A Ricardo Daniel Peters le decían “Gato” desde el colegio secundario. Nació en Carhué, provincia de Buenos Aires, en la zona del lago Epecuén, partido de Adolfo Alsina. Empezó la secundaria en Rivera y la terminó en Coronel Vidal. Finalmente se afincó para siempre en la ciudad de Las Flores. Allí, sencillamente por mostrar su lugar en el mundo y la gente trabajadora que los forma, hizo las veces de productor para una visita de Bichos de Campo a esa zona de la cuenca del Salado.
Desde muy joven le apasionó la música, escribir versos y contar historias. Y cuando fue a estudiar veterinaria a La Plata comenzó a descollar como artista en los centros de estudiantes. Fue Fernando Bravo quien lo llevó a la fama en Buenos Aires y en ese momento, Santiago Doria le preguntó cómo se iba a llamar, como artista. Y decidió seguir llamándose como todos le decían: “Gato” Peters. Esta misma tarde, con toda esa trayectoria a cuestas, le dieron el premio “Rector Ricardo Rojas” de la UBA.
Hace un tiempo habíamos publicado un artículo sobre las múltiples facetas de este personaje entrañable para mucha gente de campo, llamado “las siete vidas del Gato”. En este ocasión, en esta entrevista de sobremesa después de una cena compartida, el Gato Peters expone su pensamiento más honesto y explica por qué ha decidido vivir la vida que vive, creer en la gente que cree, apostar a las escuelas rurales por encima de todo, y confiar con todas las fuerzas que recuperar la ruralidad es una de las cosas que podrían sacar a la Argentina de su largo letargo.
Mirá la entrevista con el Gato Peters:
-¿Por qué decís sentir orgullo de ser habitante de la Provincia de Buenos Aires?
-Alguna vez me gustaba decir: “Tenemos una provincia panzona / sobre el atlántico / con una pata en Patagonia / que echa verija en Bahía / que bosteza en Samborombón / su bocanada de océano / que le moja la sien el Plata / que se deja apoyar al hombro / la bota santafesina / que tiene una espalda recta en meridiano / que parece darle la espalda a otras provincias hermanas. / De cara al mar plantada / y que un tajo salado y oblicuo le divide las ganancias (que es el río Salado): / al norte un mundo de chacras y al sur, el país de las vacas (la tierra de las estancias). / Rubia siesta de los trigos / que se amanece en los tambos, / milongas en mi menor / y el sombrero requintado.” Eso es la provincia de Buenos Aires para nosotros.
-Nos has oficiado de guía y productor de las notas que hemos venido a filmar en la zona de Las Flores y has hecho una cuidada selección de personajes apasionados en lo que producen. ¿Cómo definís la ruralidad que nos querés mostrar?
-Nosotros, mal que nos pese, tenemos un país rural y nos cuesta asumirnos como tal. Me parece importante pararnos a ver qué queda de aquel campo que nosotros conocimos, cómo puede ser la nueva ruralidad, pensada desde las escuelas rurales como referencias del territorio, pedacitos de terrenos fiscales donde tienen que pasar cosas, antenas de conectividad. No sólo contar alumnos de escuelas rurales, sino decir qué cosas se pueden hacer en esos espacios, cuáles son las producciones alternativas, qué fortalezas tenemos. Hemos sido un país productor de carne, y estamos en la cuenca del Salado, a pasto, algo valorado en el mundo, y nosotros hemos pasado por el costado, sin darle casi ni bolilla.
-Es peor, pues cada tanto alguno idolatra un modelo importado llamado feedlot, al cual le buscamos la vuelta para hacerlo propio. Capaz que es más rico ir a comer a Mc Donald’s que a la parrilla del pueblo.
-Lo de la identidad es todo un tema. Se lo decía a mis alumnos: casi provocativa o “setentistamente” estoy a favor del engorde a corral y en contra del feedlot. Yo creo en el engorde a corral como una herramienta estratégica de un productor, para leer oportunidades de negocio, cuando tiene grano, cuando no tiene necesidad de vender. Y no creo en el sistema de feedlot a mansalva, donde sin analizar nada, salimos a engordar como una oportunidad sólo de negocio. Pero no estoy en contra de estas técnicas nuevas. Sólo que me parece que tenemos que defender lo que nosotros tenemos como fortaleza, sin pasarnos rápidamente a otras modas sólo porque vienen de afuera.
Nuestro sistema productivo y comercial es muy cruel. En cualquier pueblo del país compraban las vacas, tenían quintas alquiladas ahí cerca, las engordaban, les daban el punto de terminación, las faenaban ellos mismos con inspección municipal en los mataderos municipales y las vendían. Eso es una producción local, un comercio local, una cadena que cierra en el territorio. Ahora, comemos todos los mismos animales que se faenan, en nuestro caso, en el Gran Buenos Aires. Estas cosas atentaron contra el desarrollo de los pueblos del interior, como lo fue el cierre de los ferrocarriles, o la nueva agricultura a mansalva, sin agricultores, de llevarse puestos los modelos sin pensar en su desarrollo.
Hay que formar a los nuevos técnicos agropecuarios como promotores del desarrollo, que puedan enseñar a relevar esa ruralidad, ver qué tenemos todavía y con eso fundar una nueva patria que tiene una fortaleza impresionante en el estilo de vida. Hoy cada escuela rural debería ser una oficina, con conectividad, ayudando a ser un trámite, a conseguir un crédito. Pero para que la gente se quede en el campo, debe haber condiciones. Y la política debería ser para que la gente viva mejor.
-¿Cómo discutimos la ruralidad en la Argentina? ¿Es ‘lo viejo que se perdió’ o un territorio nuevo que hay que volver a colonizar?
-A colonizar, a reconquistar, a ganar, a desarrollar, nosotros no nos podemos privar de vender el estilo de vida. Ternemos lugares muy sanos, de interacción con el medio ambiente responsables en serio, de producción de alimentos. Lo que viene o lo que debería venir no es mucho más que eso: emprendedores, alimentos sanos y seguros, asociativismo, energías limpias, no hay muchas más fórmulas que eso. Esto es lo que tenemos para arrancar.
-Entonces hay un montón de cosas para incorporar, sobre todo de lo que queremos.
-Sí, a veces se pueden tocar las fibras. El otro día estaba en Chasicó, un pueblo al sudoeste de la provincia, haciendo una historia de las maquinarias agrícolas y por ahí se me ocurrió decir –porque había mucha gente joven-: “Chaleco de algún producto que hay en las veterinarias / y gorro con una marca que anda entre las maquinarias / andan los muchachos estos / cachorros de chacareros / que andan sembrando más patria”. Y la verdad es yo veía que los pibes se emocionaban.
-¿Y cómo no se van a emocionar si finalmente a ese chaleco que era una expresión del marketing vos les estabas dando cierto sentido más hondo?
-Claro, y estos son los actores que tenemos, no hay actores ideales, y con ellos tenemos hay que salir a refundar una patria productora de alimentos, rural, sin que lo rural sea menos, y no es poca cosa, porque tenemos una tierra bendita, con todos los climas, la diversidad, lo que ya sabemos. Pero nosotros, los comunicadores, los artistas, los docentes tenemos muchas más responsabilidades que ese pibe que anda en un tractor. Porque somos más viejos, porque tenemos más llegada, porque nos pagan para eso, a los docentes, tenemos obligación, no, de describir el paisaje, sino de modificarlo y de darle un sentido. De hacerle entender a ese pibe que mañana cuando se suba al tractor estará sembrando patria. Es darle valor a lo que estamos haciendo. Yo creo en esa causa, en la de mi abuelo que tenía 100 hectáreas en la zona semiárida del sudoeste bonaerense que era de la Federación Agraria.
-¿Entonces vale la pena apostar a los productores?
-¿Cómo no le voy a creer a un tipo que le da lucha a la vida con 30 ovejas, que prueba haciendo chorizos, quesos, si ese tipo es el que me está demostrando que se puede vivir dignamente, de tu laburo, y en paz? ¿Por qué no?
Nota del editor: En los próximos días veremos muchas de las notas que nos propuso Gato de ese país rural posible.
“¿Cómo no le voy a creer a un tipo que le da lucha a la vida con 30 ovejas, que prueba haciendo chorizos, quesos, si ese tipo es el que me está demostrando que se puede vivir dignamente, de tu laburo, y en paz? ¿Por qué no?” Excelente expresión de lo q creemos, pensamos y trabajamos muchos en nuestro país. No todo es “chiste” en la vida del Gato Peters. Un fuerte y gran abrazo!!!
Una gran persona, Don Gato Peters. Un sabio. Gran nota, felicitaciones!