Desde la calle, el Vivero Morguen se parece a cualquier otro. Queda en pleno centro de la ciudad de Venado Tuerto, al sur de la provincia de Santa Fe, y por supuesto se dedica a la venta de plantas para decorar jardines y parques, como cualquier otro establecimiento de su tipo. Pero sus dueños no son tan convencionales: un día decidieron dedicarse además a intentar que sus clientes no sólo embellecieran su entorno sino que además al hacerlo ayuden a recuperar los suelos, la flora y la fauna de toda su región.
“El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”. La pareja habrá pensado en este proverbio de origen chino cuando empezó, a modo de la colaboración que les toca, a colocar al lado de cada planta que ofrecen a sus clientes un cartelito que la vincula con los insectos que se ven beneficiados con su presencia. El concepto es sencillo: si existen determinadas plantas, pues atraerán ciertos insectos o pájaros.
Sucede en Venado Tuerto, ciudad emplazada en el corazón sojero del país. A 400 kilómetros alrededor de esta ciudad predominó durante los últimos 30 años la agricultura extensiva, sobre todo de soja y maíz, provocando la pérdida de espacios y ambientes con la biodiversidad que supieron tener.
Patricia Roldán y Jorge Morguen, montaron en un principio, un vivero convencional de venta al público en la calle Lisandro de la Torre 755. Como suele suceder con estos emprendimientos, su identidad no estuvo clara desde el comienzo, sino que sus propietarios la fueron descubriendo y regando como a una planta, durante su camino a lo largo de 36 años.
Patricia es maestra de grado y Jorge veterinario y técnico agrónomo. Cuenta ella que “a Jorge siempre le gustó más la ruralidad que a mí y por él nos fuimos a vivir a un campo, mientras él trabajaba de veterinario con animales grandes. Pero un día contrajo brucelosis y tuvo que abandonar su actividad profesional. Entonces nos pusimos a pensar qué hacer. Y como a él le gustaban mucho las plantas, se nos ocurrió poner un vivero en 1987”.
Patricia alternó la docencia en las escuelas con el trabajo en el vivero durante 11 años. “Hasta que en 1998 dejé mi trabajo de docente –sigue contando- y me metí de lleno a trabajar en el mismo. Somos socios con mi marido desde el comienzo, y hoy ambos estamos todo el día al frente del negocio, nos llevamos bien y esta actividad nos hace muy felices”.
“Lo curioso es que hacemos al revés del patrón cultural, porque él es quien administra y yo soy la que sale a hacer las parquizaciones –se ríe-. Y nos gusta generar muchas fuentes de trabajo, porque es una actividad que requiere mucha mano de obra”, aclara.
Mirá la entrevista con Patricia Roldán:
Continúa Patricia: “Trabajo con jardineros y contratamos más o menos, según la temporada. Cuando necesitamos armar equipos, los formamos nosotros y después salimos. Tercerizamos las plantaciones, pero también hacemos las nuestras. Tenemos todo lo clásico de un vivero, pero nos gusta mechar con plantas no convencionales, que aporten a recuperar las cadenas de los ecosistemas que se han roto, por lo que ha disminuido las poblaciones de sapos, mosquitos, etcétera”.
Patricia resume esta visión en pocas palabras: “No sólo nos preocupamos por decorar sino porque el cliente que nos compra plantas vaya recuperando espacios de suelo, la flora y la fauna nativas, el aire limpio y puro, los aromas, reactivando nuestros cinco sentidos con plantas que singular y especialmente les recomendamos”.
“Nos hemos convertido en una especie de ‘puente’, porque unimos a los clientes con los productores viveristas que cultivan y reproducen plantas y semillas. Nuestro objetivo es lograr praderas abundantes, con diversos cultivos. Les vamos sugiriendo a los jardineros y a productores viveristas de plantas, que son parte de nuestros clientes”, añadió.
Y aquí llega una linda idea que estos viveristas comenzaron a aplicar en su zona: “El año pasado hicimos un estudio del recorrido de las mariposas, para saber si están existiendo corredores para estos bellos insectos, y así recuperarles la flora que se fue perdiendo a causa de los monocultivos. Y descubrimos una gran diversidad de especies que no conocíamos”.
-¿Es ahí donde ustedes están resignificando su rol? Además de ser una viverista, tomás un rol activo porque creés que las plantas ayudan a remediar lo que hicimos con las poblaciones de insectos.
-Sin dudas. Si nosotros tomamos conciencia de todos los microorganismos que viven en pedacito de suelo y que cuando plantamos determinada planta, fomentamos su cuidado, eso es lo ideal.
-Entonces cuando les llega un cliente, ustedes lo aconsejan para no plantar cualquier cosa en cualquier lado..
-Sí, hubo una paranoia de “vamos a plantar” y trajimos cualquier cosa de cualquier lugar, como árboles que compitieron con nuestras especies nativas y empezamos a tener un gran problema. Hoy estamos recuperando las nativas y haciendo aportes que complementen a esas nativas. Con esto, yo creo que los viveristas podemos hacer un gran aporte a la biodiversidad.
-¿Y se puede hacer paisajismo con las especies adecuadas?
-Sí, y no debo poner especies que entren en competencia, sino especies que en verano estén con mucho follaje y floración, y otras que en invierno logren el mismo efecto, cuando solemos desatenderlo en esta época. El resultado es palpable inmediatamente, porque junto al Grupo Pastizales, vamos comprobando y haciendo un cuadro de información con cada variedad en cada zona, con qué especie de planta viene y prolifera la mariposa, la abeja, el abejorro, el colibrí, qué pájaro, etc. Y descubrimos que tenemos muchas más variedades de las que pensábamos.
-¿Así apuntan a regenerar una zona muy sojera?
-Claro, nos dimos cuenta que tenemos la oportunidad de que “el agro” no sea competencia sino que nos podemos unir para regenerar juntos el campo.
-Hay un concepto culposo en el agro moderno por las macanas que se mandó, de generar ‘corredores de biodiversidad’, poniendo distintas especies para refugiar a los polinizadores. ¿Sirve eso?
-Es lo que hacemos cuando nos llega la gente de campo. Antes estaba el concepto de poner todos álamos o plátanos o 20 paraísos. Y ahora cuando nos preguntan qué plantar, les proponemos variedades diferentes, caducas perennes, con flor o sin flor, distintos volúmenes, para que esa biodiversidad en los árboles, ya nos esté activando ese corredor biológico que necesitamos en los campos.
¿Y percibís que los productores agrícolas son permeables a estas propuestas de construir corredores para la biodiversidad?
-Si les planteás ocupar espacios que para ellos son meramente productivos, no. Pero si los ayudás a buscar los lugares donde hacer 4 o 5 montes, debajo de los alambrados, donde las máquinas no pueden entrar y no pueden cultivar, o muy cerca del casco, ahí se activan.
Que hermosa actividad……les deseo mucho éxito, y muchos logros……
Me parece muy asertiva vuestra iniciativa llevada a la práctica, yo desde mi humilde jardín cuido una planta cuya flor se llena de picaflores , no se su nombre , es bastante silvestre y florece todo el año. Tal vez ustedes la conozcan, no se cómo enviarles una foto!! Felicitaciones!!
Es una actividad muy hermosa de por si la del vivero, sumando además la recuperación de especies nativas y polinizadores, los hace campeones. Sería tan útil que esta actividad tan completa se replicara enn distintas regiones del país y se conectaran entre sí! Mucho ?!