó provocó que haya muchas hembras en la faena, pero eso ya quedó atrás después de esta zafra 2024 y de a poquito se puede empezar a pensar en una recuperación del stock”.
No obstante, el analista avisó que “en los próximos dos o tres años no va a haber un cambio grande en lo que se refiere a la parte productiva. Por lo tanto para sumar ingresos habrá que empezar a sumarle más kilos a los animales que ya se tienen, porque en los ingresos por la venta de los terneros de los criadores no va a haber un cambio sustancial”.
Tanto elevar el peso de venta como la cantidad de bovinos sería tarea imposible si el clima no ayuda, o al menos si no deja de ser tan dañino como en los últimos años. Si mejorase el régimen de lluvias y se recuperara la oferta forrajera se despertaría una demanda adormecida por terneros y vientres. Eso impulsaría el ingreso de los criadores, cuya rentabilidad se ve amenazada por la suba de costos, en una economía en la cual todo quedó caro en dólares.
“Para el cambio del ciclo necesitamos que mejore el clima, que los precios también se recompongan, eso es fundamental para la estabilidad de las empresas y para poder pensar en una inversión”, dijo Ponti.
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Para el experto ganadero, en el mercado ganadero el que manda es el precio del gordo, como se suele decir en el sector. Y los precios de las haciendas listas para faena atrasan 40 puntos porcentuales respecto de la inflación.
“En el 2024 el precio de la hacienda subió entre un 30% y un 40%, la inflación un 97% y la carne vacuna al consumidor un 50%. O sea, ternero, novillo y carne vacuna al consumidor están muy por debajo de la inflación. Ahora, hacia adelante, ¿en qué momento se daría la suba?”, preguntó Ponti.
Buscando una respuesta, aclaró que “cada vez le quito más fuerza a esa recomposición estacional de fin de año porque veo que hay mucha hacienda encerrada en corrales que va a mantener alta la oferta hasta ese momento al menos”.
La segunda instancia de incrementos en las cotizaciones ganaderas según los registros de lo que viene sucediendo en los últimos años se da en febrero o marzo.
“Ese es el típico momento donde sí se siente la baja oferta. Porque ya no queda hacienda de los feedlot que dejaron de reponer en el último tramo del año anterior y en este caso además tienen pérdidas importantes de más de 100.000 pesos por cabeza. Recién ahí, más tirando para febrero o marzo, puedo aventurarme a pensar en un mejor valor del ganado para la faena”, dijo Ponti.
En cuanto a la situación de los criadores, apuntó que “los márgenes a octubre están igual que el año pasado en términos constantes. Hubo mejoras para el precio del ternero, pero por debajo de la inflación”.
“El precio que hoy tiene el ternero en dólares es espectacular, está muy por encima del máximo de los últimos octubres, que es de 1,5 dólar. Hoy vale 2,20 dólares. Ahora en términos constantes, o sea, contra la inflación, estás por debajo del promedio”, aclaró.
Precisó que “también es buena la relación insumo producto, pero en términos de la plata que te queda a fin del ejercicio, a fin de cuentas, te das cuenta que no te sobra nada, porque cuando te comparás contra la inflación, que son toda la canasta, bienes y servicios, alquileres, colegios, expensas, te das cuenta que estás por debajo del promedio de los últimos años”.
El criador no es el que peor está en la cadena, porque los recriadores que se quedaron sin campo y los engordadores que tienen muy bajo el precio de venta del ganado gordo atraviesa un momento más complicado.
Con el nuevo gobierno cambió la política macroeconómica. El reciente freno de la inflación mensual también trajo sus consecuencias, ya que a criterio de Ponti obliga a pensar de otra manera de encarar el negocio ganadero.
“Empiezan a aumentar los costos de estructura, de movilidad, y el criador sufre más que nada desde la parte productiva, porque el clima no acompaña. Está es la cuestión: hay costos de estructura en alza y si uno no puede generar más kilos porque no preñó la vaca, porque pegó fuerte el clima, por lo que fuere, ahí se empieza a resentir el negocio”, advirtió.
Y agregó: “El esquema obliga a la máxima eficiencia productiva. Eso para todos, desde el criador hasta el feedlotero. Cambió la forma de ver el negocio, ya no tenés a la inflación que te salva (era un salvavidas de plomo ), que licuaba ineficiencias, ahora hay que ser hiper eficientes en todo sentido, en la parte productiva, comercial y con tus pares”.
-¿Qué quiere decir eso?
-Si me estoy quedando sin pasto, pero tengo un campo al lado que es de otro productor que a su vez no puede comprar hacienda, habrá que negociar para que haya un beneficio mutuo, tal como hacen los feedlots que en lugar de engordar toda la hacienda con capital propio le abrieron las puertas a los frigoríficos. Hay que buscar la forma de ser más eficiente para tratar de tapar las debilidades y potenciar las fortalezas.